veinticuatro.

4.4K 302 26
                                    

OLIVIA
02 de Septiembre de 2020

Monte-Carlo, Mónaco

Me estaba acostumbrando demasiado a que Charles me recibiera con sus brazos abiertos después de no vernos por un tiempo. Básicamente eso era parte de nuestras vidas últimamente, vernos unos pocos días y tratar de disfrutar.

Aunque mentiría si no dijera que antes de verlo, estaba aterrada.

Estaba aterrada porque él, por alguna razón, se podría haber enterado que hablé con Francisco, que era algo que yo le quería contar cuando estuviéramos juntos, porque no iba a ser lo mismo hablarlo en persona que por llamada.

Si lo hablábamos en persona le podría explicar mejor, y podía retenerlo si se iba. En cambio, si lo llamaba, él podía cortar y bloquear el número. No había punto medio.

Por eso estaba tan callada, no me atrevía a mencionarle ese tema, y él también se veía raro. Eso fue lo primero que noté cuando lo vi, y estaba segura de que algo había pasado. Lo intuía y además él era muy transparente cuando se trataba de sus emociones.

Estaba en su departamento, sentado frente al piano, pero nada de lo que quería tocar le salía, y estaba muy frustrado, porque cada vez que tocaba una tecla que hacía que la melodía sonara rara, soltaba un bufido y se quejaba.

Yo no sabía nada de eso, no tocaba piano, pero era obvio que no le salían las cosas. Más con esas reacciones. Sin embargo, yo lo observaba y me quedaba callada, o seguía escribiendo mi ensayo en mi computadora.

—¿Es verdad?—soltó de repente, causando que deje de mirar la pantalla para verlo a él. Charles tenía sus manos sobre el piano, y la mirada en las partituras, pero era obvio que no les estaba prestancia atención y tenía su cabeza en otra cosa.

—¿Que cosa?—le pregunté, sintiendo que mi corazón se aceleraba y el nerviosismo no tardaba en aparecer. Él se giró a verme y noté su mirada cansada. Recién llegaba de Maranello pero a diferencia de otras veces, había llegado desanimado.

—Que vas a mudarte a Milano—dijo. Yo abrí mi boca y la cerré, frunciendo mi ceño mientras él me miraba con sus labios apretados y se rascaba la nuca.

—¿De dónde sacaste eso?—le pregunté, haciendo montoncito con mi mano.

—¿Eso importa?—cuestionó. Suspiré cansada y cerré mi computadora para dejarla arriba de una mesa y sentarme más cómoda en su sofá.

—Si, porque no se de dónde sacaste eso—le dije con obviedad—no me gusta discutir, Charles. En serio.

—A mi tampoco—respondió, desviando su mirada hacía el piano de nuevo, para luego pasar sus manos por su pelo y despeinarlo.

¿Es un buen momento para contarle que hablé con mi ex, en mi departamento?

Esa pregunta se repetía una y otra vez en mi cabeza, hasta que solté un suspiro y recordé que me había propuesto no ser tan cerrada como antes. Si se quería enojar, que se enojara, pero yo iba a ser sincera y confiaba en él lo suficiente para contarle eso. Creí que merecía enterarse por mi.

—Hay algo que te tengo que contar—comencé. Charles me miró a los ojos y apretó sus labios.

—Creo que sé sobre que cosa se trata—fue lo único que dijo, tomando aire para luego soltarlo y apoyar sus manos en sus piernas.

OVERDRIVE ─ charles leclercDonde viven las historias. Descúbrelo ahora