Johan tragó saliva al ver el ejército de los Khayam avanzar. Aunque el frío mordía su piel, notó como una gota de sudor comenzaba a recorrer su frente.
-Hay que levantar las barreras, vamos -le señaló Reks al ver que el monarca no reaccionaba.
Los soldados de Someland se removieron incomodos ante la falta de órdenes. Respirando hondo, Johan tomó la piedra con runas grabas que iba a ampliar su voz y se preparó para dar la orden.
Sujetando el pequeño invento entre sus manos, tomó aire y dijo con claridad:
-¡Barreras en alto!¡Posición defensiva!Su voz sonó como un eco en el campo de batalla. Una voz juvenil por la que muchos soldados se giraron.
En cuestión de segundos, la barrera se alzó ante el ejército de Someland. Los Capaazules y Capamalva alzaron sus brazos, proyectando la energía en una gran barrera en forma de semi-cúpula. La concentración de tanta energía provocó una pequeña distorsión en el aire, aunque pronto el cielo volvió a quedarse limpio a la vista, como si no nada hubiera ocurrido.
Los mercenarios que ocupaban la primera fila levantaron sus escudos, listos para el choque con la fuerza enemiga.-Qué bonito, qué bonito -dijo risueño Alvian, mirando con brillantes ojos las maniobras de defensa.
Con una pequeña sonrisa en los labios, Reks desmontó de su caballo y se acercó a Alvian. El Caparoja le sacaba una cabeza, pero ambos se miraron como iguales.
-Ha llegado tu momento -dijo Reks.
Alvian abrió mucho los ojos.
-¿Tan pronto? -pestañeó.
-Necesitamos comprobar que funciona. Será suficiente con la primera oleada -razonó Reks.
Alvian dudó, acariciando la cajita que llevaba entre sus manos con ternura.
-Sabéis que solo se puede utilizar una sola vez, ¿verdad? Serán inútiles una vez vacíen sus cargas.
-Lo sabemos -asintió Reks.
Johan se mordió la lengua, nervioso. El ejército Khayam seguía avanzando en silencio por los verdes campos de Someland, acortando la distancia entre un ejército y otro. Pero sabía que gritar a Alvian a serviría de nada.
Alvian sonrió de oreja a oreja.
-¡Pues basta de habladurías!
Sin más preámbulos, Alvian abrió la cajita y sacó una roca celeste con runas verdes y amarillas. Era la primera vez que Johan veía una de esas, y ahora comprendía porqué todo el mundo estaba tan emocionado con ellas: parecían estar vivas.
-La protoelectricidad -dijo Gale, hipnotizado ante aquella roca.
Seth, en cambio, mostró una sonrisa lobuna.
-Os va a encantar, majestad. ¡No puedo esperar a verlo a lo grande!
Johan desvió la mirada para volver a centrarse en el campo de batalla: cada vez quedaba menos para el encuentro.
-Cuando quieras -animó Reks al anciano.
Sin dejar de sonreír, Alvian avanzó unos metros, justo a un punto que solo unos pocos conocían. Allí se agachó, colocó la roca en un pequeño hoyo y miró a sus compañeros con los ojos brillantes, cargados de una emoción casi infantil.
-Allá va -sonrió.
Y colocando una temblorosa y arrugada mano sobre la roca, creó una pequeña chispa sobre ella.
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Crónicas del Aprendiz de Mago II: La sombra del vidente
FantasíaCon la inminente guerra entre Monardos y Lanson en el sur y con la omnipresente amenaza de los Khayam en el norte, la estabilidad de Gea pende de un hilo. Balwind y sus amigos deberán enfrentarse a poderosos enemigos y situaciones que nunca habrían...