—He estado escuchando que irás al desfile de primavera, serás la primer modelo con tan poca trayectoria en asistir— me comenta Leila mientras cruzamos la calle para almorzar algo en el restaurante más cercano.
Más cercano pero no menos costoso.
—Lo sé— digo suspirando.
Todo el mundo parece estar en desacuerdo con ello. No creen que sea justo que yo asista. Tienen razón, no lo voy a cuestionar pero admito que me genera un poquito de dolor. Sólo Darío tiene esperanzas en mí.
—Estoy preparándome para el desfile, he estado practicando horas extras con Matilde y me estoy mentalizando para no tener pánico al público.
La parte más complicada, el pánico que me genera cuando debo estar ante muchas personas, siento que lo que hago puede fallar y hacer el ridículo es mi mayor temor.
—Es increíble que tengas miedo con esa cara que tienes.
La miro con asombro.
—Oh vamos, eres una tipa preciosa América, lo tienes al señor D, Angelo comiendo de tu mano desde que pisaste la agencia— me mira con perspicacia.
Ambas sabemos que no pise la agencia por voluntad propia, pise la agencia porque el señor Darío me buscó. Todo comenzó incluso antes de que pusiera un pie en la agencia de modelos. Mucho antes incluso de saber de la existencia de D´Angelo Agency.
—Fíjate que lo tengo tan prendido por mí, que va a casarse con otra— suelto con ironía, sintiéndome repentinamente melancólica.
Leila niega, mostrando que no comparte tanto lo que estoy diciendo.
—Todos sabemos que la señorita Polina no significa nada para él.
—¿Y por qué no se va entonces? Ya ha pasado poco más de un mes y sigue aquí.
Y todavía no entiendo como aguanto tanto, las idas y vueltas con Darío, la relación en secreto, los disgustos y los besos de reconciliación que siempre saben mejor. A veces me molesto demasiado, pero luego se porta tan lindo conmigo, me hace gemir de placer en la cama y nuevamente caigo en sus brazos. No debió acostumbrarme tanto a él si luego se presentarían todos estos estúpidos problemas que no parecen tener solución y que no logro ni siquiera comprender de que van ¿por qué tiene que casarse si no quiere? ¿Por qué no puede decir que no y enviarla lejos a esa mujer tan desagradable? ¿Por qué no puede amarme de una forma normal?
Nos sentamos con Leila en una mesa a comer, pedimos nuestras comidas y seguimos hablando.
Nunca me tengo que preocupar por el dinero, mi cuenta bancaria siempre está llena, además de la paga de mi trabajo, Darío siempre me deposita dinero, dice que no quiere que pase necesidades y quiere ayudarme; y como puede hacerlo, simplemente lo hace. Al principio solía molestarme con él, pero Sofía dice que lo deje, que deje que siga dándome dinero porque si no me lo da a mí, seguro se lo dará a otra y por supuesto yo no quiero eso. No quiero que haya otra en su vida.
—Oh no — masculla Leila con la mirada puesta en la entrada.
Rápidamente volteo para ver lo mismo que ven sus ojos: Darío y Polina acaban de ingresar.
Me pongo seria, de repente la comida se me hace que será imposible de comer y el ambiente pesado. El humor que solía estar bueno, acaba de irse a la mierda.
Volteo con más disimulo para verlos de vuelta: ella como siempre esta impecable, y sonríe de ese modo coqueto pero falso al mismo tiempo. Darío, por el contrario, no se ve muy contento, como siempre que está con ella, se ve molesto.
ESTÁS LEYENDO
¿Qué necesitas?
Ficção AdolescenteDarío D'Angelo, apuesto, millonario y generoso. Era un hombre con muchas virtudes, y unas costumbres un poco raras. América, era una jovencita desdichada, que tuvo la suerte de ser vista entre tantas mujeres y ser elegida por Darío. Pero... ¿Ser ele...