Johan observó con el corazón en puño la lenta reconstrucción de la barrera mágica. Los sellos de fuego habían sido activados antes de lo previsto con tal de poder defenderse de nuevo lo antes posible, lo que les dejaba sin una fuente de energía para el próximo ataque. Ante sus ojos, las columnas de calor que salieron de los sellos se fueron desvaneciendo lentamente hasta quedarse sin cargas.
Por suerte, la barrera les volvía a proteger, y los mercenarios volvieron a la carga.Sus ojos todavía no podían dar crédito a lo que había visto. Aquella poderosa protección mágica que había sido creada por los más grandes magos de Someland había sido destruida por la fuerza de un solo Khayam: Merac'Meran.
Eso, sin embargo, no era lo peor de todo: los no-muertos que había pasado por manos de Alvis y Keifu habían sido los autores de la lluvia de fuego que habían seguido aquél potente azote. Johan no sabía hasta donde llegaban las limitaciones de los no-muertos y el control que los nigromantes podían ejercer sobre ellos, pero el uso masivo de la magia en su contra era algo con lo que el consejo de guerra no había contado.
Y, por supuesto, tampoco imaginaban que un solo hombre pudiera acabar con sus defensas.Merac'Meran había vuelto con sus compañeros, por lo que parecía que la nueva iba a aguantar una nueva oleada más. Alvis y Keifu también parecían estar satisfechos con su trabo, por lo que, aunque el ejercito de Someland había vuelto a tomar el control de la situación, temía que la corriente de la batalla volviera a torcerse de un momento a otro.
-¿Y ahora qué? -preguntó nervioso Johan a sus compañeros.
Gale no respondió, demasiado acongojado todavía por el poder de Merac'Meran. Seth se rascó la cabeza sin saber muy bien que hacer o decir.
-Seguir atacando hasta que mueran todos, suponga- dijo no muy convencido el general del ejército-. Quiero decir, ¿qué más podemos hacer?
-Esperar -sentenció Reks.
- ¿A qué? -insistió Seth-. ¿A que no queden más mercenarios?
-Esperaremos a que vuelvan a crear una de esas nubes. Si entramos en batalla y reviven a los muertos a nuestras espaldas acabaremos rodeados de la forma más burda posible -razonó Reks.
Johan chaqueó frustrado la lengua: Reks tenía razón. No solo los cuerpos de los no-muertos se acumulaban en el suelo, sino que miles de soldados y mercenarios también yacían en el campo de batalla.
-Si seguimos esperando cada vez habrá más cuerpos a los que enfrentarnos -le recordó Johan- ¿No es eso lo que queríamos evitar?
-Entre estar rodeados o tener que enfrentarme a unos cuantos mercenarios, creo que la elección es más que evidente -sentenció con dureza Reks.
Ni Gale ni Seth se opusieron a ello. Johan miró al Caparoja durante unos segundos, pensando en cómo replicar sus argumentos.
Quería que sus magos entraran allí y acabaran con todo, seguidos por aquellos caballeros armados con las mejores armas del reino todavía enfundadas en sus ornamentadas vainas.
Quería ayudar. Blandir su propia espada y hacer uso de su magia.Y sin embargo, sabía que lo más sabio era seguir sin poder hacer nada. Y como monarca, le tocaba asumir ese papel. De no ser por ello.
"Un poco más, al menos. Pero pronto atacaremos", se prometió.
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Crónicas del Aprendiz de Mago II: La sombra del vidente
FantasyCon la inminente guerra entre Monardos y Lanson en el sur y con la omnipresente amenaza de los Khayam en el norte, la estabilidad de Gea pende de un hilo. Balwind y sus amigos deberán enfrentarse a poderosos enemigos y situaciones que nunca habrían...