-¡Necesito un Capaverde!¡Un sanador!
Herido, Nolan se retiró de primera fila en busca de un curandero.
Luchando codo con codo con lord Culbert y los jefes mercenarios, el zarpazo de una de las bestias de Keifu había dejado una profunda herida en el hombro derecho, inhabilitando su brazo bueno para lucha. Lord Culbert se vengó por él, atravesando la bestia con su lanza de plata a la vez que le obligaba a retirarse de la batalla hasta que fuera sanado de sus heridas.
-¡Un Capaverde! -insistió Nolan.
Sin dejar de llamar en busca de ayuda, separó la mano de la zona afectada. La herida estaba cubierta de una abundante y pegajosa sangre negruzca que no pintaba nada bien. El dolor, aunque soportable, era cada vez más intenso a medida que la tensión del combate se iba desvaneciendo. Pero lo que más le desquiciaba era saber que sus compañeros seguían en la pelea mientras él iba de nuevo en busca de ayuda.
Y es que esa era la cuarta vez que iba en busca de un sanador desde el primer ataque de aquel lobo frandra. Dejando de banda la primera y la última herida, había recibido también un lanzazo en el muslo derecho por parte de uno de los no-muertos y una puñalada en el mismo costado. Hasta el momento, su aportación en la batalla estaba pasando del todo desapercibida.
-¡Un sanador!¡Estoy herido! -repitió.
Sin dejar de alejarse del frente, Nolan observó los cuerpos que le rodeaban. Bajo el cadáver de un oso hielty reconoció el rostro del veterano mercenario que había protegido de la lluvia mágica, ahora desfigurado por el desafortunado golpe de una espada. Vio otros rostros conocidos, con los que llevaba horas luchando, tanto mercenarios como hombres de lord Culbert. No sabía sus nombres, ni de donde eran ni por quién luchaban. Todo lo que sabía es que estaban muertos y que ya no podían seguir con la lucha.
Al menos de momento. Tarde o temprano, el ejercito de Someland debería enfrentarse a cada uno de esos guerreros y amigos que yacían a su espalda.
Agotado, Nolan se sentó en el suelo, aprovechando para recuperar fuerzas mientras esperaba algún Capaverde acudía en su ayuda.
La situación empezaba en el frente empezaba a ser delicada. A medida que se acercaban a los Khayam sus fuerzas iban siendo cada vez más duras. Los torpes y lentos no-muertos del inicio ahora se mezclaban con ágiles lobos, duros osos y feroces leones de montaña con la velocidad de los primeros y la fuerza de los segundos. Y todavía quedaban muchos otros por venir.
Sin ser ninguna sorpresa, la formación de Erina seguía siendo la más sólida. Contando con la ayuda de sus magas y una disciplina férrea por parte de sus hombres, la mercenaria de Lotz era capaz de presentar batalla sin apenas arriesgar las vidas de su gente. Tal vez por ello los soldados de lord Culbert habían empezado a cooperar en las maniobras de los mercenarios, ayudando a bloquear cualquier brecha en su avance.
Los demás grupos, sin embargo, estaban teniendo muchos más problemas. La formación de Atas Jilhad era todo valor y corazón, pero su estilo de lucha era salvaje, más propia de una pelea de taberna que de un ejército. Los hombres de Cyros sufrían de una condición similar, luchando cada uno de ellos por su bando, aunque sus carencias quedaron tapadas en cuanto se unieron al grupo de Erina. Por tanto, el flanco izquierdo y el central se las apañaban bien y seguían con su avance. El flanco derecho, sin embargo, era harina de otro costal.Los lanceros de Asremus y la banda de los hermanos Tate habían acabado resultando ser un desastre. Cargaban a destiempo, eran sorprendidos por las bestias y sus formaciones y técnicas de combate brillaban por su ausencia. Irónicamente habían terminado siendo los piratas de Nadim los que habían terminado cargando con el peso de aquél flanco, ya que acostumbrados a la lucha salvaje y en inferioridad contra los barcos Irin y Eorian, Nadim y los suyos se movían con fluidez en aquél caos de lucha sucia de supervivencia. Aunque no lograban avanzar, al menos el flanco derecho se mantenía, y eso, por el momento, era suficiente.
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Crónicas del Aprendiz de Mago II: La sombra del vidente
FantasiaCon la inminente guerra entre Monardos y Lanson en el sur y con la omnipresente amenaza de los Khayam en el norte, la estabilidad de Gea pende de un hilo. Balwind y sus amigos deberán enfrentarse a poderosos enemigos y situaciones que nunca habrían...