Capítulo 17: Una triste misiva.

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Brago accede a que Sherry habilite una sala para los entrenamientos. Desde la visita de Lucky, el mamodo se comporta mucho mejor con los humanos. La rabia ha desaparecido y, aunque sigue siendo muy estricto con los ejercicios que le plantea a Sherry, no se pone violento cuando no los ejecuta bien.

La chica mejora día a día. Su determinación sigue intacta y su concentración aumenta conforme lo hace su habilidad para la lucha. Los ataques a los que la somete Brago son cada vez más peligrosos y, en más de una ocasión, Sherry se deja vencer por el miedo.

—El pánico a morir es el peor enemigo para un guerrero —la instruye el mamodo—. Si piensas que ya estás muerta desde el principio, podrás liberarte de ese miedo y concentrarte en el ataque sin vacilar.

 Si piensas que ya estás muerta desde el principio, podrás liberarte de ese miedo y concentrarte en el ataque sin vacilar

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Sherry sabe que, en el campo de batalla, no podrá contar con la protección de Brago. Debe aprender a defenderse ella sola. Y también tiene que ser capaz de atacar a un mamodo sin la ayuda del libro.

Los ejercicios de concentración le resultan mucho más sencillos. Sherry consigue conectar con el libro y desbloquean los conjuros con facilidad. Cuando los atacan, entiende a la perfección las instrucciones y los deseos de Brago, aunque no se los indique en voz alta.

*********

Una mañana, Brago se sienta en el jardín de la casa que limita con el bosque. Cierra los ojos. Respira profundamente. Va desconectando sus sentidos para alcanzar la concentración necesaria. La vista ya la tiene apagada. Oye los pájaros piar en el bosque. Va acallando sus oídos hasta que lo envuelve un silencio absoluto. El olor a tierra húmeda se le mete por la nariz con cada respiración, pero poco a poco se acostumbra a él y deja de sentirlo. Traga saliva y, ya sin olor, el gusto también desaparece. El tacto de su ropa, el frío y la dureza del suelo... su cuerpo se desprende de esas sensaciones, es solo un objeto que ha dejado sentado. Su mente se ha separado de él.

Siente la fuerza de la Tierra. Quiere llegar al centro del planeta donde se encuentra el centro gravitacional. Deja que su energía fluya hacia abajo. Atraviesa las capas de la corteza terrestre. Se adentra en el manto. Ha conectado con el libro, que tiene reposando en su regazo, y su magia lo acompaña en ese viaje vertiginoso a un destino incierto. Siente el poder del astro y lo une con su propia magia.

Dos fuerzas afines trabajando juntas. Absorbe el poder de la Madre Tierra. El núcleo, tan lejano, lo nota cada vez más accesible...

—¡¡BRAGO!! —lo interrumpe una voz.

El mamodo entreabre los ojos y ve a Sherry delante de él, sonriéndole. Brago la mira con furia. Si no fuera por la promesa que le ha hecho a Lucky, le daría un puñetazo.

—Me has interrumpido en un ejercicio muy difícil. ¿Sabes el rato que he pasado para llegar a ese nivel de concentración?

Oups! Pardonne (1). Es que ha llegado una carta de Juan —le informa mientras le muestra un sobre.

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