11. You make me feel so alive

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Narra Kellin

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Narra Kellin

No podía dejar de morder mi labio en ningún momento. Eran las cinco de la mañana pero aquí estábamos en el aeropuerto esperando nuestro avión hacia Europa, donde serían las primeras presentaciones. Cualquier persona normal estaría durmiéndose o quejándose, pero había olvidado por un momento que los idiotas de mis amigos no eran normales.
—¡Vic, dile a tu maldito primo que me regrese mi celular! —chilló Justin, ganándose un golpe de parte de Nick, quien se lo devolvió después de llamarlo infantil, aunque no sabía a cuál de los dos se refería, si a él mismo o a Justin.
No tenía la menor idea de cómo soportaría estar con estos imbéciles durante tanto tiempo, pero antes de que pudiera siquiera idear un plan para hacerlo, las náuseas vinieron a mí y tuve que correr hacia el baño para vaciar lo poco que había comido.
Cuando no quedó nada en mi estómago me sentí como una completa mierda; y yo que creía que estar embarazado sería sólo flores y corazones. Ahora me arrepentía de ser yo y no Vic quien tuviera que llevar un bebé dentro, aunque conociendo a mi esposo nunca me dejaría tomar el control en nada.

Cuando regresé a la fila de abordaje, todos estaban mucho más calmados, excepto Jaime, pero en él era normal. Vic se había tirado en el suelo y estaba hecho un ovillo con una manta encima. No pude evitar sonreír e inmediatamente saqué mi teléfono, tomándole una foto. Había olvidado por completo que tenía el flash encendido y eso hizo que diera un pequeño salto.
—¿Qué crees que haces? —murmuró antes de jalarme hacía él, haciendo que cayera sobre su regazo—. Recuérdame porque hicimos esta maldita gira.
—Oh, no te quejes, tú fuiste el que tuvo la idea —sonreí, recordando lo entusiasmado que había estado mi esposo cuando nuestro manager aceptó la gira por el mundo.
—Lo sé, pero nunca pensé que todo sería así —gruñó antes de esconder su rostro en mi cuello.
Decidí dejar que se quejara todo lo que quisiera hasta que llamaran a nuestro vuelo. Levantar a Vic para abordar el avión fue la tarea más difícil que he tenido que hacer en toda mi vida. Sabía que él no era una persona que madrugara, pero esta vez estaba siendo mucho más gruñón.

Cuando por fin estuvimos en nuestros asientos creí que todo mejoraría, pero eso fue antes de darme cuenta de que estábamos compartiendo los asientos con Mike; a pesar de que Vic y él eran hermanos, a veces parecían olvidar eso. Por suerte ambos estaban cansados y sólo discutieron un par de minutos.
Estaba tan cansado y lo único que quería era dormir, por lo que le resté importancia cuando mi esposo me cargo hasta su regazo. Recargué mi cabeza sobre su hombro, moviéndome un poco para encontrar una posición cómoda. Me di cuenta que me había movido un poco más de la cuenta cuando escuché un pequeño jadeo de mi esposo.
—Oh, yo-yo... lo si-siento —murmuré, sintiendo como el calor subía a mis mejillas.
—No importa —susurró en mi oído. Tomó mi cadera en sus manos para comenzar a hacer que mi trasero se moliera contra su entrepierna.
No pude evitar soltar un chillido de sorpresa cuando sentí su mano aferrarse a mi cintura mientras que la otra desabrochaba mi pantalón.
—Vi-Vic... no —dije, tratando de mantener sus manos alejadas de mí, pero era imposible.
—Vamos bebé, nunca hemos tenido sexo en un avión —susurró en mi oído y no pude evitar soltar un pequeño gemido en cuanto palmeó mi erección.
Pensaba negarme, pero en cuanto su mano se deslizó por debajo de mi ropa interior perdí toda mi fuerza de voluntad. Sentir su piel caliente contra mi miembro hizo que cientos de escalofríos corrieran por todo mi cuerpo.
—Cre-Creí que esta... estabas cansado —suspiré, rindiéndome por completo ante él.
—Tú lo dijiste. Estaba —sonrió—. Te espero en el baño.
Antes de que pudiera responder, mi esposo ya se había levantado de su asiento. Esperé unos minutos antes de imitarlo y en cuanto entré en el cuarto de baño me acorraló contra la pared.
Sus labios buscaron los míos y su lengua pidió acceso a mi boca. Recorrió cada rincón de esta, mordisqueando mi labio inferior. Enrollé mis piernas en su cintura y me colocó sobre el pequeño lavamanos antes de volver a besarme.
Sus manos no tardaron en bajar mi pantalón sólo lo suficiente para tener acceso a mi trasero. Abrí mis piernas para él y esperé a que bajara su ropa interior. Supe que esto sería mucho más rápido de lo que pensaba cuando sin ninguna preparación alineó su pene a mi entrada. Sentí esa sensación de ardor e incomodidad en cuanto fue adentrándose en mí. Mordí su hombro de para no soltar un fuerte gemido cuando salió y entró rápidamente de mí.
Su ritmo fue aumentando hasta un punto donde podía sentir como mi espalda chocaba una y otra vez contra la pared, pero en ese momento no me importaba nada más que complacer a mi esposo.

Sus manos se dirigieron hacia mi trasero, separando mis mejillas para adentrarse más en mí, pero estaba bastante seguro que eso era imposible.
—Vi-Vic —jadeé, arqueando mi espalda al sentir como golpeaba mi próstata una y otra vez.
No pude contenerme más y pronto el pequeño cuarto estaba lleno de nuestros gemidos y el excitante sonido de nuestros muslos chocar.
Mi vista se nubló en cuanto esa sensación familiar se formaba en mi estómago. Toda mi piel ardía y no podía dejar de rasguñar la espalda de Vic por debajo de su camisa. La mano de mi esposo envolvió mi pene, masturbándolo al ritmo de sus embestidas.
Mi vista se nubló y me dejé llevar por el inmenso placer que sentía. Un fuerte jadeó se escapó de mis labios en cuanto me vine en su mano, y estaba seguro que alguien afuera lo había escuchado.
—Ugh... mierda. T-Te amo Kellin —gimió, llenándome con su semen.
Recargó su frente contra la mía, tratando de recuperar el aliento antes de comenzar a dar pequeños besos por todo mi rostro para parar sobre mis labios.
—Yo también te amo —suspiré antes de tomar sus manos en las mías.

Estuvimos así un par de minutos hasta que tuvimos que arreglar nuestra ropa. Cuando Vic salió del baño, me quedé otros cinco minutos acomodando mi cabello y limpiando el desastre que habíamos hecho antes de salir. Al parecer nadie se había dado cuenta de nada y pude llegar a mi asiento junto a mi esposo sin ningún problema, o bueno, así fue hasta que Mike habló.
—Son unos idiotas que no pueden estar ni cinco malditos segundos sin follar —gruñó. Mi cara se calentó cuando noté que lo había dicho demasiado fuerte y ahora varias miradas estaban sobre nosotros.
—No te preocupes bebé, sólo está siendo un idiota porque está celoso —sonrió, recargando su cabeza en mi hombro y quedándose dormido en muy poco tiempo. No tenía ganas de discutir con Mike por lo que preferí imitar a mi esposo.

 No tenía ganas de discutir con Mike por lo que preferí imitar a mi esposo

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Cuando tuvimos que bajar del avión fue una verdadera locura. Había cientos de fans que habían estado esperando desde quien sabe cuánto tiempo a que llegáramos. A pesar de los guardias que intentaban retenerlos, siempre había un grupo que lograba pasar por sobre ellos para pedirnos autógrafos y fotos.
Hubiera querido quedarme más tiempo con todos y poder conocerlos a cada uno, pero era imposible y nuestro manager prácticamente nos obligó a salir del aeropuerto.
El viaje al hotel fue mucho mejor, empezando porque todos habían dejado de quejarse cada cinco minutos por no haber dormido nada.
—Bien, aquí están las llaves de las habitaciones —murmuró Nick entregándonos una por cada dos personas—. Kellin y Vic tienen la más alejada de todas por obvias razones.
Pude sentir como el calor subía a mis mejillas en cuanto todos comenzaron a reír. Escondí mi rostro en el cuello de mi esposo y él enrolló su brazo en mi cintura para poder acariciar mi estómago.
—¿Qué les parece si vamos a conocer el lugar? —preguntó Jack, ganando la aprobación de todos.

Salimos del hotel y caminamos por las frías calles de Alemania, encontrándonos a fans en el camino. Llegamos hasta un pequeño bar y nos sentamos en la parte trasera.
Estos momentos eran los que más amaba de estar de gira; sentía la emoción de ya querer presentarme junto a mi banda y estaba pasaba un buen momento junto a estos idiotas.
No pude evitar sonreír; estaba con mis amigos, tenía a mi lado a la persona que más amaba y pasaría cientos de horas en el escenario haciendo lo que más me gusta. Sin duda, esto podía ser el comienzo de algo hermoso.


Dancing With A Wolf | Kellic mpregDonde viven las historias. Descúbrelo ahora