Epílogo: El conjuro más terrible.

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Pasaron catorce años que pesaban sobre los hombros de Jaume. Cuando empezó el combate tenía cuarenta años, ahora ya había cumplido los sesenta, llevaban veinte años combatiendo. Aun así, procuraba no estorbar a sus compañeros, que avanzaban más despacio de lo habitual porque tenían que seguir el ritmo del anciano.

Una tarde, Kosmo se puso a temblar, había localizado a Golem a varios kilómetros de donde ellos se encontraban. Recorrieron la distancia y, en pocas horas, estaban frente a un centauro de cuatro metros de altura. Llevaba un casco, que le cubría la cara, del que salían por detrás serpientes a modo de melena. En el pecho tenía dos ojos enormes.

—Cuidado con los ojos —les advirtió Kosmo.

Alyssa, Dauwan y Law se pusieron en guardia y los humanos sacaron los libros. Las chicas se escabulleron detrás del centauro sin que las viera y Kosmo se plantó frente a él. La estrategia consistía en que el chico lo distraería y le lanzaría el conjuro para detener el tiempo, mientras que los otros tres atacarían: Dauwan y Law se encargarían del mamodo por ambos lados, pero a cierta distancia, y Alyssa y Salali desarmarían al humano y le quemarían el libro.

La mamodo estaba demasiado lejos como para saber qué pasaba con Kosmo, pero pudo ver como el mamodo y su compañero se paralizaban a causa de una luz y eran incapaces de atacar. Dauwan y Law tampoco respondían, pero al no tenerla de frente, la luz no los iluminaba. El compañero de Golem empezó a gritar un conjuro. Sin pensárselo dos veces, Alyssa se acercó corriendo y le lanzó un Reis al libro que Jaume tenía abierto. Kosmo volvió en sí cuando su libro se carbonizaba y se dio cuenta de que Alyssa lo acababa de salvar del hechizo de Golem.

—Gracias, yo... os he fallado.

—Kosmo, ¡te echaré de menos! —le dijo a su compañero mientras lo abrazaba.

—Venceremos a Golem, no te preocupes. Nos encontraremos de nuevo —le aseguró Alyssa.

—Id con cuidado —le pidió el mamodo.

Cuando Kosmo despareció, Alyssa se giró para tener de frente al centauro. Sus compañeros reaccionaron de nuevo y se pusieron a su lado.

—Vaya... ¿qué tenemos aquí? ¿Eras tú la que te escondías? ¿Y tu compañero? —le preguntó Golem.

Como respuesta, Alyssa le lanzó un Gigano Reis que le dio de lleno en el pecho.

—¡Maldita niñata! Necesitarás algo más poderoso que eso para derrotarme.

Dauwan y Law se pusieron en guardia y sus compañeros le lanzaron hechizos básicos para hacerlo retroceder. El centauro soltó tal carcajada que tanto Willy como Olaf se quedaron callados sin valor de seguir atacando.

De pronto, en el silencio de la noche, se oyó la voz de Salali, quien estaba escondida, gritando:

—¡¡Baberuga Gra...!!

—¡¡No!! ¡¡Esperad!! ¡No ataquéis! ¡¡Si atacáis, moriré!! —dijo una voz desde la cabeza de Golem. Una serpiente tenía atrapada a una niña pequeña, que gritaba de miedo.

—Es mi hija. Golem me obliga a pelear porque tiene secuestrada a mi hija. Si le atacáis, la mataréis —lloraba el compañero del centauro.

 Si le atacáis, la mataréis —lloraba el compañero del centauro

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