El último aliento capítulo 9

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El culpable soy yo

"Voy a tener un hijo tuyo" esas palabras quedaron grabadas a fuego en las pupilas de Candy.

No podía apartar la vista de ese trozo de papel, sus manos temblaban, dejó de respirar, se llevó la mano al pecho para cerciorarse que todavía tenía corazón y esté aún latía.

– Candy...– llamó Terry en un susurro, muy suave, como un eco que se va alejando.

Ella no escuchaba, lo miró sin verlo, con los ojos vacíos.

Él volvió a llamarla, pero Candy seguía sin reaccionar, Terry se asustó y entonces estiró la mano para tocarla.

– Candy... – la llamó al tiempo que la jalaba del brazo que ella tenía en el pecho.

Entonces...la rubia reaccionó, sus verdes ojos se posaron en los de Terry que como mar embravecido mostraban su turbación.

Dio un paso atrás, alejándose de él, apartando el brazo, rechazando su toque.

Y Terry lo supo...ya todo estaba perdido.

Unos golpes en la puerta llamaron la atención de Candy.

– Robert y su familia ya llegaron – se escuchó la voz de Eleanor al otro lado.

Candy guardó inmediatamente la carta tras su espalda al tiempo que se dirigió a la entrada tomando el picaporte y así evitar que su suegra abriera, lo único que logró decir fue:

– Hay gente a la que atender – afirmó tajante – recomponte y sales, tu madre y yo nos encargamos mientras tanto, los invitados nos esperan, no tardes – y salió del despacho sin volverse a mirarlo.

Para Terry no había más nada que decir, Candy no le dio tiempo de rebatir nada, salió tan rápido como pudo del estudio dejándolo ahí, solo y expectante, asustado ante la reacción de su esposa.

Cuando la rubia salió se topó con Eleonor quien elegantemente vestida estaba ahí en la puerta, en busca de la pareja ya que los invitados que acababan de llegar preguntaban dónde estaba el festejado.

– Gracias Eleonor – habló ronca – ahora vamos – dijo al tiempo que intentó encaminarse rumbo al salón donde se llevaría a cabo el festejo de Terry.

– ¿Pasa algo? – inquirió la rubia actriz al ver el semblante pálido de su nuera – ¿Pasó algo con mi hijo?, ¿Dónde está Terry? ¿Porque no viene contigo? Si a eso saliste del salón para venir a buscarlo.

– Discúlpame Eleonor, pero Terry se sentía un poco...Él está bien – se apresuró a contestar Candy – tan solo está un poco nervioso, ya sabe que no le gusta mucho la gente – la joven mujer hizo un intento de broma hacia la persona de su esposo sacando a relucir su carácter volátil.

– ¿No me digas hija que se niega asistir?, si ya lo habíamos convencido, todo saldrá bien, son solo amigos y...

La chica cortó el diálogo de su suegra.

– Voy a... iré a atender a Robert – manifestó alejándose, no quería seguir hablando de él sentía una gran punzada en su pecho, pero sabía que debía actuar tranquila y contenta, para que nadie a excepción de ellos supiera lo que pasaba.

La mujer no muy convencida la dejó ir, estaba confundida por la reacción de Candy, su rostro hasta momentos antes alegre se veía algo desencajado.

Cuando su nuera se hubo marchado abrió la puerta del despacho de sus hijos decidida a averiguar qué había pasado, porque después de haber visto el semblante de su nuera sabía que no era algo referente a la fiesta por lo que Terry aún no aparecía en su festejo. Su corazón de madre se fue acelerando mientras giraba el picaporte, cuando al fin la puerta se abrió se encontró con una escena que la asustó. Recargado en su escritorio viendo a la oscuridad que reflejaba su ventanal estaba Terry con una copa en la mano y con la otra se jalaba el cabello, Eleanor se acercó tímidamente hacia donde se encontraba su hijo, lo llamó con la voz más dulce para no alterarlo más.

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