Seize.deux

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Me apoyé en el marco de la puerta mientras miraba como mi esposo acomodaba la computadora al lado de la tv del living. La vista que me estaba regalando era digna de aprovechar.

La tela de su remera se estiraba por sobre los músculos de su espalda, lo que hacia que estos se marcaran aún más.

Suspiré sonoramente y Michael se dió vuelta para observarme.

- ¿Disfrutando la vista, Bonita?

- No tenes idea de cuanto - murmuré y mordí mi labio inferior.

Me acerqué hasta donde estaba agachado y lo abracé apoyando todo mi cuerpo sobre el suyo.

- Estás aplastando al bodoque, mi amor - dijo mientras reía.

- El culpable sos vos - comenté mientras escondía mi cara en su cuello.

- Amo tus hormonas - negó divertido - Ésto ya está listo.

- ¡Bien! Los pochoclos ya los dejé sobre la mesita - señalé a un costado mientras me enderezaba.

- Los olfatié desde acá. Son dulces, ¿verdad?

- Tiene la culpa - señalé mi panza de 4 meses y medio de embarazo.

- El ver nuestro video de casamiento te sirvió de excusa perfecta para comer eso - Italiano se acercó a abrazarme y dejó sus manos en mi espalda.

- Mmmmhh, puede ser - le guiñé el ojo - Al fin tenemos un tiempo libre para poder mirarlo. 

- Y eso vamos a hacer - dejó un beso en mi frente y fuimos a acomodarnos en el sillón.

Me apoyé en el pecho de mi esposo, mientras él dejaba su mano sobre mi vientre, dejando leves caricias sobre el hogar de nuestro pequeñín.

Si bien muchos de los recuerdos importantes quedaron en nuestros corazones, era necesario un video que recolectara los momentos más especiales de nuestra boda. El mismo era el registro más fiel y más completo de todo lo que vivimos durante nuestro casamiento: imágenes, movimientos, conversaciones, miradas, abrazos, carcajadas, discursos.

El principio simulaba una película, haciendo énfasis en los detalles. Se trataba de algo muy especial, porque se podían ver las emociones genuinas de ambos, una mezcla entre nervios y felices por el gran paso importante que estábamos por dar. Luego seguían las imágenes de la ceremonia y le continuaban las de la cena que compartimos con nuestros seres queridos.

- Estaba esperando este momento - dijo Michael mientras se acomodaba mejor sobre el sillón.

Miré hacia la pantalla y empezaba la parte más divertida y graciosa previo al gran baile, mientras se degustaba el postre: el juego del zapato. El reglamento era bastante simple; cada miembro de la pareja tiene en una mano su propio calzado y, en la otra, el zapato de su dupla. Cada zapato corresponde a su dueño. Ambos novios se sientan de espaldas y se irán respondiendo las preguntas de quien dirija el juego. Para responder, deben levantar el zapato de quien corresponda, ya que todas las preguntas son para identificar un quién.

Nos dijeron que podíamos elegir a un amigo o familiar para dirigir el juego y que lo ideal era que fuera alguien cercano para generar mayor complicidad entre nosotros, intentando que ese allegado disfrute de ser el alma de cualquier fiesta, y el gran candidato era Dan. No había dudas de ello.

- Bueno, empezamos entonces - el piloto australiano tomó el micrófono en su diestra y leyó del celular que tenia con su mano izquierda - Primera pregunta:  ¿Quién fue el que habló primero al otro?

Michael y yo levantamos el zapato correspondiente a él.

- La número dos dice ¿Quién se fijó primero en el otro?

No me sueltes - Capítulos perdidosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora