So close though you're so far away

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— ¿Hola? — Respondió a la llamada casi con un susurro, ansioso por escuchar la voz al otro lado de la línea.

— Privet agente H — Murmuró de vuelta el ruso. — ¿Está libre para el reporte de situación?

— Claro que si... — Suspiró el cresta adentrándose en su habitación.

Revisó el reloj de su muñeca, pasaban un poco más de las ocho de la noche, aproximadamente seis horas de diferencia entre España y Estados Unidos. Había llegado a casa hacía poco, se sentó en su cama y puso el altavoz del móvil para no perderse ningún detalle de lo que decía el hombre mientras disponía a cambiar su uniforme de trabajo por algo más cómodo.

Cada dos semanas, le correspondía a él como director del FBI, recibir los avances del agente en su operación por Marbella. Tarea sencilla a los ojos de cualquiera; mas no era así, no para él, era Viktor Volkov quién se encontraba infiltrado en aquella mafia Italiana, poniendo en riesgo su vida en cada llamada realizada hacia su persona.

Mientras pasaba por sus piernas aquel pantalón de pijama de satén, escuchó con atención al mayor narrar haber recibido un disparo por parte de un compatriota y amigo de los Gambino de nombre "Fredor". Tuvo que morderse la lengua para no preguntar por el estado del ruso, ahogó un suspiro de alivio cuando este dijo que no había sido nada de gravedad y que ya se encontraba recuperado. Ocultó su rostro sobre las palmas de sus manos, inclinándose hasta recostar los codos sobre sus rodillas, su cabeza dolía por el estrés acumulado, siguió en esa posición hasta que el hombre hubo acabado.

— Con eso concluiría mi reporte hasta hoy. — Finalizó el ruso soltando un suspiro cansino.

— Vale, informe de situación correspondiente al veintisiete de Mayo del dos mil veintiuno recibido. — Respondió apretando el botón de "stop" en su móvil. — Ya paré la grabación. — Suspiró recostandose sobre el colchón y acercando el dispositivo a su oreja. Cerró los ojos, y trató de imaginar el rostro de su amado frente a él y no a miles de kilómetros de distancia.

— ¿Cómo te encuentras soltsne? — Escuchó susurrar al ruso. De repente sintió sus ojos picar por las lágrimas que se negaba a soltar desde que este se fue, se tomó unos segundos para recomponerse y poder contestar sin que la voz se le quebrara, lo extrañaba demasiado.

— Eso debería preguntarte yo, ruso de los cojones — Respondió con recelo, haciendo soltar una risa al contrario. — Yo estoy bien, a salvo y haciendo mucho papeleo de mierda ¿Cómo estas? Y dime la verdad, no las mierdas que les cuentas al CNI.

— Pues... bien supongo, dentro de lo que cabe. — Horacio sonrió, casi podía imaginar la mueca en el rostro del hombre. — Ya escuchaste que pasaron muchas cosas, solo quiero acabar con esto y volver a tu lado.

— Yo también lo deseo... Joder es que sabes que no soy religioso pero he llegado hasta rogar que no te pase nada. — Confesó dejando salir su aflicción. — Vik, estoy en la mierda, quiero verte, pero no por una video llamada, quiero tocarte y darte muchos besos, cuando vuelvas ni te atrevas a quejarte porque joder, me voy a quedar pegado a ti como koala ¡eh! — Bromeó intercambiando risas con el otro.

Continuaron hablando de cosas banales, Horacio como era costumbre se apoderó de gran parte de la charla, contando sobre su semana y lo que había hecho por la ciudad. El de nacionalidad rusa tampoco se quedó atrás, molestando a su pareja diciendo que había obtenido el contacto de muchas chicas en la ciudad a sabiendas de lo celoso que podía llegar a ser el cresta, y cuán tierno le resultaba a él las falsas amenazas del menor.

— ¡Ey Vik! Quiero verte el rostro — Pidió. — ¿Estás en un lugar seguro? Quiero que cambiemos a video llamada.

— Si, estoy en mi habitación del piso franco cerca a la zona playa — Informó. — Estoy solo, usualmente los demás duermen en sus propios lugares.

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