trece.

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OLIVIA10 de Febrero de 2020

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OLIVIA
10 de Febrero de 2020

Saint-Tropez

Sabía que la mañana post-casamiento de Lara iba a ser bastante dura y no me había equivocado. Me había levantado en mi habitación, con resaca, y sin recordar ni cómo había llegado al hotel en primer lugar. De eso ya habían pasado varías horas, porque me había tomado el tiempo de ducharme, arreglarme y bajar a desayunar sola, ya que Charles estaba ocupado organizando con Ferrari las pruebas que serían en Barcelona y no pudo acompañarme.

No lo veía desde la madrugada, así que decidí subir a buscarlo. Me encontraba en el ascensor, y una vez que salí de este para caminar por el pasillo, la puerta de la habitación de Charles se abrió y él salió, así que me detuve abruptamente llamando su atención.

Lo miré, viendo como el sonreía un poco.

—Buen día—me saludó, rascando su nuca con una leve sonrisa.

—Buen día—hablé, sonando más animada.

—¿Cómo te sientes?—preguntó, mirando mi cara con detenimiento, buscando algún indicio de que la resaca me tenía mal. Charles sabía que levantarme con resaca me ponía de mal humor, sin embargo, tan solo tuve que verlo para que todo pase a segundo plano.

—Bien, llevando como puedo la resaca—contesté, haciendo una mueca—¿Ya desayunaste? Porque si no lo hiciste, te puedo acompañar.

—No, gracias, ya desayuné en la habitación—me respondió, por lo que levanté una ceja. Decidí restarle importancia a ese detalle y acomodé mis lentes de sol sobre mi cabeza, notando que él seguía cada movimiento que hacía—¿Y ese papel?

Su pregunta fue curiosa y me observaba intrigado, así que extendí las fotos y les di un último vistazo.

—Ah, son fotos de la cabina—dije, mordisqueando mis labios, dando vuelta el papel y mostrándoselo. Él levantó sus cejas y llevó su mirada al papel y luego a mí, enarcando una de sus cejas mientras mantenía la boca abierta, sin saber que decir—me las dió Luca.

Charlas carraspeó su garganta y pestañeó, para asentir con su cabeza. Guardé la foto en mi bolso y lo miré, con los ojos abiertos mientras golpeaba el suelo con mi pie por los nervios que estaba sintiendo.

—No me acuerdo nada de anoche—solté. El castaño relamió sus labios y su mirada cayó. Pasó su mano por su pelo y arrugó su nariz, luciendo bastante decepcionado.

—Eso no suena bien—comentó, por lo que asentí con mi cabeza estando de acuerdo con él.

—¿Tenemos una tira de fotos de la cabina?—cuestioné esperanzada.

—No—respondió—de hecho, no sé en que momento fuiste con él a la cabina.

Cerré mis ojos y bufé, masajeando mi sien.

OVERDRIVE ─ charles leclercDonde viven las historias. Descúbrelo ahora