Hard to Say I'm Sorry

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La puerta del departamento se abre con un chirrido molesto y Horacio reacciona con una mueca de desagrado, hacía más de una semana que se había propuesto informar a recepción sobre ese problema pero los sucesos que actualmente acontecen en su vida sólo han contribuido para continuar aplazándolo.

Deja las llaves en el cenicero que antes pertenecía a Volkov (pero que por obvias razones él destinó para otro uso) y se encamina hacia la cocina ignorando los maullidos de Mika en busca de atención. No está de humor.

Y lo demuestra cuando oye el impacto de un vidrio contra el suelo en la otra habitación, lo ignora y se concentra en acomodar el filtro en la cafetera. Viktor está en casa y él no desea verlo, los sucesos de hace unos días habían dejado un mal sabor de boca que ni la montaña de papeleo sobre su escritorio pudo quitarle. Volkov se había pasado de la raya levantándole la voz y recordándole errores de los cuales, si bien no se arrepiente, le molesta oír y que sean utilizados a forma de ataque.

No entendía el por qué del actuar del ruso ¿qué había cambiado?, el comisario de antaño jamás habría permitido lo que el subdirector del FBI estaba haciendo ahora. Viktor no solo había pasado por encima de él en aquel operativo omitiendo detalles, información valiosa y poniendo a Alana como la persona a cargo siendo él el superior presente, sino que lo hirió callando y evadiendo el asunto, ocasionando que las cosas salieran mal y acabara con una bala en el hombro.

Sin embargo, lo cierto fue que él también se equivocó. Había actuado en caliente, diciendo cosas hirientes guiado por sus emociones y el estrés de las situaciones a las que últimamente no dejaba de estar expuesto. Seguía molesto, sí; pero nunca podría estarlo durante mucho con Volkov, con él no.

Otro impacto se escucha en la habitación y esta vez Horacio se preocupa, deja todo lo que está haciendo y se encamina a paso rápido hacia el dormitorio, donde varias botellas vacías de vodka yacen regadas en el piso, rodeando a Volkov, quien sentado sobre la alfombra observa la nada.

Lo sabe, Horacio sabe que ha actuado de forma inmadura y estúpida ese día, pero eso ya no importa, por lo menos no ahora, porque el amor de su vida luce desconsolado y él no sabe el por qué. El rostro de Viktor está empapado en lágrimas ya secas por el paso del tiempo, todo indica que lleva horas bebiendo, la razón de su pesar no pudo haber sido su pelea puesto que se atacaron mutuamente y los dos son culpables. Todo conlleva al operativo de hace unos días y por ende, conchudo.

No quiere preguntar —al menos no en este instante— porque su prioridad ahora mismo es atender a Volkov. Así que se acerca lo más rápido que puede esquivando y pateando las botellas vacías junto a pedazos de cristal roto con la finalidad de arrodillarse frente al ruso que, sin inmutarse, seguía con la mirada al frente, ignorando a Horacio.

— Joder Volkov, que has hecho —murmuró palpando por sobre la camisa blanca manchada ligeramente de sangre en la zona del hombro—. Creo que se te soltaron unos puntos...

Sin esconder la mueca de asco por el olor que lo rodea, le quita el cigarrillo a medio fumar y lo apaga contra la alfombra dejándolo luego junto con las otras —muchas— colillas, después, rodea la cintura de Volkov con uno de sus brazos y pasa por sobre su hombro la extremidad sana del ruso con afán de incorporarse.

— Hostia, como pesas —se quejó con voz ahogada. Tiró hacia arriba como pudo pero la posición no ayudaba. Volkov se sentía como un peso muerto contra su cuerpo—. Un poco de ayuda estaría bien ¿no? —no hubo respuesta, pero el ruso colaboró luego de ello y por fin lograron llegar hasta el baño sin contratiempos.

Horacio lo sentó sobre la tapa del váter y soltando un suspiro se dispuso a buscar entre los cajones de la pequeña mesa bajo el lavado el botiquín de primeros auxilios.

VOLKACIO SONGSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora