12. We're beautiful now

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Narra Vic

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Narra Vic

No había mejor sensación que estar en el escenario frente a cientos y miles de personas gritando por nosotros. Sonreí cuando mi esposo llegó a mi lado. Sin dudarlo envolví mi brazo en su cintura para poder acariciar su pequeño vientre abultado. Aún no caía por completo ante el hecho de que dentro de siete meses tendría a nuestro bebé en mis manos.
Les habíamos dicho a los fans de Pierce The Veil y Sleeping With Sirens la noticia hacía ya varias semanas, y por suerte sólo hubo unas cuantas personas que odiaban por completo la idea de que formáramos una familia.

No podía apartar mi mirada de Kellin, quien saltaba de un lado a otro, cantando cada letra con emoción y dando todo de sí, como siempre lo hacía.
—We'd rather die than live to rust on the ground. Shit —canté la última línea. Me acerqué a mi esposo para poder besarlo y cuando uní nuestros labios en un beso corto, pude escuchar miles de gritos.
—¡Los amamos Ámsterdam! —gritó Tony por el micrófono. Después de él todos nos despedimos y lo primero que hice al llegar al backstage fue cargar a Kellin en mis brazos antes de buscar su boca.
Inmediatamente pedí acceso a su boca y recorrí cada centímetro, tratando de memorizar cada parte de esta. Mis manos bajaron hasta su perfecto trasero redondo y lo apreté contra mi cuerpo para poder crear fricción entre los dos.
—¡Ugh, por dios! ¡Qué asco! —Se quejó mi hermano—, ¿¡Qué acaso no tuvieron suficiente con lo de en la mañana!?
No pude evitar reír al recordar ese momento; Kellin y yo tuvimos sexo apenas nos despertamos y para mala suerte de Mike tuvo que ir a buscarnos para la prueba de sonido, y bueno, se puede decir que lo que encontró no fue para nada agradable, o al menos para él.
—Michael Christopher Fuentes, no te atrevas a gritarme de nuevo en tu puta vida. Que este embarazado no significa que no pueda patear tu trasero —gruñó mi esposo antes de besarme.
Una cosa que era extraño para mí y el resto de los chicos eran los cambios de humor de Kellin; un momento podía estar riendo con nosotros y al otro llorando como si alguien hubiese muerto.
—Vic, contrólalo —murmuró Jaime, y lo siguiente que supe fue que él estaba corriendo de la tierna y cariñosa persona con la que me había casado.
Sentí lastima por mi compañero de banda y tomé a mi esposo de la cintura para sentarlo en mi regazo, logrando que se tranquilizara de inmediato.
—Tranquilo bebé, sabes que Jaime es un idiota —susurré, acariciando su mejilla levemente sonrojada. Él se limitó a asentir y escondió su rostro en mi cuello.
—Te amo —masculló, uniendo nuestras manos.
—Yo también te amo, a los dos —dije, provocando que todos los demás rodaran los ojos.

Transcurrieron un par de minutos antes de que pudiéramos irnos al hotel y cuando lo llegamos allí, lo primero que hice fue tomar una ducha para quitar el sudor de mi cuerpo.
Dejé que el agua fría corriera por mi espalda, relajando todos mis músculos. No pude evitar dar un pequeño salto en cuanto sentí dos manos recorrer mi pecho, pero en cuanto reconocí el suave tacto de Kellin una sonrisa se formó en mi rostro.
Me di la media vuelta, quedando cara a cara con él. Él no tardó en buscar mis labios y siendo sincero me sorprendió un poco cuando una de sus manos enrolló mi pene.
—Be-Bé... para... los chicos nos están esperando —traté de decir, aunque no podía negarme ante él.
—Pero Vic, te necesito —Eso fue suficiente para que perdiera el control y lo estrellara contra la pared más cercana. Dios, amaba a sus malditas hormonas.

—Por fin —dramatizó Nick en cuanto bajamos al lobby—, ¿Qué mierda estaban haciendo? —Oh, oh, déjame adivinar, ¿Kellin te necesitaba? —intervino Justin, provocando que la cara de mi esposo se tornara roja

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—Por fin —dramatizó Nick en cuanto bajamos al lobby—, ¿Qué mierda estaban haciendo?
—Oh, oh, déjame adivinar, ¿Kellin te necesitaba? —intervino Justin, provocando que la cara de mi esposo se tornara roja.
—¿Qué puedo decirles? No puedo negarme a esto —dije, haciendo un ademan con mi mano al cuerpo de Kellin.
—Son unos idiotas —gruñó mi esposo—. ¿Podemos irnos ya?
Todos estuvieron de acuerdo y partimos al bar donde Jaime quería ir.

Cuando llegamos fuimos recibidos por el fuerte olor a humo y el denso aire creado por las cientos de personas bailando por todo el lugar. Sentí como el agarre de Kellin en mi mano se volvió más fuerte a medida que nos adentrábamos en el lugar.
Nos sentamos en una de las mesas más alejadas y pedimos nuestras bebidas. Me sentía un poco culpable por dejar que mi esposo fuera el único sin tomar alcohol, pero él había dicho que estaba bien con eso, y sin saber cómo, después de un rato perdí la cuenta de cuanto había tomado.
Todo me daba vueltas y las luces de colores que parpadeaban al ritmo de la música electrónica no ayudaban a que me orientara.
—Va-Vamos bebé... ba-bailemos —murmuré, arrastrando las palabras, pero en ese momento estaba tan ebrio que eso era lo menos que me importaba.
Prácticamente lo arrastré hasta la pista de baile, dejando atrás a Jack y Gabe besándose.
Ni siquiera podía llamarse 'bailar' a lo que estábamos haciendo; molía mi entrepierna contra el trasero de mi esposo, ignorando al resto de personas que nos empujaban de un lado a otro.
Estaba a punto de unir mis labios con los de Kellin, cuando sentí todo el alcohol que había tomado durante la noche subir a mi garganta. Me alejé un poco de mi esposo antes de vaciar todo el contenido de mi estómago, sintiéndome como una mierda en cuanto acabé.
—No sé cómo soportas esto —admití, limpiando el vómito de mi boca con el brazo de un extraño.
—Uh, Vic, ¿podemos irnos? —pidió Kellin, y a pesar de que yo no quería hacerlo, asentí.
Tomé su mano y juntos nos abrimos paso, empujando a varias personas que bailaban en la pista, hasta llegar a la puerta.
—¿Crees que estarán bien? —preguntó, refiriéndose a los demás.
—Sí, bueno, eso creo —murmuré—, pero no te preocupes por ellos, bebé.
Él asintió antes de hacer que colocara un brazo sobre su hombro y ayudarme a caminar hasta el hotel.
El pavimento se movía de un lado a otro y tuve que parar varias veces para vomitar; definitivamente era la última vez que tomaba.
—Vamos, necesitas descansar —murmuró cuando llegamos al hotel. Estuve de acuerdo con él y me acosté en nuestra cama, dejando que el cansancio cerrara mis párpados.

No sabía con exactitud cuánto había dormido, pero cuando desperté por el molesto sonido de mi celular, mi esposo estaba acostado a mi lado con su cabeza recargada en mi pecho. Bufé antes de contestar, sin siquiera molestarme por ver quién era.
—¿Si?
—¿Vic? Soy Danielle —No pude evitar fruncir el ceño al escuchar su voz, y como si hubiese leído mi mente continúo—, por favor no cuelgues.
—¿Qué quieres? —gruñí, sintiendo como toda esa tranquilidad que tenía desaparecía.
—¿Podrías dejar de hablar como si me odiarías?
—¿Quién dijo que no te odio?
—Vic... yo sé que no lo haces, o al menos cuando estábamos juntos no lo hacías —murmuró, y pude sentir como mi corazón se encogía al recordar todos los momentos que habíamos pasado juntos, pero todos ellos se habían quedado en el pasado y ahora tenía a Kellin.
—Lo que sea.
—Bueno, uh, ¿podemos hablar? —pidió y tuve que morder mi labio para no reír.
—¿Por qué querría hablar contigo?
—Es lo menos que me debes, ¿acaso no recuerdas todo lo que hice por ti? —No pude evitar sentirme culpable, porque ella tenía razón.
—Está bien, estaré en tu apartamento en diez minutos —bufé, terminando la llamada.
Besé delicadamente la frente de mi esposo antes de aflojar mi agarre de su cintura y salir de la cama. Me vestí con lo primero que encontré, tomé mi celular y la llave de la habitación.
Apenas salí del hotel, me arrepentí de la decisión que había tomado. ¿Hablar de nuevo con Danielle? Dios, ¿en qué mierda estaba pensando? Si Kellin se entera de esto, podía darme por muerto. Aunque, ¿qué podría salir mal? Esto era sólo para enfrentar mis problemas, sólo para eso.


Dancing With A Wolf | Kellic mpregDonde viven las historias. Descúbrelo ahora