Capítulo 51

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Mis ojos no dejan de ver a los ojos de Darío.

Alza la barbilla al vernos y cuando pasa por nuestro lado, nos saluda con un movimiento de cabeza.

Martín lo saluda también, pero yo quedo muda, sorprendida porque ha pasado como si nada.

Oigo como Lucia le da la bienvenida, él le pregunta si hay alguna novedad y ella le pasa el parte de quienes han llegado en la mañana.

No puedo creerlo ¿No le ha provocado nada verme aquí con Martín?

—De verdad me entusiasma que salgamos esta noche, espero que esta vez no se cancele.

Vuelvo mi mirada hacía Martín. Seguramente esta noche no se cancelará nada, estoy tan enojada y decepcionada, que pienso ir a esa cita hasta descompuesta.

—Iré, te lo prometo.

Y para dar fe a mis palabras sonrío.

Martín confía y yo le digo que debo subir para comenzar a trabajar, hoy tengo que firmar un contrato con una marca y me espera un día largo de sesiones de fotos con ropa de catálogo.

Cuando paso junto a lucia, la oigo decir.

—Dios le da pan a quien no tiene dientes.

Volteo a mirarla y encaro hacía ella.

—Deja de molestarme.

—No puedo creer que coquetees con el mejor amigo del señor Darío en sus propias narices.

¿Qué? ¿Mejor amigo? La confusión en mi rostro es evidente.

—¿Qué no lo sabias? Se conocen hace años.

Alzo el mentón.

—¿Y eso que tiene que ver? Eso no los hace mejores amigos. Además, el señor Darío va a casarse, y yo soy soltera, puedo coquetear con quien me plazca.

Lucia ríe.

—Sabes que eso no es cierto.

—Lo haces todo por envidia ¿cierto?

—¿De ti?— sonríe con malicia—, no te tengo envidia, es solo que creo que no mereces lo que el señor Darío ha hecho por ti. Traerte hasta aquí, rogarte que modelaras, darte todo servido en bandeja para que ahora encima le hagas quedar en ridículo coqueteando con Martín, eso habla muy mal de ti.

¿Por qué no le creo? No le creo en lo más mínimo.

—Sé que eso no es cierto. Se que tuviste algo con Darío y estas molesta porque a ti no te saco de tu puesto de recepcionista, solo te usó para una noche de sexo y no puedes olvidarlo.

Lucia me mira fijamente, parece que va a responderme, pero de repente el color en sus mejillas aumenta y guarda silencio. Me doy cuenta de que no tengo más que decir, he sido cruel y empiezo a arrepentirme pero no lo demuestro, ella se lo buscó.

Darío

América está jugando conmigo. Piensa que no me doy cuenta, pero tengo años de experiencia, conozco a las mujeres, sé lo que está haciendo. Quiere darme celos con Martín. Admito que no me gusta verlos cerca, sé que a Martin ella sí le interesa, aun no pude encontrar el modo de hablar con él sobre América, pero en cuanto pueda, haré que se desvíen sus caminos.

El golpeteo en la puerta me saca de mis pensamientos.

—Adelante.

—Discúlpeme, el señor Martín ya está aquí.

—Dile que pase.

Martín ingresa en mi oficina con una enorme sonrisa. Me alegro como siempre de verlo, a pesar de todo, él y yo tenemos una amistad.

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