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Hay dos cosas a las que le tengo fobia: los aviones y las arañas.

Y justo frente mío tenía al espécimen de 8 patas más grande que había visto en mi vida. Bueno, puede que esté exagerando un poquito, pero juro que podía entrar en la palma de mi mano.

Una fobia es un temor a situaciones o cosas que no son peligrosas y que la mayoría de las personas no las encuentran molestas. Y pareciera que éste bicho podía oler mi miedo desde donde estábamos ubicados: él en el medio de mi dormitorio y yo parada arriba de la silla que solía ser testigo de nuestra ropa acumulada.

Traté de respirar hondo, lentamente, concentrándome sólo en el trabajo de tranquilizarme tal como Michael solía indicarme cuando la aeronave tomaba vuelo, pero no podía hacerlo, y sentía como de a poco se me cerraba el pecho.

A lo lejos escuché que la puerta del departamento se abría y distinguí unos movimientos en el lugar.

- Bonito... - alcancé a murmurar sin sacar la vista del animal.

- ¿Lía? - distinguí el acento australiano y seguidamente unos pasos que se acercaban - Pero que...

Daniel se hizo presente en el cuarto mirándome sin entender lo que estaba pasando.

- ¿Qué haces ahí arriba? - cuestionó algo divertido.

- Araña - alcancé a murmurar mientras señalaba el piso y la vista del piloto fue hacía donde mi dedo indicaba.

- ¿Eso es...? - abrió los ojos como platos y rápidamente lo tuve a mi lado, corriéndome a un costado de la madera donde estaba apoyada.

Ese movimiento me hizo distraer un poco y parpadeé para mirarlo.

- ¿Qué carajos, Daniel? - mi pregunta salió en un hilo de voz.

- Es enoooorme - respondió sin dejar de mirar el arácnido.

- Se supone que la tenes que matar.

Lo empujé tratando de hacerlo bajar de la silla pero esto hizo que se apegara más a mí.

- Pero, es que me da miedo.

- No me jodas. Vivís en una granja enorme en Australia. ¡Estas cosas deben ser casi como tus mascotas! - exclamé sorprendida haciendo equilibrio junto con él.

- Allá no son tan grandes - negó - Eso tiene el tamaño de un caballo.

Si me preguntan, creo que el arácnido sabía que estábamos hablando de él y había decidido no moverse de su lugar. Es más, sospecho que estaba disfrutando del show que estábamos dando con Dan.

- ¿Crees que nos puede ver? - preguntó  el piloto mientras se movía de un lado al otro tratando de llamar la atención del bicho - Seguro que si. Tienen más de 6 ojos. Depende de la especie.

- ¿De verdad? Wow, realmente me sorprende que sepas ese tipo de datos. Nos llega a atacar y te ofrezco como tributo así se alimenta - amenacé mirándolo.

- ¿Yo? - hizo un mohín con sus labios.

- Si. Serías un buen sacrificio. ¿Por qué no trajiste el trofeo de Monza? Nos podría haber ayudado a matarla con el peso.

- Estás loca - susurró espiándome de reojo.

- ¿Y si hacemos piedra, papel o tijera? El que pierde, es la primera cena de la octopatas.

- Trato hecho. Al mejor de tres.

Ambos escondimos nuestras manos en la espalda y contamos hasta tres antes de revelar que elemento habíamos elegido.

No me sueltes - Capítulos perdidosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora