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La mesa estaba apilada con todo tipo de golosinas, desde dulces importados de tierras lejanas hasta frituras compradas a toda prisa en el super, la televisión estaba ya vinculada a la app del teléfono, en la pantalla se podía ver la cuenta regresiva del nuevo video musical.

Yo estaba sentada en el suelo sobre la alfombra de peluche, me picaba horrores en las piernas. Traía mi pijama y un gorro tejido por mi abuela con detalles inspirados en el grupo. Mis ojos no le quitaban de vista al segundero, mi corazón latía deprisa.

Estaba lista para una noche de desvelo, reproduciendo constantemente los videos y disfrutando del momento de otro nuevo regreso a la escena musical de los reyes de la industria pop internacional.

No quería abrir ninguna red social, aunque estaba tentada (no me perdonaría perderme otro live de algún integrante) y no estaba dispuesta a responderle a los odiosos que se manifiestan de inmediato, menospreciando y haciendo comparaciones absurdas.

Esta noche era mi noche. Con normalidad y en paz, el segundero marcó 00:00 en la pantalla y los acordes de una melodía tranquila hizo que gritara de emoción.

Quién diría que los acontecimientos que surgieron después de ver aquel vídeo me llevarían hasta aquí. Si me hubieran dicho tan solo media hora antes que estaría viajando esa misma noche al otro lado del planeta diría que de seguro era un mal chiste.

Las circunstancias no fueron las más agradables. Comenzaba a sospechar que era un imán para las desgracias. Había sido un error que recordaría con arrepentimiento o si le encontraba el lado positivo una inmensa felicidad en mi vejez.

Soy Kim Sun-Hee, estudiante de primer semestre en filosofía y letras, vivo con mi abuelita Kim Mi-Sue y mi glotón gato Chester a las afueras de una pequeña ciudad desconocida en Norte América.

Si se están preguntando que hago en este avión rumbo a mi natal Corea del Sur, las respuestas que tienen en su mente son parecidas a las que yo me hubiera imaginado en mis más preciados sueños, pero no voy a conocer a un idol o siquiera cruzarme con uno. No, lastimosamente voy a un funeral.

Ahora estoy con mi abuela en este estupido avión, he dejado a mi querido gato Chester en un refugio para gatos, aunque sé que lo cuidarán muy bien, lo empiezo a extrañar. Me hará falta de apoyo moral.

Mientras hacemos una escala me pongo a recordar que todo había sido un caos porque la abuela no lo tomó de buena manera (y no la culpo, era una noticia terrible), escuchar sus gritos y ese rotundo: DE NINGUNA MANERA ME LA VAN A QUITAR.

Hizo que corriera escaleras abajo con preocupación, quizás una de sus amigas del taller de costura se había accidentado o algo pasó. Él qué, no lo sabía.

-¿Qué pasa abue? ¿Quién es? -cuando llegué a su lado ella estaba pálida, de no ser porque la detuve de la cintura de seguro hubiera caído y lastimado su cadera.

Le insistí que me pasara el teléfono pero ella se negaba. En cuanto había llegado hasta ella, se enmudeció.

-Está bien, lo más pronto posible estaremos ahí.

Su mirada perdida y su temblor en las manos no me convencían de que se encontraba bien.

-¿Qué sucede abuelita? ¿Es el tío Benjen?

Le decíamos tío Benjen al señor que nos ayudaba a veces con las cosas descompuestas de la casa, un vecino de lo más amable.

Ella negaba, colgó el teléfono y se sentó despacio en el sofá, señaló a la cocina y fuí corriendo por un vaso de agua. Tomó el vaso con las manos aún temblorosas.

Behind The Sun | J Hope y TúDonde viven las historias. Descúbrelo ahora