Beomgyu había vívido su vida siendo esclavo de su propia familia lleno de alfas, en la sociedad actual de la manada Choi, un omega era vergüenza para su familia. Beomgyu jamás sintió que es el cariño, no puede hacer o decir sin pedir permiso, Él ya...
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—Te irás a tu habitación y no saldrás hasta que mis joyas aparezcan — demando con voz de mando Jangmi, la alfa de la manada Choi, mientras miraba con asco al pequeño hombre tirado en el suelo.
El omega sólo asintió aún con la mirada baja sin mencionar nada, temía moverse o hace algo mal y recibir dolorosos golpes de la alfa.
— ¿Algo que decir omega? - nuevamente Jangmi miro al suelo en donde yacía el menor.
El omega negó frenéticamente y se arrodillo en muestra de sumisión.
— Bien, ahora vete que no aguanto verte - Jangmi escupió a la cara del omega con una sonrisa burlona, sabiendo perfectamente que el omega jamás se defendería.
El omega se puso de pie aun cuando sentía un molesto dolor en su espalda por los recientes 20 látigos que recibió, pero a pesar del dolor él no podía decir nada ni quejarse, no si quería vivir.
— ¿Otra vez dando problemas? - Choi Gaeul bajaba las escaleras haciendo notar su vestido negro ceñido al cuerpo que portaba. — ¿Qué hizo esta vez?
— Esa escoria robó mis joyas de nuevo — Jangmi señaló al omega que yacía subiendo las escaleras despacio para no propagar el dolor.
— A parte de omega nos saliste ratero Beomgyu — Gaeul miro con enojo al omega. — Demasiado mal, pero ya nada me sorprende viniendo de ti.
Beomgyu palideció al verla bajar en su dirección, rápidamente se arrodillo en el escalón que antes estaba parado. No quería más problemas, tampoco quería más golpes.
— No entiendo porque la luna nos castigó con un omega — Gaeul miró con desagrado al omega. — Ruega que papá no se entere o te matará.
— Claro que Taeil se enterará, te aseguro que así será — Jangmi chilló angustiada, sus valiosas joyas se habían extraviado y sólo había una persona en el mundo que podía tenerlo.
— Vaya que mala suerte Beomgyu — Gaeul sonrió y se agacho un poco a la altura en donde Beomgyu yacía arrodillado. — Y ¿Te digo algo? — Gaeul sonrió al ver la negativa de Beomgyu para mirarlo. — Yo tengo esas joyas.
Beomgyu abrió sus ojos de sorpresa, le castigarán por algo injusto y él no podía hacer nada. Así que solamente apretó sus pequeñas manos en un puño de la cólera que sentía más no hizo nada.
Después de todo, era en vano tratar de defenderse.
— Gaeul aléjate de ese desecho, ve a la reunión que mencionaste — Jangmi miró a Beomgyu. — Vete ya Beomgyu que no soporto verte.
Beomgyu se puso de pie y siguió caminando hacia el ático, que ellos le dieron por habitación.
— Recuerda llegar antes de la cena Gaeul — la alfa le recordó a su hija. — Taeil nos tiene un mensaje importante que darnos y no podemos faltar.
