Kiss me more

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— ¡Ah! Si cariño, no te detengas — exclamó el cresta apoyando sus manos en el pálido pecho del mayor, impulsándose y escuchando el sonido de sus nalgas rebotar contra la parte baja de su pareja que, se deslizaba en sus interiores con facilidad, rozando sus paredes y llenándolo de placer.

— Voy... Voy a correrme Horacio — gimoteaba el ruso sintiéndose sobreestimulado por su pareja quién no le daba tregua al descanso — ¡Ohhh дерьмо! ¡uhm!

— Solo un poco más — siseó disfrutando de las vistas que eran su novio delirando de placer. Sin detenerse y usando una mano, acarició los rosados pezones del contrario, deleitándose con las expresiones desesperadas y miradas suplicantes que le dedicaba el comisario.

Viktor sentía que no daba más, sin embargo no podía detenerse, parecía que sus caderas hubiesen adquirido voluntad propia ayudándose de sus piernas para penetrar con rudeza el culo del menor, sostuvo las caderas morenas hasta que las yemas de sus dedos se tornaron rojas por la presión, seguro le dejaría unos buenos moretones en esa zona pero habría valido la pena. Gimió roncamente cuando se sintió temblar y llevó la cabeza hacia atrás, las venas de su cuello notándose a través de la pálida piel impulsaron al cresta a ahorcarlo con sus manos sin detener un momento los sentones, Volkov gimió apenas por la presión en su tráquea, teniendo que cerrar los párpados al sentir sus ojos volverse blancos por el placer y las sensaciones que sobrepasaban su razón.

— ¡Si, si, si, si, s-si! — Deliró Horacio sintiendo su orgasmo llegar con fuerza, se concentró en su placer, ignorando que su pareja ya había alcanzado el clímax y se encontraba gimoteando bajo suyo. Meció sus caderas con prisa sintiendo su abdomen tensarse, enterró las uñas en pecho contrario y gritó cuando su pareja estimuló su pene con velocidad mientras se corría en abundancia, temblando entero y manchando su cuerpo y el del comisario quien yacía completamente ido, respirando por la boca anhelante de oxígeno, aún tenso y temblante por la intensa jornada de sexo que habían tenido.

Se encontraban en un hotel cinco estrellas fuera de la ciudad. Desde que empezaron a salir, cada cierto tiempo se permitían darse un descanso de sus ajetreadas vidas, saliendo de la ciudad, yendo a acampar o simplemente quedándose en casa para pasar tiempo juntos, descansar y amarse sin miramientos. Esta vez habían decidido hacer algo diferente, a Horacio le había ido bien en el casino por lo que decidió emplear sus ganancias en reservar cualquier hotel caro y de buena crítica para disfrutar de su fin de semana junto a su comisario favorito.

Aún tembloroso, elevó las caderas dejando libre el niembro que hasta el momento había alojado en sus interiores, viéndolo caer húmedo sobre el abdomen bajo del más alto. Soltó un suspiro al sentir el vacío reciente y los fluidos deslizarse por su parte baja. Se acomodó al lado derecho de su pareja recuperando el aliento a su lado, contento y satisfecho de momento.

Acarició con parsimonia el tórax del hombre, trazando círculos invisibles con su índice, notando como este poco a poco se relajaba y dejaba besitos en la cima de su cabeza. Se quedaron así un rato, disfrutando en silencio de la compañía del otro, con la mente aún perdida; Horacio besaba con delicadeza el pecho pálido, distraído hasta que escuchó al otro decir en ruso algo que reconocía como un "buenas noches" y se inquietó, elevó la cabeza mirando hacia el mayor que se encontraba con los ojos cerrados.

— Ey Vik, no te duermas, que aun no acabamos — Informó Horacio repartiendo piquitos por toda la cara del ruso, tratando de sacarlo de su ensoñación.

— ¿Uhm? — Volkov abrió uno de sus ojos, mirando interrogante a su pareja.

— ¡Si me dejas así te voy a cobrar eh! — Señaló su erección semi despierta.

— ¿Cómo que me vas a cobrar? — rió ante tal ocurrencia, giró de lado para prestar atención a lo adorable que se veía su novio.

— Que yo he pagado el hotel — Recordó haciendo un puchero.

VOLKACIO SONGSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora