When I Look At You

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Escucha el sonido amortiguado de la puerta al abrirse y cerrarse con suavidad, parpadea en un intento de ofuscar la somnolencia que lo envuelve pero es difícil, lleva dormido buen rato y las colchas ya se han adecuado a la temperatura de su cuerpo sintiéndose perfectas al contacto con su piel.

La puerta de la habitación se abre con sigilo pero Horacio no se alerta, inmediatamente sabe de quién se trata por el sonido de los pasos adentrándose en el baño.

Las luces siguen apagadas, escucha el frufrú de la ropa caer al suelo del baño y posteriormente el agua de la ducha chocar contra los azulejos. Quiere mantenerse despierto, pero no puede evitar volver a caer en las garras del sueño.

Una punzada de dolor le hace fruncir el entrecejo, este es constante, no para. Abre los ojos buscando a la culpable pero antes de poder hacer o decir algo Viktor se encarga de quitar a Mika y sus garras afiladas de su encima.

—No hagas eso —le escucha susurrar con cariño.

El ruso no se ha dado cuenta que ha despertado, le da la espalda mientras llena de mimos y le dedica palabras dulces a su gata. Esta se deja hacer, Mika suele ser un poco tosca con Horacio, le muerde los dedos de los pies cuando se queda dormido en el sofá y cuando duerme le gusta subirse encima suyo para amasar su cuerpo con sus garras. Pero cuando se trata del mayor, se convierte en una bola de pelos mimosa y ronroneante. Los gatos son seres peculiares.

—Ojalá ser Mika para que me hables así... —refunfuña con voz rasposa.

El ruso gira al escucharlo. De inmediato una sutil sonrisa curva las comisuras de su boca al verlo, nunca se aburriría de apreciar la belleza al natural de Horacio. Este se encuentra despeinado y sin maquillaje, tiene marcas de la almohada impresas en su rostro pero está convencido que nada de eso es capaz de opacar su encanto.

—¿Estás celoso de la gata? —interroga con gracia.

Horacio finge un gesto de indignación—. ¿Y cómo no? ¡¿Viste lo que me estaba haciendo?! Un día de estos me va a rajar el cuello y tú ni te vas a enterar porque te va a convencer con esa cara.

—Pero qué dices, hombre —exclama el ruso con gracia. Con cuidado, deshace el agarre que tiene con su gata y la guía fuera de la habitación— Anda Mika, no escuches esto, ve a dormir.

Como entendiendo las palabras de su dueño, la felina maulla y se enreda un par de veces entre las piernas de su amo antes de caminar hacia el piso inferior donde se encuentra su cama.

—Si Mika, ¡Tu papi me va a dar muchos mimos! —grita el moreno antes de que el mayor cierre la puerta.

Volkov al escuchar eso no puede hacer más que rodar los ojos e ignorar el sonrojo que le causan las imágenes en su cabeza y el significado de las palabras de Horacio.

Camina hacia la cama donde el moreno lo espera alzando la colcha con una mano, se acuesta a su lado y este lo cubre y arropa con la manta. Su abrazo es inmediato, Horacio se apega a él mientras Viktor rodea su cintura. Descansa su cabeza sobre su pecho desnudo mientras que sus frías manos se pasean por la espalda desnuda de su novio y suspira complacido con la sensación que le causa la temperatura corporal de su pareja.

—Joder, estas helado —sisea Horacio, contrariando sus palabras al aferrarse más a él. Hace el amago de descansar su moflete por sobre las hebras platinadas de su novio pero casi de inmediato la retira—. Tío... ¿No sabes que es el agua caliente? Además, no te has secado bien el pelo, puedes enfermar...

—Prefiero el agua fría —murmura aún pendiente de la sensación bajo sus palmas—, y me impacienta usar la secadora —sus palabras se ven amortiguadas por tener sus labios al ras del pecho del moreno—. Además, soy ruso, yo no me enfermo.

VOLKACIO SONGSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora