FernandoLos días pasaban lentamente, mezclándose unos con otros. Lety estuvo en el hospital un total de cuatro días antes de que la dejaran salir. La venda de su cabeza había desaparecido pero la recuperación de su pelvis y su pierna sería más lenta. Mientras estuvo en el hospital, pasé la mayor parte de mi tiempo a su lado. En las mañanas iba a Conceptos a firmar documentos y a supervisar que todo marchara adecuadamente, pero a la hora del almuerzo regresaba al hospital con comida para los dos y me quedaba con Lety hasta que las enfermeras prácticamente me corrían de ahí.
A pesar de las circunstancias por las que estábamos ahí, pasamos esos días riendo y disfrutando de la compañía del otro; la electricidad entre nosotros siempre presente. Cuando yo aparecía en el marco de la puerta de su habitación, la forma en la que su rostro tomaba vida y sus ojos se derretían al encontrar los míos inflaban mi pecho de una forma que me aseguraba que me encontraba en el lugar adecuado. A todo momento me encontraba peleando contra el deseo de decirle que la amaba, pero aún no es el momento adecuado. Por más que quería ser sincero con ella, mi prioridad era su recuperación. Mi nana decía que era miedo a su rechazo lo que me detenía, y sinceramente no quería detenerme a considerar si tenía razón.
Mi nana la visitó también todos los días, y creo que todos le agradecíamos al cielo su presencia. En más de una ocasión estuvo ahí ayudando a Lety con los aspectos más íntimos de su cuidado y prestándole su hombro cuando una pesadilla o un recuerdo se apoderaba de ella y no podía parar de llorar. Verla tan lastimada me dolía más de lo que me dolían mis propios tormentos. Yo sabía lo que era que el subconsciente te traicionara hasta el punto de revivir el momento más duro de tu existencia sin poder cambiar el final.
Inconscientemente estiré una mano hacia ella y la entrelacé con la suya mientras mantenía la otra sobre el volante de camino a casa. Seguía sin entender qué era exactamente lo que hacía a Lety tan especial. Por qué era que la más mínima inconveniencia hacía que todos mis instintos protectores se dispararan agresivamente. Ella la apretó con una sonrisa tímida. A pesar del evento tan traumático por el que había pasado hace apenas unos días, mi toque parecía ser el único que no la hacía querer escapar de su propia piel... Y una parte egoísta y oscura de mí que no conocía, saltaba de la emoción cada vez que ocurría un pequeño detalle como ese. Pero otra parte de mi subconsciente me recordó que solo ella sabía cuántas veces había aceptado un toque mío después de haber recibido una golpiza la noche anterior a manos del desgraciado de Miguel Narváez.
Celso estaba sobre su pista y al parecer había huido al estado de la Florida, y lo había dejado en manos del detective Burgos. Concentrándose en descifrar los planes de Román, Celso estaba entregado a la investigación, pero rápidamente aprendió que Román era mucho más astuto que Miguel. Enfocado y guiado por dinero y no por un vicio, Román no había cometido ningún error que nos revelara sus intenciones. Algunos de los de su banda habían sido más descuidados y evidentes en su búsqueda de Lety, pero no pasaron del lobby del hospital donde les negaron la entrada.
"Don Fernando, ¿Qué lo tiene tan preocupado?" Lety apretó mi mano con interés. "¿Pasa algo que no me ha dicho? ¿Todo está bien en la empresa?"
"Lety estoy preocupado por usted, nada más." Le dije con mi mejor sonrisa.
"Y se lo agradezco, más de lo que se imagina, pero hay algo más."
"No deja de sorprenderme lo bien que me conoce." Le dije con sinceridad, resignándome a revelarle lo que descubrió Simon. "Lety lo que pasa es que, ¿recuerda que le había pedido a Simon que acondicionara su casa y cambiara las cerraduras?" Ella asintió silenciosamente, recordando nuestra conversación. "Hoy cuando llegó a dejar algunos materiales, la encontró ardiendo en llamas."
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Ella y Yo
FanfictionControl. Dinero. Honor. Lealtad. En la vida no importa nada más. O de eso juraba estar convencido Fernando Mendiola cuando examinaba su vida. El era un hombre misterioso, temido por todos y comprendido por nadie. La lealtad era su compás moral y su...