Con el corazón latiendo a toda prisa, Nolan llegó a la batalla acompañado por Sharlow y Sorin, escuchando la lejana orden de Reks por encima del estruendo de la batalla, repetida por diferentes capitanes.
-Vamos. Nos reuniremos con el grueso del ejército y atacaremos con ellos – ordenó Sharlow, quien, debido a su experiencia, se había hecho el líder de aquel pequeño grupo.
Frustrado, Nolan vio como tanto Sharlow como Sorin se alejaban del peligro.
Pero Nolan harto de retirarse y esperar, de dejar que los demás lucharan mientras él esperaba o era tratado por los Capaverdes.
Cansado de todo ello, Nolan se internó en las filas enemigas sin el menor de los reparos.
-¡Nolan, espera! -dijo Sharlow al ver las intenciones del joven-. Maldita sea -masculló, siguiéndole de cerca.
Sin mudar la expresión, Sorin le siguió.Sin apenas pararse, Nolan decapitó a un par de no muertos mientras se dirigía hacia una reyerta. La retirada del frente estaba siendo más complicada debido a la ausencia de la magia. Allí se encontraban Daeros y Marcelau, luchando junto a varios caballeros de brillante armadura y un puñado de mercenarios liderados por Atas Jilhad.
Percatándose de la lucha, Merac'Meran apareció junto a Keifu para prestar apoyo desde la retaguardia.Recogiendo una bella lanza de algún caballero muerto del suelo, Nolan se hizo paso entre los asustados caballeros hasta plantarse debajo de la mandíbula de una de las bestias y lanzó su nueva adquisición a modo de jabalina contra la garganta del animal sin temor alguno. El bégimo, retorciéndose de dolor, flaqueó a causa del dolor y se agachó levemente entre sacudidas. Aprovechando la situación, Daeros saltó encima del cuello del animal, sujetándose en el pelaje del animal para ayudarse a subir, y una vez en la cabeza de la bestia alzó su espada a dos manos y la clavó en el cráneo del animal. Animado por la acción de Daeros, un caballero anónimo de Someland ataviado con una armadura ligera de acero y plata con el rostro cubierto por un yelmo decorado con plumas blancas y azules le siguió al instante, clavando profundamente su lanza en la herida abierta del animal. El arma del caballero se hundió tanto en la herida que el propio gurrero tuvo que agacharse para seguir haciendo fuerza. Herido de muerto, los ojos del bégimo se tornaron hacia arriba a la vez que una espuma rojiza salía de sus fauces, cayendo muerto contra el suelo.
Orgulloso, el caballero tomó su arma y saltó al suelo junto a Daeros. Una vez a salvo, el caballero alzó su visera, revelando el rostro de un joven cubierto por el acné.
-¿Lo habéis visto?¡Ha sido impresionante!¡Lo he matado con mi lanza! -estalló, dejándose llevar la emoción.
Nolan abrió la boca por la sorpresa: se trataba de sir Dalach, el mocoso de la generación Dorada que había intentado asesinarle en la Academia.
-Ya habrá tiempo para celebraciones más tarde -cortó Daeros- ¡Vamos, a por el otro!
Sir Dalach puso mala cara ante el tono del maestro, pero bajó su visera rematada en oro y plata y se unió a la carga.
"¡Incluso este crio mimado está ayudando más que yo!", pensó frustrado Nolan mientras seguía la carga.El segundo bégimo, a diferencia del primero, se encontraba ya en las ultimas, avasallado por Cyros y sus mercenarios. Con gran agilidad, Sorin se enganchó a la cola de la bestia y subió a su lomo. Sharlow le siguió de cerca, subiendo por el costado de la bestia. Nolan se preparó cerca de la mandíbula del bégimo, anticipándose a lo que iba a suceder.
Como en la vez anterior, ambos clavaron sus armas en la cabeza de la bestia. Al agacharse, el hacha de Nolan le esperaba.
-¡Mío! -dijo una vez ahogada por el metal.
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Crónicas del Aprendiz de Mago II: La sombra del vidente
FantasiaCon la inminente guerra entre Monardos y Lanson en el sur y con la omnipresente amenaza de los Khayam en el norte, la estabilidad de Gea pende de un hilo. Balwind y sus amigos deberán enfrentarse a poderosos enemigos y situaciones que nunca habrían...