OVERDRIVE ─ charles leclerc

dieciocho.

OLIVIA
9 de Mayo de 2020

Roma, Italia

No sabía con exactitud en que momento mi vida había cambiado tanto, y no me refería a la mudanza a Mónaco, sino que a toda mi vida en general. Podía recordar que cuando era chiquita, vivía en Argentina y tener una reunión familiar era un milagro, pero igualmente todos hacían el mayor esfuerzo para estar presentes en el cumpleaños de mi papá. Recordaba que mi mamá le preparaba una torta por la noche y al otro día nos despertaba temprano a mi y a mis hermanos para ir a saludarlo y estar con él en la cama mientras tomaba mates. Recordaba las vacaciones en la costa y como se detenía para tomarse fotos con todos. Disfrutaba de cada momento hasta que no los tuve más, y crecí.

Quizás por eso verlo con unos años de más, compartiendo con sus nietos y tratando de disfrutar con su familia lo que no pudo por estar compitiendo y queriéndonos enorgullecer había logrado que la nostalgia se instale en mi.

No sabía cuánto tiempo estuve observando la escena. Solo sabía que no había derramado ni una sola lágrima, que tenía un nudo en la garganta y que mis manos temblaban a cada lado de mi cuerpo hasta que Charles la tomó, acariciando delicadamente con su dedo pulgar.

Sentí su brazo apoyarse contra el mío antes de que dejara un beso en mi mejilla. No hizo falta que él hablara, ya con su compañía y su contención era más que suficiente y él se daba cuenta de eso.  Charles sabía que yo no necesitaba palabras en ese momento, solo su compañía.

—Quiero irme de este lugar lo antes posible.—confesé en voz baja.

—¿Quieres irte de Roma?—preguntó, curioso.

—No, de esta casa.—respondí.—me da mucha nostalgia.

Giré mi cabeza para ver a Charles haciendo una mueca.

—Mañana podríamos ir a almorzar al centro y luego a recorrer.—sugirió.—tu papá no se va a molestar, me contó que tiene planes con sus amigos.

Esbocé una sonrisa y asentí con mi cabeza, logrando que él sonría con sus labios apretados, contento porque había aceptado su sugerencia. No tenía intenciones de soltar su mano, pero lo hicimos al acercarnos otra vez a los sillones. Charles se sentó a mi lado, así que le hice lugar para que estuviera más cómodo.

Mi papá nos observaba con curiosidad y solo tuve que negar disimuladamente con mi cabeza para que dejara de hacerlo. Otra persona a la que no le quería dar explicaciones de nada.

Me hubiese puesto de mal humor, pero afortunadamente, Bautista comenzó a hablar sobre su temporada, los sponsors y las carreras. Ese tema siempre salvaba cualquier reunión familiar o momento incómodo que atravesáramos.

—Yo quiero que comience la temporada ya.—habló Bautista con frustración.—estoy igualado en puntos con Simonetti, es mi peor pesadilla convertida en realidad.

—Y agradece que solo están empatando, porque te habría pasado e irías segundo en el campeonato si no fuera porque se distrajo un poco de su carrera cuando se reencontró con Olivia en el casamiento de Lara.—bromeó mi cuñado. Todos rieron, incluso Charles, cosa que me sorprendió. Rodé mis ojos, pero preferí quedarme en silencio.

—Che, ¿cuando volves a trabajar?—pregunto Ornella, causando que todos se giren a verme.

—A mediados de Julio.—respondí.—la temporada termina a fines en Noviembre, y mi fecha para el examen final es el cinco de Diciembre. Recién ahí empiezan mis vacaciones. Voy a estar muy estresada, ni tiempo de vivir voy a tener.

—No seas exagerada—me retó mi papá.—tenes que pensar en que todo el esfuerzo va a valer la pena, vi las entrevistas y sos muy buena en eso. Estoy orgulloso de vos, Oli.