La rabia va aumentando dentro de mi cuerpo, con cada segundo lo hace un poco más, y siento unos fuertes deseos de golpearle, cuando el muy descarado se atreve a sonreír.Maldito hijo de puta ¿Cómo le da la cara para sonreír?
—Mer, joder, estás… irreconocible— me dice Alexis, utilizando un tono de voz amistoso, como si todo estuviera bien con nosotros, como si fuéramos dos viejos amigos reencontrándose.
Tenso la mandíbula, y aprieto mis labios, mordiéndomelos con tanta fuerza y tanta ira, que estoy a nada de hacerme sangrar.
Volteo rápidamente mi mirada hacia la ventanilla, y respiro hondo.
Mantén la calma América, no puedes hacer un escándalo arriba del autobús.
Encaro a Alexis, y le digo, intentando que mi voz no sean gritos de loca, pero el enfado se denota apenas emito sonido.
—¿Qué mierda te pasa, idiota? Casi muero por tu culpa ¿En qué te metiste imbécil?
Chasque la lengua, y sonríe.
—Mer, eso ya está, quedó solucionado, ya arreglé los problemas que tenía.
Cierro los ojos y doy un bufido.
—¿Y qué hay del horrible momento que tuve que pasar? ¿Es que no oyes? Estoy diciéndote que casi me matan, me secuestraron y me amenazaron con matarme.
—Lo sé, lo siento. No pensé jamás que irían por ti, también lo pasé mal Mer. No seas tan dura.
Río irónicamente. Siempre soy ya lo dura, y él siempre es el pobrecito incomprendido.
—¿Qué yo no sea dura contigo? Tú me echaste a la calle—espeto con rencor.
—Y me arrepiento—alega mirándome con ojos de perrito dolido.
Que idiota.
—De todas formas, fue lo mejor para ti— añade con pesar, luego exclama— ¡Mírate ahora, eres otra mujer!
—Sí, soy otra mujer, y esta mujer que soy ahora te deteste más que antes.
Me pongo de pie para bajarme, y el sujeta de mi brazo.
—Espera, tomemos algo y hablemos. Podemos arreglar las cosas.
No puedo creer que piense que seré tan estúpida.
Me suelto de su agarre con brusquedad, y toco el timbre para bajar del autobús. Bajo apresuradamente, y escucho que Alexis me llama, volteo y lo veo venir detrás de mí.
—¿Qué demonios haces? ¿Por qué me sigues? Alexis no tuve un buen día, y cruzarme contigo, es lo peor que puede pasarme ahora— le suelto.
—Sólo quiero hablar, ya no estoy metido en nada raro. Me alejé de eso. Volví al taller, estoy intentando portarme bien.
—Bien, pórtate bien, haz lo que quieras, pero que sea lejos de mí.
Intento darme la vuelta pero sujeta otra vez mi brazo, con más fuerza.
—Mer, no me hagas esto ¿Es por ese tipo? ¿Estás ahora con él?
—No estoy con nadie Alexis, me dejaste traumada y no puedo estar con nadie—digo elevando más la voz.
Intento soltarme pero no me deja, me sostiene fuerte, para mi desgracia no hay nadie en la calle. Los autos pasan pero a nadie parece llamarle la atención que una chica este forcejando en medio de la vereda con otro chico que la tiene agarrada de ambos brazos. La escena es violenta; él me sacude, tironea de mí, y yo grito que me deje en paz, y que me suelte.
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¿Qué necesitas?
Teen FictionDarío D'Angelo, apuesto, millonario y generoso. Era un hombre con muchas virtudes, y unas costumbres un poco raras. América, era una jovencita desdichada, que tuvo la suerte de ser vista entre tantas mujeres y ser elegida por Darío. Pero... ¿Ser ele...