El último aliento capítulo 16

1.5K 113 48
                                    


El culpable soy yo


Frente francés 1915

— Escuché que fueron llamados a combate — Comentó Luca Martinelli al joven muchacho de anteojos que en ese momento estaba en la tienda colocada para los heridos y dónde él, prestaba su servicio médico.

— Así es doctor, ya nos estamos preparando — Respondió el muchacho de manera afirmativa al tiempo que lanzaba un suspiro.

— ¿Estás preparado Stear? Después de lo de Tommy te he visto algo decaído.

— Estoy bien, sé lo que tengo que hacer, sólo... ¿Me harías un favor doctor Martinelli?

— ¡Claro muchacho! ¿Qué necesitas? ¿Quieres que diga que estás enfermo? — Bromeó el galeno al tiempo que le daba una palmada en la espalda al joven piloto.

— ¡No! Claro que no — Respondió el chico — Anoche escribí algo y me gustaría que lo guardaras — Dijo serio, cambiando su sonrisa siempre alegre por una mirada solemne — ¡Por favor!

El hombre mayor cuadró los hombros ante la petición del soldado.

— Lo haré, pero te la devolveré apenas regreses ¿Te parece bien?

— Entendido señor.

Lamentablemente ese día... El capitán Alistear Cornwell no regresó.

.

.

.

Hospital general, actualidad.

— El joven que me dejó la carta para su novia tenía un hermano al que llamaba Archie, cuando me dio la carta me dijo que esperaba que a su regreso su hermano y Annie ya estuvieran casados y que su prima ya le hubiera dado al menos un sobrino.

Candy abrió mucho los ojos, ¿Sería posible?

— Él...el soldado... se llamaba... ¿Alistear Cornwell?

— Si, era piloto del ejército francés, yo estaba trabajando con la cruz roja y lo conocí cuando llevó a un joven con heridas, era buen tipo, me... ¿Qué pasa?

— Él... él... era mi primo.

Candy quedó pálida, fría y temblorosa ¡No podía creerlo! ¡Luca Martinelli conoció a Stear!

— ¡Le dejó una carta! ¡Usted mencionó que le dejó una carta! ¿Para quién? ¿Por qué? ¿En dónde la tiene? ¿Por qué no la ha entregado? — Candy comenzó una lluvia de preguntas al tiempo que sujetaba ambas manos del médico y lo sacudía sin control.

— ¡Candice! ¡Cálmense por favor!

— ¡¿Cómo puede decirme eso?! ¡No tiene idea de la importancia que puede tener esa misiva!

— No... no la entiendo Candice.

— Después de todo este tiempo... — La rubia pareció calmarse, dejó de sacudir al médico y su mirada se perdió en algún punto de la ventana que había delante de ella — ¡Patty!

Candy se llevó ambas manos al rostro, comenzó a llorar con desconsuelo, con todos los problemas que atravesaba, la soledad, el sentimiento de culpa, extrañar a su esposo al borde de la desesperación y ahora, el recordar a su querido amigo y saber que había algo suyo por ahí, muy cerca terminó por desmoronarse.

Luca no sabía qué hacer, por fortuna Madeleine entró en ese momento y al ver la manera en que Candy lloraba se acercó a abrazarla.

La de ojos verdes, sintiendo esos brazos cálidos se dejó hacer, permitiendo, después de muchas semanas, dejar salir todo su dolor y desesperación en forma de lágrimas.

El Último AlientoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora