El Culpable Soy Yo
Pasar la noche en el hospital, golpeado cómo estaba no fue nada fácil para Terry. Si no fuera por su madre que lo acompañaba, y la ayuda del medicucho italiano, posiblemente le habría gritado a medio mundo por no dejarlo pasar a ver a la niña. No era familiar, le había dicho la enfermera de recepción y, ¿Cómo decirle que él era el padre sino se sentía como tal? Aunque ahora...
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Fueron dos horas de pie junto al mostrador de las enfermeras, habló con una, con otra, con la jefa, con el médico, y todos dijeron lo mismo: No. Había dado un golpe sobre la madera por la exasperación cuando una mano le apretó el hombro.
— Terry, cálmense, venga, hablaremos con el doctor Leonard, la señorita solo cumple con su trabajo.
Él se sacudió de forma involuntaria, tantas cosas lo tenían a la defensiva, sin embargo, el toque de Eleonor, sus ojos suplicantes, y el sonido de su voz suave aplacaron su exabrupto.
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Veinte minutos después, Luca abría la puerta de la habitación privada; Terry estaba casi sin respiración. Sus ojos azules brillaban por las lágrimas que retenía a fuerza de voluntad. Al verlo, la enfermera encargada de cuidar a la recién nacida se puso de pie.
— Acaba de terminarse la leche — Dijo la chica mostrando una botella vacía — Ha sacado el aire y, aunque se ve que tiene sueño está muy inquieta.
El castaño no dijo nada, tan solo asintió, su cabeza era la única parte de su cuerpo que parecía poder moverse; el resto, permanecía congelado.
— Déjela en la cuna señorita, y por favor, dele unos minutos a solas al señor yo me quedaré al pendiente por cualquier eventualidad — Pidió el italiano con amabilidad.
La joven de blanco obedeció. Dejó a la bebé donde le indicaron, y salió sin hacer ruido.
Luca palmeo el hombro de Terry tras retirarse la muchacha, le dio un ligero apretón, y también se fue, dejándolo ahí, solo, silente, temblando.
Las manitas del pequeño ser en la cuna se movieron hasta que al fin las liberó de la manta dónde estaba envuelta, las piernas se elevaron una y otra vez hasta también salirse dejando expuesta la piel rosada y arrugada.
Dos metros lejos de ella, Terry la miraba moverse, emitir algunos sonidos al tiempo que hacía un puchero. Él no sabía qué hacer, si acercarse, hablarle, o solamente quedarse ahí, sin hacer nada más que observar. Recordó la noche que nació Evan. La emoción que llenó su pecho al verlo, la necesidad de tocarlo todo el tiempo verificando que fuera real... pero a ella...
El llanto de la bebé fue lo único que puso a Terry en movimiento. Se acercó a la cuna, estiró los brazos instintivamente para cargarla, no obstante, los retrajo, la nena siguió llorando con tal sentimiento, que su corazón no soporto más. Levantó el cuerpecito, tomándole por debajo de los brazos, la colocó sobre su hombro, cuidando de sostener su cabeza y espalda al tiempo que susurraba un "shhh, shhh, tranquila, todo está bien".
La calidez, el olor, la manita que le tocó la cara... ese sentimiento de cuidar y proteger le brotó desde las entrañas. Esa niña era suya, parte de él, y la protegería, aunque tuviera que volver a perder.
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Eleonor se quedó sentada en la sala de espera. Hubiera querido estar con su hijo, pero el doctor Luca le hizo una seña para que se quedara a esperarlo.
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El Último Aliento
FanfictionLa vida nos lleva a veces por caminos no esperados, cometemos errores que lastiman a quienes más amamos y las consecuencias fatídicas nos llevan a pagar un precio muy alto, los errores cometidos se pagan incluso con la muerte, dejando a aquellos a...