LetyLa mirada de Don Fernando ardía con una intensidad que no había visto desde Seattle. Sus ojos examinaban los míos como si de un complicado rompecabezas se tratara, pero al parecen encontró la solución en ellos. Aunque mis palabras podían ser interpretadas de diferentes formas, por su respuesta era evidente que había entendido lo que quería decirle.
Ya no podía negarlo más.
Mientras Miguel fue parte de mi vida, esconderme detrás de nuestro supuesto matrimonio había sido lo más fácil para mí. Negarme a admitir mis sentimientos por Don Fernando había formado una gran parte de mi diario vivir. Pero eso había terminado. Llevo más de dos meses forzándome a ignorar lo bien que me hacen sentir sus atenciones. La forma en la que sus intensas miradas me derriten por completo, la forma en la que un simple roce de su mano con la mía hace que mi corazón quiera escapar de mi pecho. La forma en la que quepo en sus brazos como si él hubiera nacido para abrazarme. Todas esas cosas y muchas más han hecho de mi tiempo en su casa los mejores y peores meses de mi vida. Los mejores porque tenerlo cerca siempre me ha hecho sentir segura, valorada, querida... pero los peores porque he estado viviendo con el constante miedo de que él no se sienta igual; que sus cariños y atenciones solo sean por lástima... hasta ahora. El teme perderme... igual que yo temo perderlo a él.
"En el corazón uno rara vez manda." Le dije con toda sinceridad, y sus ojos brillaron con más intensidad si fuera eso posible. Estar con él me traía una alegría que había añorado profundamente. En mi vida había existido un vacío que no había notado; no fue hasta que él lo llenó que me di cuenta de que existía.
"¿Qué me está diciendo exactamente Lety?" Acarició mi mejilla con su mano abierta dejándola reposar ahí, la vulnerabilidad en sus ojos tan clara como el día. "Piénselo bien."
No necesitaba pensarlo. Hacía mucho que sabía que mi corazón le pertenecía. Antes de ser libre, antes de que el me viera realmente. La vulnerabilidad es igual al dolor y yo sentía que estaba sosteniendo mi corazón en mis manos, lista para entregárselo a este hombre a pesar de que con cerrar las suyas lo podía aplastar. ¿Confiaba tanto en el como para estar segura de que no lo haría? Era una pregunta simple, pero la realidad era igual a saltar de un precipicio con la esperanza de que el prevendría mi caída. Excepto que no era una simple esperanza. En este momento, era una certeza. El entró a mi corazón como si siempre hubiera pertenecido ahí, derribó mis murallas, y le devolvió la vida a mi alma.
"Lo amo Don Fernando." Era verdad. Estaba profundamente enamorada de él. Él era tan salvaje como era caballeroso y el balance me hacía sentir viva y segura.
Al estar esperando una respuesta verbal, sus acciones me tomaron por sorpresa. Sus labios descendieron sobre los míos con una fuerza inigualable. Me besaba como si yo fuera oxígeno y él se estuviera ahogando. Completamente sorprendida e inexperta en el asunto, dejé que mis instintos tomaran el control y enredé mis manos en su cabello, mientras las suyas estaban en mi mejilla y en mi espalda. Sus labios sabían a menta y su calor era intoxicante. ¿Era real este momento? Tenía que serlo.
Su lengua forzó mis labios a apartarse y pude sentir su sonrisa cuando le cedí el acceso. En sus manos siempre había sido dócil, pero ahora era como un chocolate derretido. En el momento que su lengua rozó la mía, el beso se transformó de dulce a intenso.
No estoy segura quien se movió primero, pero en un instante estaba pillada bajo su cuerpo, una de sus manos en mi cuello y la otra en mi cadera mientras nuestras bocas se devoraban con desespero.
Desconociéndome por completo, abrí mis piernas para envolverlas alrededor de su cintura. Un quejido sensual y masculino escapó de su pecho y me sentí perder el control. Necesitaba sentirlo cerca tanto como necesitaba el aire para vivir.
Nunca me habían besado de esta forma. Nunca me había sentido de esta forma. Nunca había sentido que todo lo que necesitaba estaba al alcance de mis manos; que solo necesitaba ser lo suficientemente valiente para tomarlo... y la hora había llegado. Quería ser valiente. Necesitaba ser valiente. Mis manos jugaron con el borde de su camisa hasta encontrar su piel. -Uuff. Que calor.- Su piel ardía bajo mi toque, sus duros abdominales eran algo sacado de uno de mis más profundos sueños. Nadie me había hecho sentir de la forma que él lo hace. Era como su con ese beso me estuviera marcando; reclamándome como suya.
Pareciendo ofendido por la necesidad de aire, sus labios abandonaron los míos separándose lo suficiente para aun sentir su respiración sobre mi boca.
"Lety." Susurró mi nombre con los ojos cerrados. "Si me tocas así, amenazas impetuosamente contra mi autocontrol." Cuando abrió sus ojos, pude ver claramente la pasión que lo estaba consumiendo. ¿Cómo era posible que este adonis de hombre ardiera así por mí?
"Confío en ti." Era incapaz de reconocer mi voz; de reconocerme a mí misma. Aún con mis manos debajo de su camisa, jalé de ella hasta que no tuvo más opción que ayudarme a sacarla sobre su cabeza.
"Esa es una ingenua decisión." Sus labios descendieron sobre los míos una vez más con una intensidad que me dolía.
Controlar mi respiración era imposible. Este hombre era perfecto. Sus brazos, pecho y abdomen estaban claramente definidos gracias a las horas que le dedicaba al gimnasio. En su brazo derecho el tatuaje de globo, ancla y águila era familiar para mí; pero no era el único. En su costado izquierdo, a la altura de sus costillas, tenía tatuado el credo militar Death Before Dishonor. La muerte antes de la deshonra. Este hombre estaba marcado en más de una forma por su vida de servicio. A parte de sus valores y tatuajes, esparcidas por su torso había múltiples cicatrices que no tenía que preguntarle para saber que eran un permanente recordatorio de los años de servicio que tan orgullosamente le había entregado a su país.
"¿Esto es real?" Susurró contra mis labios, vocalizando mis propios pensamientos.
"Demasiado real." Sus labios descendieron a mi cuello y me arqueé a su cuerpo necesitando sentirlo más cerca.
"Júramelo. No quiero despertar otra vez solo en mi cama. Ya no lo soporto."
"¿Otra vez?" Le pregunté distraída momentáneamente.
"Siempre que tengo este sueño, justo aquí es que despierto." Sus manos desaparecieron debajo de la sudadera de la que me había adueñado desde llegar a su casa, jalándola sobre mi cabeza en un solo movimiento, y sus manos regresaron a reposar sobre mis caderas. "Eres perfecta." Susurró observándome como un hombre hambriento babea por un plato de comida.
Parecía que había esperado toda una vida para que alguien me deseara de esta forma. Para que el me deseara de esta forma.
Responderle de cualquier forma dejó de importar porque cuando nuestras pieles se rozaron, las palabras salieron sobrando y el mundo dejó de girar. Mi cuerpo ardía por el de él, y él estaba dispuesto a aplacar las llamas, pero no antes de que los dos disfrutáramos de ese fuego por gran parte de la noche.
ESTÁS LEYENDO
Ella y Yo
FanfictionControl. Dinero. Honor. Lealtad. En la vida no importa nada más. O de eso juraba estar convencido Fernando Mendiola cuando examinaba su vida. El era un hombre misterioso, temido por todos y comprendido por nadie. La lealtad era su compás moral y su...