Simplemente "Amor"

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El beso se rompe y sus miradas se buscan.

El corazón de ambos martillea con fuerza, Volkov juraría que los bicolores de Horacio nunca se vieron tan brillantes como en la noche de hoy.

Juntan sus frentes y se sonríen, Horacio mostrando sus dientes, más contento de lo que alguna vez pensó estar, mientras que el ruso presenta una suave curva en sus labios. El color carmín de sus rostros sólo evidencia lo íntimo que se sintió dar ese paso, y mientras sus manos se unen, Volkov queda convencido que el duro viaje que ambos vivieron durante sus vidas valió totalmente la pena si el premio era llegar hasta este momento.

Sus ojos están cerrados y sus narices juntas, Horacio incia un suave movimiento rozándolas de un lado a otro. Un beso de esquimal cómo popularmente se conoce. El ruso abre ligeramente los ojos y la vista que tiene de la boca del moreno le hace rememorar la sensación del beso que compartieron hace unos instantes. Quiere, se muere por repetirlo.

Su cuerpo se mueve solo y con su mano libre, repite el gesto anterior del moreno al tomarlo de la mejilla y guiarlo hacia sus labios.

Esta vez no se queda en un roce, ladean la cabeza, mueven sus labios y se entregan a ello con fervor. Es un beso inexperto y ligeramente tembloroso por parte de ambos, pero también es suave y casto, justo como el anterior. Es perfecto.

Volkov detalla en el sabor salado del agua de mar que contrasta con el dulzor del vino y la textura del gloss de fresa de Horacio. Es extraño, nada desagradable. Confirma nuevamente que no es el acto, ni el lugar, ni la situación... es la persona con la que experimenta esto lo que hace que se sienta de esa forma.

Se toman su tiempo para adaptarse y controlar sus respiraciones que de por sí se encuentran erráticas por el nerviosismo. Horacio toma el control del beso, está igual o más nervioso que el subdirector pero la experiencia en el ámbito lo destina a guiar a su ahora pareja en el acto.

Para su fortuna, Volkov es rápido aprendiendo. Imita sus movimientos y se aventura a coger su quijada con las dos manos y cambiar la orientación del beso. Aquello deja en jaque al director que no deseando que el beso termine tan pronto se aferra a la casaca de cuero del ruso apegándolo y apegándose a él con mayor frenesí.

—Viktor —susurra jadeante luego de un rato pero no alejándose de su boca. Su aliento caliente se pierde en la boca del ruso haciéndolo estremecer. Volkov con la mirada perdida alterna entre los ojos de Horacio y el movimiento que hace su lengua al humedecerse los labios. Quiere volver a besarlo, están a punto de hacerlo, pero unos pasos acercándose los alertan y se obligan a salir de su burbuja tomando algo de distancia.

Dos mujeres uniformadas se presentan ante ellos, una de ellas con mantas de color gris con el mismo logo de sus blusas.

—Disculpen la interrupción, les traemos unas mantas para que se cubran del frío. Si desean, pueden pasar a darse un baño para coger temperatura, les hemos dejado toallas, batas de baño y ropa seca con la que pueden cambiarse después.

—Correcto... Muchas gracias —vocifera Volkov carraspeando un poco.

—Gracias, eh —dice Horacio mientras recibe las mantas que le ofrece la otra mujer. Desvía su mirada de reojo a Volkov, su cabello mojado le da un aspecto desenfadado, sexy. Eso, más la ropa húmeda y fuera de lugar le traen mil y un ideas a la mente.

—¿Les gustaría que traslademos su cena a su habitación?—pregunta la mujer.

—Si, si.. estaría bien, la verdad —murmura rápidamente el ruso. No sabe el por qué de estas ansias de deshacerse rápidamente del personal, pero hay algo que lo insta a querer quedarse nuevamente a solas con el crestas.

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