VOLKACIO SONGS

Moonlight

Luego del primer beso, le siguieron a este dos, tres y miles de ellos más. Decidieron pasar a la comodidad que les brindaba la habitación principal, donde vistieron las esponjosas batas de baño que les ofrecía el servicio del yate para cubrirse luego de ducharse en lo que el personal se encargaba de lavar y secar sus ropas mojadas por el océano.

Cenaron y degustaron de los exquisitos postres que tenían preparados para ellos. La noche fue transcurriendo entre risas, charla amena e infinidad de besos, varios de ellos iniciados por Volkov y otros muchos por Horacio.

Estaban eufóricos, el vino se fue acabando y le siguieron varios cócteles y otras bebidas alcohólicas preparadas especialmente por el ruso. Al hacerse ya de madrugada, los mozos se tuvieron que retirar al cuarto de servicio y ellos se quedaron solos en la planta superior del yate teniendo -como les habían prometido- acceso total a todas sus intalaciones.

Horacio, sonriente, y ligeramente mareado por el alcohol, se pasea de un lado a otro por la habitación no pudiendo quedarse quieto. Nunca lo admitiría, pero se encontraba nervioso por el repentino cambio en el ruso.

Habían pasado buena parte de la tarde juntos y en ningún momento llegó a notar algún indicio de lo que él tenía preparado para los dos. Definitivamente fue una sorpresa, una maravillosa y romántica sorpresa.

Camina y se mueve al compás de la suave canción que suena por los altavoces del camarote. Volkov lo observa, por supuesto, sigue cada paso dado por el cresta con mirada risueña y sonrisa relajada.

El alcohol ha hecho mella en sus cuerpos, no al punto de controlar sus acciones y pensamientos, pero sí poniéndolos lo suficientemente "contentos" como para deshacerse de toda esa tensión y nerviosismo que los rodeaba al inicio de la noche.

Horacio le hace una seña invitándolo a bailar y la sonrisa de Volkov no hace más que ensancharse. No le da tiempo a contestación, antes de poder decir o hacer algo Horacio ya está atrayéndolo y abrazándolo entre risas melosas.

Sus pasos al principio son descuidados haciendo que se tambaleen un poco, pero a los segundos logran sostener un compás lento. Volkov rodea su cadera con sus manos mientras que Horacio pasa a enredar sus brazos alrededor del cuello del más alto. Las risas no tardan en escaparse, Horacio se burla como de costumbre y Volkov le responde alegando que él está igual. Se sienten torpes e inexpertos, pero aún así es perfecto para ambos.

Se miran a los ojos mientras se mecen al compás de la canción. Horacio juega con los mechones largos que se dispersan por los lados de la cabeza del más alto. La ducha anterior se deshizo de todo rastro de fijador en el cabello de Volkov, lo que permite al director tocar las hebras platinadas al natural que ahora hacen lucir a su novio mucho más jóven y desenfadado.

-Esto... es tan surrealista... como si se tratara de un sueño -murmura.

-¿Por qué lo dices?

Horacio resopla incrédulo-. ¿En serio... estás preguntando por qué?

-Bueno... no es la primera vez que bailamos ¿verdad?

-Ya pero... No así ¿sabes? No... teniéndote tan cerca, ni... pudiendo tocarte de esta forma o-... o sabiendo que es lo que sientes por mi...

-Ya... -sonríe ligeramente apenado-. Entiendo a lo que te refieres, Horacio. Si te soy sincero... -la mirada que le dedica su pareja cuando hace uso de la famosa frase le hace soltar una carajada-. Si te soy sincero, yo jamás pensé que me sería tan cómodo... compartir momentos como este con nadie más... o sentirme de la forma que me siento... cuando estoy contigo -completa.

Horacio hace un puchero, las palabras de Volkov, a pesar del mucho texto, le resultan increíblemente tiernas y calientan su corazón llenándolo de júbilo. En consecuencia sus mejillas se sonrojan y baja la mirada en un vano intento por ocultar la temblorosa sonrisa en su rostro-. Hostia... eres un meloso -se queja, no diciéndolo en serio y demostrándolo al acunar la cara de su novio entre sus manos y ponerse de puntillas para robarle un beso-. Anda, ven aquí.