Capítulo 8: Fernando

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Fernando

Marcia escogió un restaurante no muy lejos de Conceptos. Como de costumbre llegué antes que ella, y al pedir mesa me dieron la mejor del lugar. Así solía ocurrir donde quiera que fuese. No porque todo Manhattan supiera quien era, aunque también era posible, pero porque mi presencia intimidaba a todos... a todos menos a Lety... fue imposible detener ese pensamiento. ¿Por qué mi mente estaba tan llena de ella estos días? Porque estaba preocupado por ella. Últimamente me había intrigado su comportamiento, pero ahora que había confirmado que algo estaba mal en su vida, era prácticamente imposible sacarla de mi cabeza.

"Buenos días, Fernando." Marcia habló suavemente sin acercarse a besarme o alguna de esas cosas que le encantaba hacer en público. Me puse de pie para sacar la silla frente a mí y ella se sentó con esa delicadeza que años sobre las pasarelas le habían regalado. Me senté nuevamente y la tensión emanaba de ella en hondas casi visibles.

"Marcia." Pronuncié cauteloso y las palabras de Lety llenaron mi mente. "Doña Marcia es una mujer fría y calculadora." Y a lo mejor antes me negaba a verlo, pero en este instante era imposible ignorarlo. "¿Cómo te fue en tu viaje?"

"Excelente. Precisamente de eso quiero hablar. Fernando, yo no estoy lista para dejar de modelar."

"Yo no te he pedido que lo hagas. Esa fue idea tuya."

"Lo sé. Sabía que esa excusa no llegaría lejos." Con nerviosismo escondió un poco de pelo detrás de su oreja izquierda, luciendo el caro anillo de compromiso que ella misma había escogido en un viaje que hicimos a Londres.

"Marcia, al grano por favor." Mi tono era seco, el mismo que uso en los negocios y el que desde el viernes había dejado en el olvido hasta este momento.

"Fernando. Yo no puedo ir por la vida esperando que algún día te enamores de mí. Pensé que tu dinero sería suficiente para mí, pero la realidad es que no lo es."

No necesitaba más aclaraciones. Inmediatamente comprendí lo que sucedía.

"Entiendo. ¿Por fin leíste el acuerdo prenupcial?"

"¿Pensaste que lo firmaría sin leerlo?"

"No. Claro que no. Pero me sorprende que te sorprenda. Sabes muy bien que no he llegado tan lejos por tonto."

"Eso lo tengo claro. Pero no me imaginé que casarme contigo significara tanto sacrificio de mi parte."

"No seas exagerada."

"Fernando ese acuerdo habla de que no tengo derecho a un centavo de tu dinero y que tú me darías una cantidad en efectivo mensual para mis gastos. ¡Que ridiculez por Dios!"

"¿Y tú que pensaste? ¿Que pondría mi fortuna a tus pies? Estás loca."

"Lo que yo pensé no importa. Lo que sí importa es que no eres el hombre que pensaba."

"Ni tú la mujer que yo pensaba, así que creo que estamos a mano."

"¿Esto siempre solo fue un negocio para ti verdad? No te afecta en lo más mínimo que cancele la boda. Ni si quiera por tu imagen..."

"No Marcia. Un negocio implica una ganancia, y aquí yo ganaba mucho menos que tú. Y por mi imagen ni te preocupes, que se recuperará mucho más fácil que la tuya. Te lo aseguro." Me puse de pie sin hacer un solo ruido. "Que te vaya bien, y ojalá que el próximo rico que atrapes, sea más ingenuo que yo. Linda vida." Salí del restaurante sin mirar atrás, verdaderamente despreocupado por ese asunto.

Aunque tenía que admitir que era un paso atrás en cuanto a mi imagen como ella había dicho, tampoco era un golpe mortal. De camino a la empresa le llamé a Carolina Ángeles, mi coordinadora de relaciones públicas. Siempre había tenido poco trabajo a lo que mi presentación se refería, pero sabía que cuando saliera la noticia, mi nombre figuraría por unos días en Page Six, y ella querría control sobre eso.

Una vez en el edificio, me fui a la oficina de Celso, el coordinador de seguridad tanto de este edificio como de todos los que tenían Mendiola en el título de la propiedad.

"Good Morning Celso."

"Good Morning Sir." Me saludó con la mano en la frente. El también peleó en la misma guerra que yo, y al tener un rango menor al mío, nunca me había recibido de otra forma.

"At ease, soldier." Mi comando era uno de descanso.

"¿Qué se le ofrece? ¿Hay algún problema?"

"No necesariamente Celso. Pero necesito un reporte del uso de la tarjeta de código de mi asistente."

"¿La señorita Padilla?" Me cuestionó confundido. "Disculpe señor, pero su asistente tiene acceso ilimitado en este edificio... bueno en realidad en todos, aunque no los visite."

"No es el acceso lo que me preocupa Celso. Es el horario. Así que asegúrese que esté detallado por favor. Espero ese reporte en mi correo en una hora."

"Lo tendrá en treinta minutos Teniente." Me volvió a dar el saludo militar y se lo devolví. Una vez soldado, siempre soldado.

Me fui a mi oficina, y sin hacer otra parada me envolví en mi trabajo. Como me lo prometió Celso, el reporte que le había pedido llegó a mi correo puntualmente. Examinándolo solo por encima, saltaba a la vista que Lety tenía el hábito de llegar temprano y salir tarde. Con un poco más de detenimiento, noté que los fines de semana era cuando acostumbraba a salir casi a la media noche. Estaba seguro de que, con una examinación un poco más detenida, podría descubrir aún más sobre mi asistente, pero ahora no me alcanzaba el tiempo. Tenía varios edificios bajo inspección y tenía que estar presente para una de ellas para poder cerrar el negocio de compra. Cualquier otro día podría haber enviado Omar a representarme, pero desde el viernes estaba desaparecido y sin dar señales de vida.

"Don Fernando." La voz de Lety fue una distracción que recibí con los brazos abiertos.

"Dígame Lety." Me relajé sobre el espaldar de mi silla.

"Lo están esperando en la quinta avenida. El inspector acaba de llegar."

"Está bien Lety... ¿oiga, no me quiere acompañar? Usted nunca ha ido a una inspección, ¿o sí?"

"No Don Fernando. Pero tengo mucho trabajo."

"Ay Lety, usted siempre tiene mucho trabajo. Venga. Aprenda algo fuera de la oficina. Así la próxima vez, puede ir usted en lugar de mí."

"Está bien Don Fernando, como usted ordene."

"No Lety, tranquila. No es orden. Es sugerencia nada más."

La sorpresa era evidente en su rostro, pero rápido la reemplazó su sonrisa. "Está bien Don Fernando. Vamos a esa inspección."

Ella y YoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora