4. Set me free from my jealousy

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Narra Kellin

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Narra Kellin

—¿Sabes? No es justo lo que estás haciendo —murmuró Vic, tratando de fingir que estaba enojado, pero claramente no le salía.
—¿De qué hablas? —pregunté, haciéndome el que no sabía.
Obviamente sabía a qué se refería; hacía exactamente tres días que evitaba cualquier contacto con él, pero era por su bien... bueno, era más por mi bien.
—Como si no supieras... ¡No has dejado siquiera que te abrace!
—Vic... te dejaría, si no fuera por qué tu pene se pone "feliz" cada vez que me ve.
—¡No es mi culpa que esté enamorado de tu trasero!
—Amor, sólo serán tres días más, yo creo que puedes aguantar —dije, volviendo mi atención a la comida en la estufa.
Me parecía algo gracioso en la posición de mi vida en la que me encontraba; parecía toda un ama de casa, de esas que pasan en las telenovelas.
—¡Kellin! ¿Al menos un beso? —pidió, haciendo un tierno puchero y ¿cómo resistirme a eso?
—Bien, te daré uno, pero después de que termine de preparar la cena.
—¿Y por qué no ahora? Será sólo un beso inocente.
Suspiré, dirigiendo mi atención a mi esposo. Uní nuestros labios, y debo de admitir que extrañaba esa sensación que sólo sentía al besarlo.
El beso empezó lento y tierno, pero a medida que sus labios se movían contra los míos, fue subiendo de tono hasta el punto de que su lengua se encontraba recorriendo cada centímetro de mi boca. Sus manos se escurrieron por debajo de mi playera antes de bajar a mi trasero y no pude evitar sonreír en el beso.
—Dijiste que sólo... sólo sería un beso —gemí, sintiendo cómo movía su entrepierna contra la mía, creando una fricción que me hacía desear más.
—¿Y? Sé que no me creíste —Y tenía razón.

Volvió a unir nuestros labios, pero esta vez en un beso lleno de lujuria. Pude sentir como una de sus manos dejaba mi trasero para apagar la estufa, y fue allí cuando entendí que esto definitivamente no sería sólo un beso.
Poco a poco nos fuimos separando, hasta quedar solamente a centímetros de distancia.
—A la habitación —ordenó con voz ronca. No puse resistencia cuando, prácticamente, me arrastro hasta nuestro cuarto.
Su impaciencia se notaba en la manera que quitó mi ropa; parecía como si no nos fuésemos a ver nunca más. No basto mucho tiempo para que quedara completamente expuesto ante él.
Su lengua recorría cada parte mi cuerpo, causándome soltar suspiros y gemidos por más que intentara callarlos; extrañaba tanto su tacto que con cada caricia me hacía sentir desfallecer.
A pesar de que mi mente estaba en otro lugar muy lejano —a causa de la increíble manera en que mi esposo mordía y succionaba mis pezones— todavía tenía la duda de lo que haríamos; el doctor me había repetido una y otra vez que no podía tener relaciones sexuales durante los quince días en que la matriz artificial se desarrollara.

En un rápido movimiento quité a Vic de mí, ganando una mirada confusa por su parte, pero eso no me importo en lo absoluto. Deje pequeños besos húmedos por todo su torso hasta llegar a su entrepierna.
Tomé su miembro entre mis manos, masajeándolo con delicadeza antes de pasar mi lengua por todo el largo de éste; escuché como Vic soltó un ronco gemido cuando lo hice, cosa que me motivo a meterlo en mi boca. Traté de tenerlo todo en mi boca, pero era tan grande que tuve que rodear con mis manos la parte que estaba fuera.
—Kellin —jadeó, enredando sus dedos en mi cabello, haciéndome meter más de su miembro en mi boca, de manera que éste golpeaba la parte trasera de mi garganta.
Hacía movimientos circulares con la lengua sobre su glande, saboreando el sabor amargo del pre-semen.
—Mierda —gimió, antes de correrse en mi boca. Tragué todo su semen antes de subir para quedar a la altura de su rostro y besarlo de nuevo.
Sin separarse de mis labios, me hizo girar, quedando el arriba de nuevo. Una de sus manos recorrió con lentitud mi torno para llegar a mi pene, donde comenzó a masturbarlo lentamente, como si tuviera todo el tiempo del mundo.
Mi erección dolía, necesitaba tanto una liberación, y las manos de mi esposo hacían que esta estuviese cada vez más cerca.
—Vic... —No soporté más y me vine en sus manos.
—No sabes cuánto extrañaba esto —murmuró, tumbándose a mi lado. Recargué mi cabeza sobre su pecho, el cuál subía y bajaba rápidamente.
Pasó un tiempo antes de que su respiración se regulara y para entonces ya se encontraba dormido.

Observé cada facción de su rostro; sus hermosos ojos cafés, el piercing adornando su nariz, sus labios carnosos con la que se forma esa sonrisa que tanto me gusta, su cabello largo castaño que caía por sus hombros y me permitía enredar mis dedos en él... dios, ¿Qué había hecho para merecer a alguien como él? Recordar la primera vez que me dijo 'quiero' me hacía sonreír como idiota; había estado esperando tanto ese momento, que cuando ocurrió, no lo podía creer, aunque claro que me hubiese gustado que fuera en otras circunstancias, y no curando sus heridas por haber peleado con Austin.
Mis párpados pesaban y estaba a punto de caer dormido, cuando sonó el timbre. Me levanté de la cama completamente exhausto, ¿A quién se le ocurre venir a las... once de la noche? Juro que mataré de la forma más cruel posible a esa persona.
Probablemente me llevé la sorpresa de mi vida al ver a Austin y Alan detrás de la puerta.
—Eh, pasen —dije algo incómodo. Justo en el momento que se me ocurre abrir la puerta en bóxer y es mi exnovio con el chico que gusta de él.
Aunque habían pasado más de tres años desde que nuestra relación terminó, no lo hizo muy bien; aún podía recordar las lágrimas cayendo por las mejillas de Austin al verme teniendo sexo con su mejor amigo —en ese entonces era Vic—, en nuestro departamento, dios, no pude haber sido más cínico con él. Durante toda nuestra larga relación lo estuve engañando con Vic, utilizándolo para conseguir darle celos a mí ahora esposo; ni siquiera entiendo cómo es que aún puedo verle a la cara después de todo eso.
Apenas pasaron y Alan se fue corriendo a la cocina.
—¡Mira Austin, tienen hot cakes! —chilló el pelirrojo con emoción; sabía cuánto amaba las cosas dulces.
Para mi mala suerte Alan se quedó comiendo en la cocina mientras que Austin y yo estábamos en la sala de estar.
—Parece que a Vic le gusta marcar su territorio ¿no? —dijo Austin, viendo mi cuerpo de arriba abajo sin vergüenza.
No había notado la cantidad de chupetones que Vic había hecho por todo mi cuello y torso.
—Eh, sí, supongo —respondí, encogiéndome de hombros. Esto sí que era incómodo.
Él iba a decir algo más, pero mi esposo bajo las escaleras, y cuando vio a Austin junto a mí, un poco más cerca de lo que me gustaría, su sonrisa se borró automáticamente.
—Hola —murmuró, sin siquiera esforzarse en ocultar los celos en su voz.
—Hola Vic —sonrió el chico a mi lado—. Iré con Alan a la cocina, para darles más privacidad.
—Mierda, ¿Qué hace él aquí? —preguntó Vic, acercándose más a mí.
—No lo sé, abrí la puerta y era él.
—Qué casualidad —dijo irónico. Me molestaba que dudara de mí, aunque tenía sus motivos.
—Vic... sabes que soy sólo tuyo, no entiendo porque desconfías —admití, antes de besar sus labios.
—Si confío en ti, en quien no lo hago es en Austin —No lo podía culpar, yo tampoco confiaba demasiado en Austin, él no era de las personas que olvidaban aunque pasara el tiempo.

Aviso que en esta novela vendrán muchas escenas de smut (algunas innecesarias), si gustan quedarse, que bien, y si no, pues también, sólo te pido que si no estás de acuerdo con mi decisión de poner estas escenas, no comentes y sólo sal de la obra

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Aviso que en esta novela vendrán muchas escenas de smut (algunas innecesarias), si gustan quedarse, que bien, y si no, pues también, sólo te pido que si no estás de acuerdo con mi decisión de poner estas escenas, no comentes y sólo sal de la obra. 

Dancing With A Wolf | Kellic mpregDonde viven las historias. Descúbrelo ahora