OVERDRIVE ─ charles leclerc

veintitrés.

OLIVIA
26 de Agosto de 2020

Mónaco

El ambiente que había en la sala era tenso e incómodo, algo que no era usual cuando se trataba de la presencia de Charles y la mía en un solo lugar.

Sabía que nuestros amigos lo percibían y se habían dado cuenta de que algo pasaba, y había notado que hacían todo lo posible para que los dos participemos de sus conversaciones y que eso desapareciera, pero no servía de mucho.

En algún punto de la noche, dejé de hablar y me sumergí demasiado en mis pensamientos. Había observado a mi alrededor y luego a Charles, quién a veces dejaba escapar una sonrisa y negaba con su cabeza o reía de lo que decían sus amigos. No le quería sacar eso, ni tampoco hacerlo sentir incómodo alrededor de su gente, porque era obvio que ellos eran su gente, sus amigos de toda la vida y quienes estaban con él siempre. Y yo había aparecido después.

Ellos me habían recibido de la mejor manera, me integraban en todo y me trataban como si fuera una de ellos, pero al fin y al cabo, no era lo mismo.

Y entonces recordé a Lara, diciéndole a Chiara algo que me quedó marcado; «los amigos de tu pareja, no son siempre tus amigos».

Mordí el interior de mi mejilla y luego bajé mi mirada hacía mis manos, jugando con mis anillos. Mi celular estaba en mi regazo, pero no lo prendí porque me parecía una falta de respeto a los chicos. Ya demasiado con la tensión y la poca atención que les estaba dando.

La verdad, los quería y apreciaba mucho... pero estaba extrañando a mis amigos.

Si había algo que me encantaba era tener la amistad siempre presente en mi vida. Tenía a mis amigos de toda la vida, a los que hice en Mónaco y a los que hice gracias a mi trabajo.

La temporada de MotoGP era larguísima, demandante y requería muchas horas del día, por lo que si o si, estaba obligada a pasar tiempo con mis compañeros o gente de ahí, así que había hecho varias amistades. Con el camarógrafo, con la chica encargada de las redes sociales y también con algunos pilotos. Fabio Quartararo, Luca Marini y Francesco Bagnaia eran los más cercanos a mi edad, así que con ellos pasábamos más tiempo entre carreras. En los días que hablaban con los medios, clasificaciones y en los aeropuetos, siempre estaba acompañada por alguno y la verdad, ya los consideraba amigos a todos. En especial a Fabio, que era el más simpático y confianzudo de los tres.

Y también por ellos es que me había encariñado ya con mi trabajo ahí, así que mi cabeza seguía siendo un lío. Realmente pensaba que no iba a estar conforme nunca con mi vida y mis propias decisiones.

Y mucho menos si esas decisiones arruinaban lo que tenía con Charles.

—Olivia, baja a la tierra—me dijo Thomas, dándome un codazo. Yo me removí y parpadeé varías veces, para mirarlos, dándome cuenta de que quizás llevaban varios segundos esperando una respuesta de mi parte.

Por la sonrisa divertida de Riccardo asumí que ya estaba colorada por la vergüenza, así que miré a Nico, sabiendo que él era el único que tenía paciencia para repetirme la pregunta o para explicarme toda la conversación en pocas palabras. Además de Charles, pero al parecer este último no tenía intenciones de hablarme.

—Estamos organizando lo que haremos para Año Nuevo—resumió Nico—y queríamos saber cuáles son tus planes.

—Seguramente pase Navidad en Argentina con mi familia y Año Nuevo en Ibiza o Barcelona, aunque no hay nada confirmado por parte de mis amigos, es muy pronto todavía—contesté, encogiéndome de hombros.

Después de mi ruptura con Francisco, mis planes para las fiestas habían cambiado.  Antes, el veinticuatro a la noche empezaba la Navidad con mi familia y Francisco en Buenos Aires, y el veinticinco ya lo pasaba con mis amigos y nos íbamos dos días a la playa. En cambio, Año Nuevo siempre lo pasaba con Francisco y su familia en Punta del Este y el dos de Enero me volvía a Buenos Aires.