diecisiete.

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OLIVIA
9 de Mayo de 2020

Roma, Italia

Si un año atrás alguien me hubiese dicho «Olivia, dentro de un año vas a estar en Roma festejando el cumpleaños de tu papá con Charles Leclerc» me hubiese reído de esa persona en su cara.

Porque no se me hubiese pasado por la mente jamás, pero en ahora era consciente de que las cosas cambiaban tan rápido que ni siquiera te dabas cuenta hasta que te detenías a pensarlo. Eso me sucedió a mi, cuando vi como mi papá y mi madrastra recibían a Charles en su casa y en como lo trataban como si lo conocieran de toda la vida.

Hola—hablé en español cuando llegué a ellos, causando que me miren. Los dos me miraron con una sonrisa, y solo mi papá extendió su brazo para despeinar mi cabello. Rodé mis ojos, escuchando su risa burlona.

Ciao—saludó Charles.

—Tendrás que hablar en español—le dije.

—Si, tendré que hacer un curso porque tú solo me enseñas a maldecir—me dijo. Mi papá llevó su mirada de Charles hacia mi repetidamente y soltó una risa mientras negaba con su cabeza.

Lo miré fingiendo estar indignada y el monegasco solo rió.

—Ah, si, eso es seguro—comentó mi papá—Olivia dice una oración de cinco palabras y siete son malas palabras.

—Si van a quejarse de mi me voy.—les moleste.

—No, no—dijo mi papá—llévalo a Charles a ver el circuito.

Levanté mis cejas a mi papá y ladeé mi cabeza.

Capaz que no quiere ir a ver tu circuito, viejo.—le dije.

Él dijo que si quería—se defendió, para luego dedicarle una mirada de disculpa a Charles, que nos miraba incómodo.—disculpa.

—No es nada—respondió él. Pobrecito, me dio pena. Voy a llevarlo a ver el circuito, total no debe estar cansado de verlos, la puta madre.

—Vamos entonces, Charlie—lo llamé. Charles comenzó a caminar a mi lado y cuando nos alejamos un poco, me di vuelta para ver si mi papá nos estaba mirando, cosa que efectivamente estaba haciendo. Resoplé y antes de darme vuelta para seguir caminando, tropecé con una piedra. Mi acto de reflejo fue agarrarme del brazo de Charles, pero él ya había tomado mis dos brazos para mantenerme de pie y evitar que caiga al suelo.

Solté una carcajada, y en cuánto lo hice, Charles me imitó, soltando una risa que estaba aguantando, seguramente porque no quería reírse de mi sin saber como estaba. Nos quedamos en ese lugar riendo, hasta que escuchamos la risa de mi papá a lo lejos.

¡La única piedra que había se la tragó!—le gritó a mi madrastra, que justo estaba saliendo de la casa—¡que boluda que es!

—Te dijo boluda—me dijo Charles con diversión. Esbocé una sonrisa al escucharlo y lo solté, para mirar el tobillo que se me había doblado. Me aseguré de que estuviera bien y de poder apoyarlo en el suelo, así que cuando estuve segura, el monegasco me soltó.

Alcé mi mirada para verlo, notando que me miraba atentamente.

—Si, así nos tratamos con mi familia—respondí, comenzando a caminar hacía el garage, donde mi papá tenía un vehículo UTV que nos podía llevar al circuito.

OVERDRIVE ─ charles leclercDonde viven las historias. Descúbrelo ahora