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-¿Dónde estamos? -se me ocurrió preguntar al ver qué bajábamos por una calle angosta. -¿A dónde vamos? -volví a repetir pero solo recibí silencio.

Intenté buscar la manija de la puerta pero el automóvil no tenía ni siquiera botones a la vista. El chófer me vio por el retrovisor y negó, advirtiendo que no se me ocurriera ni siquiera pensar en escaparme.

Miré con atención afuera, era una especie de barrio antiguo de bares, locales de tatuajes y tiendas de aspecto tétrico. Las luces neones y la alta música se escuchaba salir de cada uno de los locales que fuimos pasando. El chófer se detuvo frente a uno, no tenía ni un solo cartel afuera y sus ventanas habían sido tapadas con madera. Todo el local era de paredes negras y solo una especie de neblina salía de la puerta principal.

-Bájate -ordenó y se escuchó el seguro de la puerta abrirse.

-¿Qué pasa? ¿A dónde me ha traído?

Al parecer no me tenía paciencia para explicarme el mínimo detalle. Así que en lugar de responderme, se bajó del automóvil y abrió mi puerta.

El corazón se me aceleró de inmediato al ver sus manos acercarse a mi cuerpo, no me quedé quieta y salí del auto, a la oscuridad de la calle. Me cubrí el pecho con mis brazos, el aire era frío.

El chófer volvió a su asiento luego de cerrar las puertas del vehículo, me di media vuelta para verlo e intentar comprender. Él se limitó a sonreír y aceleró, yéndose a toda prisa antes siquiera le preguntara algo. Quise correr detrás del automóvil pero una parte de mi negó rotundamente, esta era mi oportunidad para escapar de Lola. Miré a la entrada de aquel lugar de mala muerte y negué de nuevo, no iba a meterme ahí, jamás. Comencé a caminar cuesta arriba por la calle pero ni había avanzado cinco pasos cuando sentí el tirón de mi brazo en dirección contraria.

-¿A dónde creías ir estúpida, ah? -las uñas y voz de un hombre se clavaron en mi piel. Las lágrimas salieron sin ser retenidas. -Eres mía ahora.

-Por favor -supliqué ya con las lágrimas y el terror en mis ojos.

Su risa hizo eco en la calle, hizo un silbido con los labios y sin soltarme del brazo, dos hombres salieron por un lateral del bar.

Traté de nuevo de cubrir mi cuerpo pero fue inútil, el hombre me estiró del brazo y ahí fue cuando comencé a gritar. Uno de los hombres me cargó y me cubrió la boca. Comencé a llorar y a patalear con todas mis fuerzas, los escuché reírse y luego guardaron silencio con el rechinido de llantas de un vehículo negro.

Del automóvil salieron dos hombres con armas en mano. La sangre se me fue a los pies cuando los que me tenían retenida me soltaron y en lugar de enfrentar a los hombres, se echaron a correr, dejándome con el par.

-Por favor, no me lastimen -mis lágrimas estaban imparables, temblaba de pies a cabeza. Mi destino era morir, sí, no había duda en eso pero antes sufrir o quizás la bala fuese más rápida, evitandome el sufrimiento y moriría sin remedio.

Cerré los ojos entregándome a la muerte segura, los segundos pasaron y nada pasó en realidad. Abriendo mis ojos y creyéndome ya muerta en algún rincón del mundo de los muertos, miré a los hombres de pie frente a mí.

Me observaron bajo sus lentes oscuros y bajaron las armas, uno de ellos regresó al automóvil y abrió una de las puertas. Del automóvil bajó un hombre vestido de negro con lentes oscuros y un pasamontañas. Me di cuenta que estaba haciendo mucho frío porque él también llevaba una bufanda a juego con su vestimenta. En cuanto se acercó yo me alejé. Se inclinó y extendió su mano, era blanca, de dedos largos y no me parecieron para nada peligrosos... O quizás ya estaba al borde de la locura y cualquier muestra de supuesta bondad me podría convencer de aceptar su ayuda.

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⏰ Última actualización: May 05 ⏰

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Behind The Sun | J Hope y TúDonde viven las historias. Descúbrelo ahora