dos.

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OLIVIA
agosto 2019

La música sonando en los parlantes del yate, las carcajadas de los invitados de Lara y su futuro marido y el ruido que hacían al zambullirse en el agua era lo que podía escuchar desde donde estaba. Acomodé mi sombrero y me coloqué mis lentes de sol para girarme a ver a Matias-a quién todos llamaban Tato Deschanel-, y quién además de haberse convertido en un amigo las últimas semanas, sería mi jefe por un tiempo.

—¿Has hablado con tu papá?—preguntó, refiriéndose a la llamada que había tenido un día antes con mi papá. Tomé aire y solté un suspiro.

No.—respondí.—igual no hace falta que hablemos, él ya aceptó que yo a Argentina no voy a volver y que lo que estudié me está sirviendo.

Matias asintió con su cabeza y sonrió.

Tenes un papá muy piola, Olivia.—soltó.—¿ya le contaste a quién vas a entrevistar o no?

Todavía no.—respondí soltando una risa. Estaba nerviosa y por esa razón, aún no le contaba nada.—es que es como un montón hasta para mi, imagínate que crecí viendo ese deporte y a ese hombre.

Tato sonrió contento, con orgullo. Y no podía ser de otra manera, si se estaba dedicando a lo que más le gustaba y conseguía proyectos con los que había soñado toda la vida.

Me hace muy feliz que vos seas la persona que lo entreviste.—admitió.—no confío en otra persona, Olivia. Cuando supe que estabas buscando trabajo supe que eras la indicada para esto. Tenía referencias muy buenas de vos.

Gracias, en serio.—agradecí. Tato chasqueó su lengua y se encogió de hombros.

No es nada.—respondió.—te conseguí departamento. Un lugar muy bueno. No queda cerca de mi casa, queda a pocas cuadras de las oficinas. Tiene todo lo que pediste. Hay farmacias cerca, un mercado... igualmente acá tenes todo cerca.

Gracias.—dije.—te estoy cansando tanto agradecerte pero no me sale decirte otra cosa. De verdad que es un montón.

Tato rodó los ojos.

—¡Qué pesada!—exclamó.—ya te dije que no es nada, yo básicamente te traje de los pelos a Montecarlo. Lo mínimo que podía hacer era buscarte lugar donde vivir. En fin, mañana ya podes pasar por la inmobiliaria y buscar la llave.

Buenísimo, después pasame la ubicación.—le pedí. El asintió, y se levantó.—tenes hasta la semana que viene libre para que te acomodes en el depto. ¿Alcanzas o las estiro a dos?

Alcanzo.—dije. El asintió con su cabeza.

Nos vemos.—fue lo único que dijo, antes de girarse y alejarse.

Solté un suspiro y miré alrededor de nuevo.

Parecía ser un sueño, pero no. Ahí estaba. Mi abuela diría que estaba viviendo la buena vida, y estaría en lo cierto. Sonreí ante su recuerdo y poco después, mi amiga llegaba para avisarme que debíamos volvernos a la ciudad.

No me quejaba. En realidad, eso era lo que necesitaba, volver a la ciudad y despejarme. Porque a pesar de que me gustaba pasar tiempo con mi amiga y los suyos, también necesitaba un tiempo para mi sola.


 Porque a pesar de que me gustaba pasar tiempo con mi amiga y los suyos, también necesitaba un tiempo para mi sola

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OVERDRIVE ─ charles leclercDonde viven las historias. Descúbrelo ahora