Capítulo 15

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"¿Cuánto le cobras la noche?", "Debes ser lo más barato del catálogo"

¡Qué estupidez! Que estupidez que me afecte tanto lo que esa tipa me diga ¿Pero quién es ella? Simplemente parece una mujer infeliz, detrás de un mostrador que se lo vive de envidiosa.

Suspiro.

Pero aun así sus palabras me han dolido.

Continúo caminando por el parque, llena de enojo por no haber encontrado a Darío y por hallarme en deuda con él. Llena de tristeza por haber recordado ese momento de mi infancia que significó para mí subconsciente algo importante. Me generó un complejo, un temor, un increíble miedo de algún día convertirme en esa clase de mujer.

¿Y qué fue lo que hice? No es muy distinto lo que hice, a lo que hace una prostituta. No sé porque creí que...

—¡América!

Me detengo. El sólo oír su voz me hace clavar los pies al suelo y comenzar a sentirme llena de ansiedad y de nervios.

¿Pero no era que estaba en una reunión?

Me volteo en el preciso momento en el que él logra llegar hasta a mí; de traje y corbata en el parque del centro, mirándome preocupado o fingiendo preocupación, pues no lo sé. Pero mi mente piensa instantáneamente en lo guapo que se ve.

Me reprendo por pensar en ello. Se supone que estoy molesta con él. Muy molesta.

—No te vayas— me pide.

Entorno los ojos. El tono de su voz no es demandante, suena a suplica.

—Me dijeron que estabas en una reunión.

Chasquea la lengua y hace un aspaviento con la mano, indicando que eso no importa ya.

—¿No es importante?— inquiero—, porque tu secretaria...

—No es mucho más importante que tú América. Eres a quien tengo en la mente ahora. Cuando supe que fuiste a buscarme, no quise que te fueras sin que antes hablemos.

La oración es formulada con pura firmeza y lo que indica se asemeja a una declaración de amor. Lo cual es imposible, porque él y yo no nos conocemos. Y es evidente que no tiene sentimientos amorosos por mí, porque sencillamente él y yo somos muy diferentes.

De todos modos, y como sea, esto tiene que acabar.

Lo miro directamente a la cara y con toda la rudeza que puedo le digo:

—No voy acostarme contigo. No quiero ser tu compañera de nada. No quiero ser una modelo de tu agencia. Y quiero que quites esa noticia falsa del internet antes de que me cree problemas en mi entorno. Eso es todo por lo que he venido.

Darío asiente. Su rostro no me muestra ningún indicio sobre lo que pasa por su mente. Eso me desespera.

—Lo que pasa es que tú y yo hicimos un trato.

—El trato fue que a cambio del dinero, yo iría a cenar contigo, una noche. Y fui. Listo. Cumplí con mi parte.

Me siento como una mala persona, esa cantidad de dinero que me dio, sin razón alguna acabó siendo caridad. Pero debió saber que no podría ser ese tipo de mujer. Simplemente no puedo.

Bajo la mirada y suspiro.

—Lo único que deseo ahora es que esa noticia desaparezca y que no vuelvas a buscarme. Hay muchas chicas pobres y desamparadas como yo, a quienes les puedes ofrecer tu ayuda y ese estilo de vida rosado, que yo no quiero.

—No comprendes que no es así como hago las cosas— masculla él.

Parece molesto. Sus ojos de felino me miran y me atraviesan. Me intimidan, pero como es obvio no se lo demuestro y mantengo una postura seria.

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