Capítulo 11: Fernando

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Fernando

Manejaba por la ciudad con manos temblorosas. Tenía treinta y dos años lidiando con mi propia furia, pero lo que sentía en este momento era muy diferente. Me dolía el pecho y me ardían los ojos. - ¿Qué es esto? -

No quiero ir a casa. Seguramente allá me encontraría Omar, o a lo mejor Marcia estaría esperando por mí. No quiero verlos. Los mataría. A el por traidor y a ella... a ella también. Sin pensarlo dos veces, regresé a Conceptos.

Una vez afuera del coche, el aire frío me ayudó a despejar mi mente y controlar el temblor de mis manos mientras caminaba lentamente hacia el edificio considerando mi siguiente paso. Después de todo, Omar era más que mi mejor amigo y es su traición lo que me duele tanto. Marcia... Realmente, que haga lo que quiera con su vida, me da igual. Pero Lety tenía razón. Me robó algo mucho más valioso que el dinero; me robó a mi hermano.

Entré lentamente a mi oficina y me sorprendí de encontrar todo aun encendido. Lety debió irse hace horas. No entiendo por qué no...

Su usualmente delicada voz interrumpió mis pensamientos de una forma extraña. El tono de su voz evidenciaba su coraje, una emoción que hasta hace poco pensaba que ella no conocía. Al parecer la noche de Lety no estaba yendo mejor que la de su jefe.

Sin poder evitarlo, me acerqué a la puerta de su oficina para escuchar mejor.

"Haz lo que quieras. Siempre lo haces. Pero yo no sé a qué horas salga de aquí. Hay una crisis y no me puedo ir hasta que todo esté bajo control."

¿Crisis? ¿Cuál crisis? Ella me hubiera llamado en seguida. Aunque la pudiera manejar por sí sola, ella sabe que me gusta estar enterado de todo.

"Ya te dije que no voy a ir y hazle como quieras. Mi jefe me está llamando. Adiós." Me alejé de la puerta con el sonido del teléfono golpeando el escritorio.

¿Cómo supo que estoy aquí? Me senté en mi escritorio a esperar que saliera. No sé cuánto tiempo pasó, pero definitivamente fueron más de cinco minutos y ella no salía. No entendía nada. ¿Por qué no salía? ¿Por qué seguía aquí? ¿Cuál era esa crisis?

Me acerqué de nuevo a la puerta y me sorprendió escucharla... ¿llorando? ¿Qué es esto? En ese instante, me dí cuenta de que lo que dijo mi nana es verdad. Lety es una mujer muy frágil a quien no conozco en lo absoluto.

¿Tendrá problemas de dinero? No creo. Le pago muy bien.

¿Tendrá problemas en su casa? Su padre me vino a la mente, pero algo me decía que ella no le hablaría así a él, o no tendría que desquitar su coraje contra un saco de boxeo.

¿Tendría problemas con el novio? O más bien, ¿tendrá un novio con quien pelear? No tenía ni idea, y por alguna razón, ese pensamiento no me gustó nada.

Solo escuchar por algunos segundos su llanto de nuevo despertó algo desconocido en mí. No me agradaba. Me desconcertaba ese sonido. ¿Qué podía traer a esta dulce mujer a las lágrimas? ¿Quién era el culpable y donde lo encuentro para hacerlo arrepentirse de semejante pecado?

No soporté ese sonido ni un minuto más. Sin pensarlo entré a su oficina y me acerqué a ella, pero pareció no escucharme.

"Lety..." Creí hablarle suavemente, pero dio un brinco que me dejó saber lo equivocado que estaba.

"¡Ay, Don Fernando! ¡Que susto me sacó!" Me dio un golpe en el brazo que me dejó frío porque lejos de incomodarme, me gustó ver que se asustó porque no esperaba verme, no porque me tiene miedo a mí.

"¡Don Fernando!" Exclamó, tapándose la boca con ambas manos cuando reaccionó. Se limpió el rostro rápidamente y empezó a disculparse sin parar. "Que pena Don Fernando. Discúlpeme. Jamás debí hacer eso. Qué vergüenza. Ya me voy... Eh... Ahh..."

"Tranquila Lety. ¿Qué le pasa? ¿Está bien? ¿Qué hace aquí todavía? ¿Por qué llora?"

