veinte.

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OLIVIA 28 de Mayo de 2020

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OLIVIA
28 de Mayo de 2020

Mónaco

No sabía en que momento había conciliado el sueño, pero cuando me desperté y di un vistazo hacia la ventana, pude notar que era de noche, y que Charles me abrazaba por la cintura. Me separé como pude de él tratando de que no se despierte, quitando su brazo de mi cuerpo para destaparme y sentarme en la cama. Estiré mis brazos, busqué mi ropa interior y me la coloqué, junto a la remera que él estaba usando. Agarré toda mi ropa y mis zapatillas para vestirme en el baño, y luego me dirigí sigilosamente a la salida de la habitación. Era de noche, por lo que seguramente habían pasado varias horas.

Y lo único que podía pensar era: «estoy cagada de hambre y de sed».

—¿A donde vas?—escuché la voz ronca de Charles a mis espaldas.

¡La concha de la lora!—exclamé, dando un salto en el lugar. Mi corazón empezó a latir rápidamente por el susto, por lo que apoyé mi mano en mi pecho. Me di vuelta, viendo como Charles se sentaba en la cama y me miraba confundido.

Como me va a asustar de esa forma este forro. Lo detesto.

Eh...

—¿Estás bien?—preguntó, entrecerrando sus ojos.

—Si...—respondí. No me animaba a decirle que tenía hambre y que iría a buscar mi celular, hasta que recordé lo que había pasado antes.

—¿Te ibas?—cuestionó, levantando una de sus cejas. Abrí mi boca y lo miré atentamente, notando que se veía confundido y descolocado. Entonces la realización me golpeó y pensé en la situación.

Él sabía que yo siempre escapaba y no afrontaba nada, y por la situación del momento, Charles podía interpretar mi salida de su habitación de una sola manera. Seguro pensó que me estaba que me iría a mi departamento.

La verdad, irme no se me pasó por la cabeza. Raro.

Tampoco quería hacer la famosa walk of shame. A decir verdad, estar entre sus brazos era cómodo y se sentía bien. Realmente hacía que mi corazón diera un vuelco y que sintiera un calor en mi pecho.

Mi propio pensamiento fue empalagoso.

—¿Qué?—solté—. No, no. Voy a buscar mi celular y a cambiarme porque no puedo dormir. Y además... tengo hambre, es de noche ya.

El asintió, estirándose de la misma manera que lo hice.

—Así que... ¿puedo pasar a tu baño a cambiarme?—le pregunté, sonriendo con los dientes apretados. Charles sonrió y asintió con su cabeza.

—Claro que si, Livy.—respondió. Inmediatamente, me di vuelta y caminé hacía el baño. Me dejé su remera, volví a peinarme y a lavarme la cara y cuando estuve lista salí, guardando mis cosas en mi bolso y sacando de este mi celular, el cuál usé hasta que sentí los pasos de Charles a mis espaldas.

OVERDRIVE ─ charles leclercDonde viven las historias. Descúbrelo ahora