treinta y dos.

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OLIVIA
02 de Septiembre de 2022

Roma, Italia

Sabía que había tomado la decisión correcta cada vez que hacía el mismo recorrido para llegar a mi nueva casa y no me cansaba de la vista. Roma era un lugar precioso. Tiene un encanto único, la gente es muy simpática, está lleno de turistas en cualquier época del año y caminar por esas calles era como estar en una película.

Creí que sería duro, pero tener a mi familia en la misma ciudad al igual que a Paulo había ayudado a que me adaptara mejor.

—Apenas pudimos, los trajimos a casa—escuché que Paulo le comentaba a mi mamá, sobre sus perros Kaia y Bowen—los extrañábamos un montón y no queríamos que se sintieran solos, aunque los estaban cuidando mis hermanos, por eso hicimos todo rápido.

A él le emocionaba bastante contarle a mi familia sobre nuestra casa y ellos nos habían apoyado bastante en nuestra nueva etapa como pareja, en especial mi mamá, quién fue la primera en enterarse que estaba en algo con él hace tiempo.

Toda mi familia ya lo conocía y presentarlo como mi novio oficial no fue difícil, porque lo re aprobaban y... se habían dado cuenta de que esta vez, estaba contenta y más tranquila.

Paulo me hacía feliz, y estaba encarando todo eso que era tan nuevo para mi con mucha confianza y mucha ilusión. Realmente había dado todo de mí para que saliera bien y él estaba ahí para mi siempre, de manera incondicional.

La elección de la casa se la dejé a mi novio. A pesar de su insistencia, yo no había participado para elegir la casa y lo había dejado que elija, sabiendo que se tenía que adecuar mas a él que a mi, porque necesitaba su espacio para la Play, para sus hobbies y un gimnasio para seguir entrenando en su tiempo libre.

No había chance que viviéramos en un departamento o en un edificio porque teníamos dos perros que ni locos dejaríamos en Turín, así que la única opción que nos quedaba era una casa grande y con jardín, que tuviera mucho espacio.

Y honestamente, me sorprendí cuando llegue a esa casa por primera vez. Era inmensa, hermosa, muy espaciosa y había logrado capturar el estilo de cada uno y nuestros gustos. Yo tenía un vestidor gigante, una habitación que podía usar de oficina con vista al jardín, y un espacio que tenía sillones, cafetera y una guitarra, porque en el último tiempo había vuelto a tocarla y él me animaba a hacerlo más seguido.

Además, se había encargado personalmente de decorarla con todo lo que me gustaba y había colgado cuadros con fotos en las que yo salía con mis seres queridos. En la sala principal teníamos fotos de nosotros dos solos o con los perros, y en nuestros espacios fotos relacionadas a nuestras profesiones y con nuestros seres queridos.

Había pensado en todo y eso me conmovía muchísimo.

Y en ese momento, estábamos dando una fiesta de celebración con nuestras familias y amigos más cercanos. La primera en nuestra casa.

—Ay amiga, sos re buena anfitriona, me muero—comentó Chiara mirándome con los ojos llenos de lágrimas—bueno, los dos, vos y Paulo.

—Gracias—respondimos al unísono on mi novio. Él dejó un beso en mi sien y se alejó, para mostrarles a su mamá y a la mía el jardín.

—Amiga, de verdad sos re buena anfitriona, no puedo creer que tengas esta casa con tu novio, que me estés sirviendo y que los dos se complementen tanto—me dijo Lara—es lo que te mereces y estoy muy feliz por vos.

—Gracias, aprendí de vos, perri—le dije, abrazándola y sumando a Chiara al abrazo. Las dos me abrazaron fuerte y tuve que contenerme para no llorar—las amo.

OVERDRIVE ─ charles leclercDonde viven las historias. Descúbrelo ahora