seis.

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OLIVIA

Autódromo Nacional de Monza
8 de Septiembre de 2019

Finalmente, el día de carrera había llegado. Era la primera vez que iba al Autódromo Nacional de Monza y que fuera en ese contexto y con el ambiente que había lo hacía todo más emocionante para mí.

No había ido a las prácticas ni a la clasificación porque estaba en Milan; decidí quedarme a ver la final del US Open que disputó mi novio contra el mismísimo Rafa Nadal. Lamentablemente, y después de un difícil partido que duró cuatro horas y cincuenta minutos, Francisco perdió. Su nombre retumbó en las tribunas a pesar de su derrota, su rival lo llenó de halagos y expresó que era un tenista talentoso, pero igualmente no sirvió para aliviar la decepción y la tristeza que él sentía.

No habían palabras existentes para decirle a Francisco que le sirvieran de consuelo. Mantuvo la cabeza alta, felicitó a su rival y se quedó a ver como le entregaban su trofeo, pero en cuánto ingresó a los vestidores supe que tendría que recibir su llamada y así fue, aunque con varios minutos de tardanza. Media hora, para ser exacta.

Cuando me llegó su llamada, me comentó que había hablado con su mamá, lo cuál era inusual porque él siempre me llamaba a mi primero, pero le resté importancia porque era entendible que necesitara sus palabras. Además, ella estaba preocupada por su salud desde que lo vió deshidratado en el partido anterior.

Dejando eso de lado, antes de tomar la decisión de quedarme en Milan, creí que lo mejor era avisarle a Charles que no estaría en el circuito de Monza esos dos días. El monegasco no tuvo problema, pero igualmente le prometí que iba a estar ese día.

Y lo cumplí, porque finalmente estaba en el circuito, después de manejar el auto de mi hermano de Milan hasta Monza. Charles me había dado un pase VIP en Milan y sus hermanos me esperarían en la entrada, porque él no quería que estuviera sola durante la carrera, y ellos dos insistieron en que los acompañara también, a lo cuál no pude negarme.

Por eso me encontraba acompañada de Lorenzo y Arthur Leclerc, quienes me habían esperado en la entrada del paddock.

La atmósfera era una cosa de locos. Los Tifosi desbordaban emoción, los empleados de Ferrari se veían entre entusiasmados y nerviosos y el causante de ello había sido el mismísimo Charles, quién les dió la primer alegría del fin de semana al conseguir la pole en la clasificación.

Yo me había enterado por la cuenta de Instagram de la Fórmula Uno y lo había felicitado con un mensaje, recibiendo una respuesta cargada de emoción de parte del piloto de Ferrari.

—En cualquier momento los llaman para alistarse—nos avisó Lorenzo—. ¿Vamos?

Asentí con mi cabeza y los seguí, porque iríamos a la hospitalidad de Ferrari.

Ambos hermanos me habían comentado que Charles estaba contento y que los fanáticos de Ferrari estaban esperándolo afuera del hotel antes de dirigirse al circuito, gesto que lo hizo sentir más confiado.

Cuando llegamos a la hospitalidad de Ferrari, Charles ya estaba cambiado con el traje de Ferrari y se encontraba sentado en una silla, con sus brazos apoyados en una mesa. Arthur fue el encargado de llamarlo, y en cuánto levantó su cabeza y me vió,  sonrió y se levantó para dirigirse a mi y abrazarme con fuerza. Pascale también estaba allí y había alcanzado a saludarla, antes de que se fuera a las gradas con sus amigas y otros familiares.

OVERDRIVE ─ charles leclercDonde viven las historias. Descúbrelo ahora