"Eh si, todo bien Don Fernando. Qué pena. No puedo creer que le pegué."

"Tranquila. Eso que usted hizo está lejos de calificar como golpe. Mejor explíqueme. ¿Por qué llora?" Seguramente estaba en shock por lo que pasó con Omar porque como si fuera incapaz de controlar mi propio cuerpo, vi como mi mano acarició su rostro limpiando una lagrima que bajaba por su mejilla.

Mi toque la tomó tan por sorpresa como a mí y dio un paso atrás limpiándose el rostro con la manga de su suéter. "Por nada Don Fernando. Yo ya me iba."

"¿Segura? Porque por lo que alcancé a oír, lo menos que quiere hacer es ir a algún compromiso..."

"¿Me escuchó?" Su cara reflejó por un segundo el horror que sintió al enterarse.

"Solo eso, y el golpetazo que dio antes de colgar y echarse a llorar. ¿Me puede decir que le pasa?" Aún sabiendo que no tenía ningún derecho a saber nada de su vida personal, me enojaba saber que había personas en su vida que la hacían llorar de esa forma. "¿Por favor?"

"Ay, no, que pena Don Fernando." Vi cómo se tropezó dos veces intentando recoger sus cosas, y en la tercera la tuve que detener de los hombros para evitar que se golpeara el rostro con el escritorio. - ¿Su oficina siempre ha sido tan pequeña? Aquí apenas se puede caminar, Dios mío. ¿Qué clase de jefe obliga a una persona a trabajar en un hoyo como este, teniendo cientos de oficinas a mi disposición? -

"Tranquila Lety." Con mis manos es sus hombros le di la vuelta para verla a los ojos. Su mirada me demostró el mismo pánico que emanaba de su cuerpo, pero no parecía estar dirigido a mí. "Cierre los ojos Lety." Me obedeció sin pensarlo y eso me agradó. "Respire profundo." Otra vez, su inmediata obediencia me complació. "Una vez más." Yo comencé a respirar con ella y sin quererlo, yo también me tranquilicé al punto de cerrar mis ojos. A pesar del horrible día, nunca había sentido tanta paz como en este instante.

"Don Fernando." Su voz era un tímido susurro. "¿Se siente bien?"

"¿Por qué la pregunta?" La cuestioné con los ojos aun cerrados.

"Porque está sonriendo."

"¿Y eso es raro?" Abrí mis ojos a tiempo de ver que mi pregunta la tensó y eso era lo que menos quería. "Olvídelo." Le dije soltando sus hombros. "¿Mas tranquila?"

"Si Don Fernando. Gracias. Nunca me imaginé que supiera de meditación o respiración o no sé qué sea lo que acaba de hacerme..."

"¿Hacerle? El que la oiga pensaría que la hipnoticé o algo así."

"Jijijijiji. De todas formas, gracias. Ya me voy." Dudó por un segundo entre tomar sus cosas o decirme algo más. "A menos que necesite algo..."

"Nada Lety." Mis palabras no habían terminado de salir de mis labios, cuando ya me había arrepentido de pronunciarlas. Pensé que quería estar solo, pero encontrarla aquí me hizo darme cuenta de que era eso lo que menos quería. "Pero no tiene que irse si no quiere. Tengo la impresión de que, al igual que yo, no tiene ninguna prisa por llegar a casa."

"La verdad es que no." Suspiró pensativa. "Este es uno de esos días que no parece terminar nunca, pero igual no creo que cambiaría mucho las cosas que traerá el día de mañana."

"Lety, lo dice y no lo sabe." Pasé una mano por mi cabello y creo que notó como la tensión de la noche me volvió a invadir.

"¿Cómo le fue en su comida?" Lety movió su rostro de lado, examinándome cuidadosamente. - ¿Siempre ha hecho eso? -

"Si yo le contara..."

"No tiene que hacerlo si no quiere... Pero a veces desahogarse puede ser terapéutico para el alma."

"¿Sabe una cosa Lety? Si quiero. ¿Se toma un trago conmigo?" Señalé hacia la salita de mi oficina y ella pasó con la cabeza baja, pero alcancé a ver su tímida sonrisa...

Ella y YoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora