Capítulo 18: Fernando

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Fernando

"Eso lo dudo mucho." Le dije manteniendo mi voz neutral. "Usted no es capaz de algo así." Aunque cargar con ese peso explicaría muchas cosas acerca de ella.

"Don Fernando, mi madre murió dándome a luz. ¿A caso eso tiene otro nombre?"

"Causas naturales. Aquí y en China, causas naturales." Asesino yo, que solo con mi dedo índice he matado a cientos.

"Dígale eso a mi padre."

"¿A caso él la culpa?" Sentí un calor extraño apoderarse de mi pecho y subir hacia mi rostro. ¿Cómo era capaz ese señor de poner tanto peso sobre los frágiles hombros de su hija? "En este instante me dice donde lo puedo encontrar para..."

"Calme. Tranquilo." En su rostro se dibujó una sonrisa melancólica. "El ya no piensa en eso."

"¿Y entonces por qué usted sí?"

"Porque esa es mi verdad. Por eso puedo soportar el precio de lo que estoy pagando; porque lo merezco."

Mi sangre hierve ante su resignación. "Usted Leticia Padilla Solís, no merece sufrir culpándose de algo sobre lo que usted no tuvo ningún control. Su mamá, que en paz descanse, no tuvo forma de saber lo que sucedería..."

"Ese es el problema precisamente. Si lo sabía. Ella había perdido tres bebés, uno detrás de otro, antes de concebirme a mí, y su cuerpo estaba muy débil. El doctor le dijo..."

"Como haya sido," la interrumpí esforzándome por controlar mi enojo a base de impotencia. "El punto es, que no hay nada que usted habría podido cambiar para que las cosas terminaran diferente."

En el silencio que nos rodeaba consideró mis palabras, y pude observar cómo su mirada pasó de la melancolía al dolor, y del dolor a la incertidumbre. "Y si no soy la mujer que mató a su madre y arruinó la vida de su padre en el proceso, ¿Quién soy?"

"Usted es Leticia Padilla Solís. Una niña dulce, amable, bondadosa, creativa, simpática, encantadora... Por lo que sé le gusta leer, aunque unas cosas bastante raras. Ama el chocolate. Odia los duraznos. Es alérgica al aguacate. Piensa que los vegetarianos están locos. Es una de las pocas personas conservadora viviendo en un estado abiertamente liberal. Nunca ha disparado un arma, pero le gustaría aprender..."

"Wow. Me prestó atención." Me interrumpió sorprendida, pero continué con mi lista.

"Es una buena juez de carácter, y tiene un tacto especial para con las personas que la rodean. Sabe anticipar las necesidades de todos, a pesar de ignorar las propias. Es una excelente amiga, y me enorgullece tenerla en mi vida."

"¿Usted y yo somos amigos?" Me preguntó, y a pesar de saber que intentaría cambiar el tema, no lo pude impedir.

"Yo diría que buenos amigos. ¿Usted no?"

"Hace unas semanas no... pero puedo ver porque ahora diría que sí."

Mientras debatía conmigo mismo si tocar el tema del gimnasio cuando todo pareció cambiar para nosotros, el mesero se acercó a nosotros para entregarnos la cuenta. Al romper mi trance me di cuenta de que el lugar ya no rotaba sobre el paisaje, estaba vacío y por todos lados se movían empleados limpiando el establecimiento. Seguramente ya habían cerrado y nosotros ni cuenta nos habíamos dado.

Después de pagar la cuenta y de disculparme con él, dirigí nuestro camino al ascensor con una mano en su espalda y salimos a la calle con sonrisas amistosas.

"Gracias por todo Don Fernando, de verdad. Nunca le había confesado tanto a una sola persona... se siente bien confiar en alguien más."

"Lety su confianza significa todo para mí." Después de cambiarme de lugar con ella para protegerla del tráfico en la carretera, metí mis manos en mis bolsillos mientras caminábamos a paso lento de regreso al hotel. La noche era húmeda a nuestro alrededor, y el poco aire que se movía a nuestro alrededor estaba cargado de todas nuestras emociones. "Usted misma sabe que yo tampoco he confiado en muchas personas en mi vida, pero sé que usted es diferente."

"¿Por qué siempre hace eso?"

"¿No confiar en los demás? Porque..."

"No. Eso lo puedo entender. Me refiero a por qué siempre que caminamos a algún lugar, me mueve hacia adentro de la acera."

"Bueno Lety, porque de este lado pasan los carros y su seguridad es importante para mí. Aparte de que mi nana fue peor que mis sargentos cuando de educación y caballerosidad se trataba."

"Doña Irmita hizo un buen trabajo." Su voz estaba llena de algo que me encantaría haber podido descifrar, pero en ese momento frías gotas comenzaron a caer sobre nosotros, dejándonos claro que caminar por las calles de Seattle no era lo mismo que caminar por las calles de New York. Estábamos a pocos bloques del hotel, pero al paso que estábamos caminando terminaríamos con una pulmonía antes de llegar a la puerta principal.

Sin detenerme a dudarlo, la tomé de la mano entrelazando mis dedos con los suyos y juntos corrimos hacia la puerta. Al llegar estábamos empapados, pero la risa se había apoderado de nosotros de una forma nunca vista. Lety quería decirme algo, pero la risa no se lo permitía, lo que me provocaba más risa a mí.

"Jijijijijiji. Don... Don Fernando... Jijijijiji."

"Ya Lety Jajajaja ¿de qué se ríe tanto?" Le abrí la puerta y nos fuimos directamente al elevador.

"Su... jijijiji... su cabello..."

"Que tiene mi..." cuando las puertas del elevador se abrieron, puede ver en mi reflejo que mi cabello había perdido toda la cordura y estaba apuntando en direcciones opuestas. Las carcajadas que escaparon de mi pecho fueron casi irreconocibles mientras intentaba rescatar mi cabello de ese desastre.

"Deje le ayudo jijijiji." Lety se acercó a mí y estirándose acarició mi cabello. La electricidad que nos había envuelto toda la noche aumentó a niveles radioactivos y me acerqué a ella como un imán que no tiene otra opción; nuestras frentes casi pegadas, las risas completamente olvidadas. Mi corazón latía a mil por hora, el pulso fluyendo audiblemente detrás de mis tímpanos. ¿El ascensor estaba dando vueltas?

En ese momento supe que estaba perdido. Porque en lo único que podía pensar era en su respiración entrecortada, su mirada tan perdida en la mía como yo en la de ella, sus labios carnosos y rojizos invitándome a probarlos, su cuerpo emitiendo ese calor que amenazaba con quemarme... ¿Cómo era posible que este momento fuera real, y que fuera con Lety de todas las personas?

Lety cerró los ojos e inhaló profundamente. "Don Fernando, no hagamos nada de lo que nos podríamos arrepentir mañana."

"Yo no suelo a arrepentirme de mis decisiones." Acaricié su mejilla con la delicadeza de una pluma antes de posar mis manos en su cintura para atraerla más a mí.

"Existe una primera vez para todo en esta vida." Dijo abriendo los ojos y dando un paso atrás. En el instante las puertas del elevador se abrieron y Lety desapareció con prisa a través de ellas. Aún aturdido por lo que acababa de suceder di un paso fuera del elevador para seguirla, pero solo pude ver como su trenza desaparecía detrás de la puerta de su habitación.

¿De verdad estuve a un suspiro de besarla a ella?

Ella y YoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora