Lunt bostezó con la boca bien abierta. Kachess, sentado en el suelo, vio el gesto del maestro y no pudo evitar contagiarse, bostezando a su vez.
-A este ritmo las provisiones estarán pasadas para cuando nos las entreguen -bromeó el maestro.
Kachess estiró su cuerpo y observó el horizonte. Se encontraban en un rancho a las afueras del puerto, lejos de aquella caótica y maloliente ciudad. Un inabarcable llano verde y homogéneo se encontraba delante de sus ojos, mientras el ruidoso y destartalado puerto se encontraba a sus espaldas. Habían pasado la noche en la embajada, dónde Shad Xalest, el embajador Selki en Kris, les había dado cobijo e información. Lunt había mandado a Kachess descansar de inmediato, por lo que no había podido escuchar de la conversación entre el maestro y el embajador, pero según le había contado Lunt el embajador no estaba nada convencido de su plan para reunirse con el clan jefe. Sin embargo, Shad les prometió toda la ayuda posible, cómo provisiones, un mapa del terreno y monturas para recorrer los extensos campos. Incluso se ofreció a acompañarlos hasta dar con el clan Mistral y su líder, la conocida como Alakina Buscavientos, la actual jefa de los clanes Selki tras la extinción del clan Ikari. Por algún motivo que Kachess desconocía, Lunt debía haber declinado la oferta del embajador, porque Shad no iba a acompañarles en el viaje.
-¿Te encuentras mejor? Esta mañana tienes muy buena cara —aseguró Lunt, mirando a su pupilo.
-Sí. Por fin vuelvo a sentirme persona —confesó Kachess con alegría.
Dormir en tierra firma le había ayudado a reponer fuerzas, aunque tardó en poder coger el sueño por culpa del balanceo que seguía sintiendo incluso horas después de haber abandonado el barco. Aquella mañana había tomado más comida que en todo el viaje marítimo, y cómo bien le habían enseñado en la Academia, no hay nada mejor para la salud que un cuerpo descansado y un estómago lleno. Y lo mejor de todo; se sentía eufórico por empezar aquella aventura. El viaje en barco no había sido el mejor comienzo, pero aquella travesía poco tenía que ver con lo que les esperaba. Ahora que se sentía con fuerzas de nuevo podía volver a utilizar la magia, lo que le otorgaba una gran seguridad en sí mismo. Apenas podía esperar para conocer a las tribus salvajes que habitaban los míticos campos de fuego.Minutos más tarde apareció el embajador. Shad montaba uno de los caballos más altos y estilizados que Kachess había visto nunca, de color rojizo y crin oscura. A sus espaldas tenía otro caballo atado, un poco más pequeño que el primero, y mucho menos espectacular.
-Buenos días —saludó al llegar al rancho, bajándose de su montura-. Siento haberos hecho esperar, pero encontrar un mapa con la actual localización de las tribus ha sido más costoso de lo que esperaba. Y ni siquiera puedo confirmar que sea del todo fiable —advirtió.
-Seguro que nos las apañaremos —dijo de buen humor Lunt mientras tomaba el mapa-. Gracias Shad.
Shad hizo un gesto con la mano, restándole importancia, aunque tenía los ojos hinchados y enrojecidos, seguramente a cauda de todos los preparativos que había tenido que organizar en tan poco tiempo.
-Estás serán vuestras monturas —dijo golpeando el lomo del caballo más grande. Éste resoplo y arrancó un poco de yerba del suelo-. Es un vyatur, una raza de caballos salvajes con origen en los campos Lanson. Cómo podéis apreciar son muchos más altos y esbeltos que los caballos de Someland, ya que todo su cuerpo está hecho para recorrer grandes distancias sin cansarse, aunque desafortunadamente no pueden cargar con mucho peso. En las alforjas tenéis comida y agua suficiente para aguantar sin tener que preocuparos demasiado. Y en caso de perderlas y dar con un rio, os recomendaría que no os acercarais demasiado. Todos están controlados por un clan u otro, y os podríais meter en problemas si os adentráis en su territorio. El propio clan Mistral se encuentra junto al río más grande de los llanos.
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Crónicas del Aprendiz de Mago II: La sombra del vidente
FantasiaCon la inminente guerra entre Monardos y Lanson en el sur y con la omnipresente amenaza de los Khayam en el norte, la estabilidad de Gea pende de un hilo. Balwind y sus amigos deberán enfrentarse a poderosos enemigos y situaciones que nunca habrían...