Ariel, Ana, Sofía y Bárbara decidieron acompañarme a elegir mi vestido de boda. Esta parte, según mis amigas es la más importante, mágica e inolvidable para una mujer que va a casarse. El momento en que la novia elige su vestido, es incluso más importante que el momento en el que dará el “Sí”.
-Amiga, puede faltar el novio, pero nunca puede faltar el vestido ¿Entiendes?- me dijo Sofía cuando quise no prestar tanto entusiasmo a la elección del vestido.
Por supuesto que nadie estuvo de acuerdo en que hiciera esa parte así no más. Ni siquiera Darío, que me advirtió que no me fijara en el precio y que me quedara con el que más me gustase sin miramientos.
Y en fin, aquí estamos.
-Este lugar es magnífico- exclama Sofía observando los vestidos que había en los maniquís.
-Sí, sin duda es… hermoso- añade Ana mirando todo con los ojos muy abiertos.
Bárbara por su parte se muestra más a sus anchas en el ambiente, más acostumbrada a los lujos de la tienda, a la belleza de los vestidos y a todo en general.
-América, este vestido te quedará hermoso- me dice Ariel llevándome hacía donde se encuentra.
Cuando lo veo me doy cuenta porque es mi mejor amigo, me conoce tan bien, que a veces siento que somos como mellizos.
-Me fascina- digo anonadada.
De verdad me parece el más hermoso que he visto hasta ahora, a pesar de que el lugar está a estallar de vestidos hermosos, este me robó el corazón.
-Creo que me encanta ¿Crees que me quedará bien?
Una de las vendedoras, una mujer preciosa, alta y rubia se arrima a nosotros.
-Bienvenida, ¿usted es…?
-América Ríos- digo sin dejarle terminar- Pedí turno ayer en la noche.-¡Oh sí!- exclama la mujer.- es usted la prometida de Darío D´Angelo.
Asiento con una sonrisa tímida, me pregunto cómo lo sabe. Bueno sé que todo mundo conoce a Darío, pero aun así todo esto no deja de ser sorprendente para mí.
-Me alegro mucho de tenerla aquí, es un honor poder vestir con nuestros vestidos a la futura esposa del señor D´Angelo.
Ariel me mira fascinado con el trato, sin embargo, yo no sé muy bien que decir, nunca en mi vida había sido un honor para ninguna tienda tenerme como clienta.
-Gracias-murmuro.
-Por favor, sígame, que le voy a mostrar los mejores vestidos. Entraron muchos diseños nuevos, de los mejores diseñadores, imagino que usted igual debe buscar algo de alta costura…
Sigo a la mujer, agarrada del brazo de Ariel, y le hago una señal a las chicas para que se nos unan. La vendedora no deja de parlotear y de halagarme, tanto halago que no se ya que decir y hasta comienzo a sentirme intimidada.
-Sólo quiero un vestido que me quede bien- digo con una sonrisita tímida.
La vendedora me mira y sonríe divertida, como si hubiese dicho algo gracioso.
Ariel también le sonríe y añade:
-América es un chica un poco introvertida.
-Eso veo- le responde la vendedora sin dejar de sonreír-, las tímidas tienen su encanto, ya veo porque el señor D´Angelo la eligió para ser su futura esposa. Debe sentirse encantado con su humildad.
La última frase me hace reír y me volteo para ver al resto de las chicas que también contienen la risa. Esta mujer ni imagina que no sólo es humildad lo que me caracteriza, sino que además sé lo que es no tener nada, quedé en la calle, sé lo dura que es la vida, ¿Cómo prodía no ser una persona humilde con todo lo que me ha tocado vivir?
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¿Qué necesitas?
Teen FictionDarío D'Angelo, apuesto, millonario y generoso. Era un hombre con muchas virtudes, y unas costumbres un poco raras. América, era una jovencita desdichada, que tuvo la suerte de ser vista entre tantas mujeres y ser elegida por Darío. Pero... ¿Ser ele...