Capítulo 19: Fernando

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Fernando

La noche había sido una tortura para mí. Me la pasé dando vueltas en la cama, torturándome por no cerrar el espacio entre nosotros y robarle ese beso que tanto deseaba... y a la misma vez debatiendo por qué rayos estaba tan desesperado por cometer semejante tontería.

Lety era mi asistente; mi mano derecha. Una niña de corazón roto a quien estaba seguro poderle devolver todas las ilusiones que alguien más le había robado... La pregunta sin respuesta era ¿Por qué? Tenía que admitir que nunca en la vida me había sentido así. Nunca he sido un hombre impulsivo, ni mucho menos dominado por mis emociones.

¿Cómo hizo Lety para despertar algo que estaba tan muerto en mí? Quiero protegerla. Quiero enseñarla a disfrutar la vida. Quiero cuidar de ella y que nada malo le pase en la vida... Ella solo necesitaba que alguien la mirara, y viera a la persona que llevaba tanto tiempo escondiendo.

Lo extraño era que a la misma vez me sentía vulnerable. No debía dejarme llevar por mis emociones. Las emociones son peligrosas e incontrolables, y Fernando Mendiola solo toma decisiones donde el control esté en sus manos... Pero Lety...

Unos golpes en la puerta me distrajeron de mi tortura. Malhumorado, me levanté de la cama sin molestarme por buscar una camisa con la cual cubrir mi pecho. Seguramente era algún borracho que se había equivocado de puerta, en busca de la fiesta que parecía provenir de la habitación a mi derecha.

"Go away." El comando salió de entre mis dientes al abrir la puerta.

"Si nos arrepentimos mañana, ¿Qué más da?" La voz de Lety disipó mi mal humor de inmediato, y cuando sus manos volaron a mi cuello para atraerme a ella perdí toda noción de mí. Sus suaves labios se apoderaron de los míos como ninguna mujer en el pasado lo había hecho. Una de mis manos voló a su cintura y otra a su cabello y la pegué a mí con tanta fuerza que me imaginé que le hacía daño. A través de su delicada ropa de noche pude sentir su cuerpo arder contra el mío y perdí el control. La levanté en el aire y con sus piernas rodeó mi cintura buscando balancearse. Era tan frágil, tan delicada... si la apretaba demasiado fuerte, estaba seguro de que la partiría en dos... pero no me importaba. Con una patada cerré la puerta de mi habitación y la senté sobre el buró para enredar ambas manos en su cabello. Su beso era dulce pero sediento, sus labios suaves pero firmes, su cuerpo moldeado perfectamente al mío... Su necesidad de mi era profunda y con total certeza podía decir que, en toda mi vida, jamás había vivido un momento tan excitante como este...

"Don Fernando." Su voz era un susurro.

"Mmmmmm." Fue todo lo que fui capaz de murmurar.

"Don Fernando." Repitió, pero esta vez su voz era fuerte.

"Mmmmmm."

"Don Fernando, ¿en qué tanto piensa?"

Su voz por fin penetró mi subconsciente y me trajo de vuelta a la realidad que me rodeaba. No estaba en mi habitación, con ella entre mis brazos. Ella no estaba vestida con un delgado pijama que me permitía sentir su cuerpo libre de toda armadura, ni yo semi desnudo frente a ella. Estábamos en la sala de conferencias de Hoffman rodeados de papeles, y ella me miraba curiosa desde la silla frente a mi resguardada tras su aburrida armadura; su cabello recogido, sus lentes esforzándose por esconderme sus ojos...

"Don Fernando, ¿se siente bien?"

"Si, si Lety. Perdón. Es que no dormí bien anoche. En la habitación al lado de la mía parecía haber una fiesta o algo así." No era mentira, pero tampoco era toda la verdad; una línea con la que últimamente estaba demasiado familiarizado.

"Entiendo. Yo creo que ya terminamos aquí." Dijo cerrando su carpeta. "Hoffman lo está esperando en su oficina para escuchar su propuesta."

"Perfecto. Terminemos con esto de una buena vez." Me puse de pie abrochando mi saco, impaciente por salir de aquel lugar. Descifrar como Hoffman manejaba su negocio me dio dolor de cabeza.

Ella y YoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora