Capítulo 18:A la espera

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-Y un, dos, tres. Y un, dos, tres...
Mina y Cassandra se encontraban bailando en uno de los salones vacíos del castillo del rey Saeris. Sentado en un taburete, Darian tocaba una lenta pieza musical con un violín para acompañarlas.
Desde lejos, Nime miraba a la pareja bailar con cara de aburrida, sentada con las piernas cruzadas en el suelo, descansado de su propia sesión de baile. Iba alegremente descalza: se había quitado los zapatos de tacón, que había dejado a un lado sin mucho cuidado. Los detestaba, pero Cassandra les obligaba a bailar con ellos para cuando los tuviera que llevar de verdad. Sin embargo, no podía quejarse demasiado, pues al fin y al cabo habían sido un regalo de la capitana de la guardia de Lotz.
Desde que sabían que iba a celebrarse una importante boda a la que habían de acudir en Luxmar, la capital de las islas Irin, Cassandra no había parado de organizar y prepararlo todo con tal de lograr que ambas chicas pudieran codearse con el resto de nobles sin levantar sospechas. Y es que aunque Mina pertenecía a una casa más o menos importante, nunca había hecho caso de esas tradiciones ni costumbres, y por lo tanto, era todo un esperpento a la hora de hablar y tratar con los demás. La maestra Capaazul necesitaba clases de baile y vestidos caros y bonitos: una oportunidad de oro con la que su amiga de infancia siempre había soñado.

-¡Ay!¡Me has vuelto a pisar!¡Y esta vez ha sido a posta! –se quejó Cassandra a Mina por enésima vez.
-Vaya, ¿te he hecho daño? Entonces lo mejor será dejarlo por hoy –sopló la maestra. Tenía el pelo sudado pegado a la cara, y sus mejillas estaban sonrojadas por el esfuerzo.
La maestra Capaazul se dio la media vuelta, pero Cassandra la cogió del brazo al instante.

-¡Ni hablar! No te saldrás con la tuya. Vamos Darian, vuelve a empezar –ordenó.

Mina dejó ir un bufido, pero acató la voluntad de Cassandra y siguió intentándolo. Nime no podía evitar apiadarse de su maestra: de entre todas las cosas del mundo, pocas cosas detestaba más que los zapatos, los vestidos y bailar. Y allí estaba, enfundada en un horrible vestido rosa lleno de volantes que no le sentaba nada bien y demasiado estrecho para ella, calzando unos zapatos de tacón que le hacían imposible moverse, mientras aprendía un baile que preferiría no tener que poner en práctica nunca. Pero no podía decir nada sobre aquella horrible vestimenta, pues la única condición que Mina le había puesto a Cassandra era que ella escogería su propio vestido. La maestro rápidamente dejó claro que, entre todas sus múltiples cualidades, el buen gusto estético no figuraba en la lista.

-¡Otra vez! –Exclamó Cassandra en cuanto uno de los enormes pies de Mina estrechó uno de los suyos-. De acuerdo, basta por hoy –cedió al fin, claramente enfadada-. Así no hay forma de que nadie pueda hacer nada para ayudarte.

-¡Ya era hora! –Se alegró Mina, ignorando los lamentos de su amiga, quitándose de inmediato los zapatos con un suspiro de placer-. ¿Qué demonios te ocurre hoy? Llevas toda la tarde machándonos sin descanso alguno. Y no puedes decir que no lo intento –puntualizó.

-Sí, sí, sé que lo intentas –dijo Cassandra, cruzándose de brazos en un claro gesto de "Eso no te lo crees ni tu"-. Pero esta noche nos han invitado a un baile, y no creo que estéis preparadas para acudir a un sitio así.

-¿Y a razón de que nos han invitado a nosotras a un baile? –preguntó de mal humor Mina, dejándose caer junto su alumna. Un horripilante y cargado perfume inundó la nariz de Nime, alejándose ligeramente de su maestre.

-Al parecer no solo va a haber una boda en Luxmar. Uno de los embajadores de Lotz ha vuelto a la ciudad con un permiso especial para celebrar el matrimonio de su hijo. Hoy mismo el chico pedirá la mano de su futura prometida para demostrar su amor a la alta sociedad Eorian, aprovechando el baile que ellos mismos han organizado. Todas las familias nobles están invitadas, incluida la tuya. ¿Qué mejor oportunidad de estrenar vuestros vestidos nuevos que esta?–dijo emocionada Cassandra.

Crónicas del Aprendiz de Mago II: La sombra del videnteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora