FernandoAl llegar al hotel, fue evidente que habían estado esperando nuestra llegada. De inmediato nos dieron acceso al elevador privado que nos llevaría al último piso que tendríamos para nosotros solos. Lety, en su calidad de asistente quería encargarse de todo, pero yo no se lo permitía. Seguía sin entender por qué, pero quería ser yo el que la cuidara y le mostrara las maravillas que el mundo tiene por ofrecer, aunque de un viaje de trabajo a Seattle se tratase.
Al llegar al hotel, nos dirigimos al último piso donde estaban nuestras habitaciones. Como lo había imaginado, Lety había reservado la suya en un piso más económico, pero con una simple llamada hice arreglos para que nuestras habitaciones estuvieran frente a frente.
"Don Fernando, mi habitación quedaba en otro piso."
"Quedaba. ¿Usted cree que la iba a dejar en otro piso en su primer viaje fuera de la ciudad? No. Yo soy responsable por su seguridad, y sería muy difícil cuidarla desde tan lejos."
"Gracias." A pesar del nudo en su garganta, pude notar como relajaba sus hombros en alivio.
Mi respuesta solo fue una sonrisa. Con confianza abrí su puerta y le cedí el paso. Solo porque comenzaba a acostumbrarme a sus reacciones de asombro ante cosas nuevas, no dejaba de llenarme de ternura. La habitación era una muy normal. Una cama grande, un baño, una lampara sobre el escritorio, minibar lleno de toda clase de antojo, y la televisión encendida con imágenes de paisajes y una suave música que daba la ilusión de tranquilidad. Pero ella no veía nada de eso, enfocada en la vista a la ciudad. La pared del fondo era una ventana del piso al techo por la cual la ciudad brillaba a pesar del ambiente lluvioso.
"Es hermosa."
"¿La lluvia?" Le pregunté fingiendo inocencia.
"La ciudad. Es tan parecida, pero tan diferente a Manhattan."
"Pocas cosas se pueden comparar con New York, Lety." Le hablé dejando su maleta sobre la cama. "¿Que le parece si nos refrescamos un poco y buscamos un restaurante para almorzar antes de nuestra reunión con Hoffman?"
"Don Fernando, la que debe llevar el itinerario soy yo." Me dijo dándose la vuelta y enfocándose en mí.
"Aunque lo lleve, ¿me equivoco al evaluar nuestro tiempo?" Lety sacó su celular del bolsillo trasero de sus jeans y al ver la hora me dio la razón con una sonrisa.
Con otra sonrisa en mi rostro la dejé sola y me fui a mi habitación. Directamente frente a la suya, mi habitación era la imagen reflejada de la de ella. Dejé mi maleta sobre la cama y me dirigí directamente a la ventana para cerrar las cortinas. Sabía muy bien que Lety podría soportar la lluvia mientras no se convirtiera en tormenta, pero yo no, y no iba a permitir que mi mal humor arruinara esta oportunidad de conocerla mejor...
Mi mal humor. ¿Estaba yo de mal humor? No podía decirlo con seguridad. Estuvimos en el aire por cerca de seis horas. Aterrizamos en la ciudad mas lluviosa del continente. El chofer nos trajo al hotel por la ruta pintoresca, duplicando nuestro tiempo en la lluvia. Nuestras habitaciones tenían una amplia vista de la ciudad bajo una delicada capa de precipitación... pero creo que no puedo describir mi humor como malo. Más bien, estoy emocionado ante el prospecto de pasar mas tiempo junto a Lety; y eso en lugar de preocuparme, me tenía apurándome a refrescarme para salir a almorzar con ella.
***
Una hora después estábamos sentados en un grill japonés donde cocinan frente al cliente, y como lo había imaginado, el asombro en el rostro de Leticia era de las cosas más satisfactorias que había experimentado en los últimos tiempos.
Al salir de ahí, el chofer nos llevó directamente a las oficinas de señor Hoffman donde pasamos toda la tarde profundizando en sus libros, buscando donde las cosas se le salieron de control, y evaluando por donde estaba sangrando capital. La realidad era que su cadena de hoteles contaba con una buena reputación. El problema radicaba en que a su alrededor había hoteles mucho más modernos que lo estaban dejando atrás. Por eso comenzaba a costarle mas mantener los hoteles al no estar entrando tanto dinero.
Cuando salimos de sus oficinas, ya pasaban de las ocho de la noche. Hoffman nos invitó a cenar, pero rechacé su propuesta con la excusa de que nos levantaríamos temprano para terminar con la evaluación antes de regresar a New York en la tarde, porque gracias a su desorganización, habíamos perdido más tiempo del que habíamos planeado.
"¿Qué le gustaría comer, Lety?" Le pregunté distraídamente mientras exploraba la ciudad a través de la pantalla de mi celular.
"Lo que sea."
"Eso nunca lo he visto en un menú. ¿Qué tipo de comida es? ¿Tailandesa?"
"Jijijijiji, no deja de sorprenderme su sentido del humor. Jijijiji."
"Jajajaja. Es que no es broma Lety." Me reí junto con ella.
"De verdad, lo que sea. No soy delicada, y mañana tenemos que madrugar para..."
"Lety, esa solo fue una excusa para zafarnos de Hoffman." Le dije con una sonrisa. "En realidad quiero que vayamos a cenar a un lugar que usted escoja. Algo me dice que usted no sale lo suficiente, y tal vez en nuestra vida cotidiana no puedo hacer nada al respecto, pero en este viaje sí."
"No sé qué le ha dado esa impresión..." Dijo rodando los ojos burlándose de sí misma.
"La estoy empezando a conocer tan bien como usted a mí." Le dije encogiéndome de hombros y regresando mi enfoque a mi celular para restarle importancia a mis palabras. "Dígame, ¿A dónde le gustaría ir?"
Su sonrisa iluminó su rostro con tanta inocencia como emoción. "No lo sé... sorpréndame."
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Ella y Yo
FanfictionControl. Dinero. Honor. Lealtad. En la vida no importa nada más. O de eso juraba estar convencido Fernando Mendiola cuando examinaba su vida. El era un hombre misterioso, temido por todos y comprendido por nadie. La lealtad era su compás moral y su...