Quatorze

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Cerré el porta cosméticos donde tenía mi maquillaje y levanté la vista para verme en el espejo. Sonreí ante el resultado que había conseguido y mis ojos se desviaron a la persona que apareció por sobre mi hombro derecho.

- Estas muy hermosa - susurró en mi oído y mi piel se erizó.

- Gracias - igualé su tono y tragué nerviosa.

- ¿Qué pasa? - cuestionó preocupado.

- Tengo miedo de lo que pase hoy.

- ¿Por algo en especial? - enancó una ceja.

- No sé si fue buena idea dejar que Pauli y Dan nos organicen la despedida de solteros, amor - dije mientras giraba y me enfrentaba a su anatomía.

Mis manos fueron a sus pectorales desnudos, aún húmedos por la ducha que acababa de darse.

- Que estemos en Perth, en tu tierra, me da miedo. Solo espero que no termines arriba de un techo - lo miré tratando de parecer seria.

- No prometo mucho, vida - dejó un beso en mi frente y nos quedamos así un momento.

- Estamos a 15 días - susurré cerrando los ojos al percibir sus caricias en mi espalda baja.

- Ya casi - lo sentí sonreír contra mi piel mientras acariciaba su piel - Nos queda el viaje a Melbourne y luego a casa, para vivir el primer día del resto de nuestras vidas juntos.

Levanté mi cabeza para observarlo y delineé su cara recubierta por una fina capa de barba.

- Tengo que pensar algo para evitar el alcohol esta noche.

- Es verdad - suspiró - Capaz tengas que quedarte con el mismo vaso toda la noche.

- Si, ya veré que excusa logro inventar- dejé un casto beso sobre sus labios - ¿Ya decidiste que vas a usar?

- Sorpresa - respondió y lo miré con un mohín - Si me das unos minutos, te muestro.

- ¿Qué cosa me vas a mostrar? - pregunté con una sonrisa picara.

- ¡Lía! - sus mejillas se tiñeron de rojo.

- ¡Amor! - respondí haciéndole burla y escuché su carcajada - Solo espero que esta noche no vengas tan cansado o borracho.

- Siempre hay energías para vos - me guiñó el ojo y tragué.

Se separó de nuestro abrazo para ir hasta el placard de la habitación del hotel donde nos estábamos hospedando para sacar de allí un jean oscuro y una camiseta blanca. Lo observé cambiarse lentamente y mordí mi labio inferior cuando se terminó de acomodar la prenda superior, haciendo que sus músculos se noten por sobre la tela de algodón.

- ¿Es necesario? - cuestioné en un hilo de voz.

- ¿Qué cosa, linda? - Michael me miró sin entender.

- Que seas así de hermoso. Deberías ser ilegal, Italiano - me acerqué lentamente a él.

- Bonita... - susurró y lo abracé por el cuello.

Acarició mi nariz con la suya y sonreí embobada ante este gesto. Tironeé suavemente de su labio inferior al mismo tiempo que mi prometido suspiraba. Ladeé mi cabeza para besarlo y hacer que nuestras lenguas se junten. Sus manos se colaron debajo de mi remera para regalarme caricias sobre mi espalda baja y empezamos a caminar inconscientemente hasta que sentí que mis piernas chocaban con el borde de la cama.

Apenas se separó para mirarme y sus pupilas ya estaban un poco dilatadas. Mi diestra fue hasta su cabello para tironearlo suavemente y un gemido se escapó de sus labios.

No me sueltes - Capítulos perdidosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora