Noah Riley, de diecinueve años, se despierta desorientado, empapado hasta los huesos y solo en las costas de Rockaway Beach, Brooklyn.
Después de una petaca de licor Jägermeister, bastante autodesprecio, y muchas malas decisiones borrachas, no tiene...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Esto es lo que sucede cuando tienes seis años y tu hermano muere mientras duerme.
Se van a la cama contando cuentos de miedo y ves a tu gemelo riéndose con cada una de tus palabras porque no es un maldito cobarde de mierda como tú. Haces lo mejor que puedes para fingir estar enojado con él, pero siempre adivina que es una farsa. Él es tú, así que sabe cómo te sientes y lo que quieres. Lo molestas de todos modos, porque así es como ustedes dos se comunican: es divertido ser el malo.
Se hace tarde, así que tu mamá viene a arroparlos a ambos en la cama, recibes besos y un abrazo de oso de ella, al igual que tu hermano, y apagas la lámpara de nave espacial en tu mesita de noche.
Tu hermano habla en sueños y tú escuchas atentamente sus parloteos sin sentido para poder tomarle el pelo a la mañana siguiente y reírte un poquito más a costa suya. Es bueno tener la ventaja en las travesuras. No puedes esperar a despertarte con otro día de bromas pesadas y complicidad compartida.
Sin embargo, nunca tendrás la oportunidad de hacerlo...
Llega la mañana y estás orgulloso de ser el primero en levantarte. El pájaro madrugador atrapa al gusano, ¿verdad? Saltas de la cama y tratas de despeinarle el cabello porque te encanta jugar con él, pero él no se mueve. Caleb no está jugando, no esta vez.
No se mueve. ¿Por qué?
No está respirando. ¿Por qué?
No responde. ¿Por qué?
Entras en pánico.
Reúnes todo tu coraje y colocas una mano temblorosa sobre su pecho inmóvil. Tu estómago se anuda cuando tocas su piel.
Hace frío. ¿Por qué?
Caleb tiene frío, mucho frío.
Quieres llamar a tu mamá, pero no sale ningún sonido de tu pecho en llamas. Te quedas ahí parado quién sabe cuántos minutos, petrificado mientras el miedo hunde sus dientes en lo profundo de tu garganta.
Tus padres entran corriendo a la habitación porque, aparentemente, esos aullidos que escuchas provienen de tu interior.
Miras la escena en estado de shock.
Ves cómo tu madre abraza a Caleb: su cabeza fláccida se choca contra su rodilla.
Cómo tu papá cae desarmado haciendo sonar los tablones del piso, después de llamar al 911.
Una ventana abierta trae la brisa.
La sientes sobre tus lágrimas. Irrumpe en tu pijama y se filtra en tu piel. Tus escalofríos abarcan tu pecho agitado.
Caleb se ha ido.
¿Por qué?
***
En el velorio, intentas esconderse debajo de una mesa, pero la gente viene a buscarte y habla contigo, indiferentes a tu voluntad.
—Resiste, Noah. Eres muy valiente —La dama aterradora del vestido largo negro besa tus dos mejillas. Huele raro. La habitación se vuelca en la tenue luz del atardecer cuando empiezas a desvanecerte.
—Caleb está en un lugar mejor ahora —te dice el hombre que lleva la corbata graciosa. Su aliento huele como el guiso de pollo que trajo la tía Johanna. Te preguntas por qué tu hermano querría abandonarte. ¿Fue por las bromas?
—Cuida bien de tu mami, Noah. Ella te necesita ahora más que nunca... —Incluso el director Foster de la escuela llega y tiene algo que decir. Nunca te gustó la forma en que trató a Caleb.
¿Fue porque le pediste que mintiera y se hiciera pasar por ti para que Eleanor de la clase dejara de enviarte cartas de amor?
Te desvaneces un poco más.
Después del servicio, subes las escaleras y tomas una fotografía tuya y de Caleb de la pared. Vas a la habitación de tus padres, te sientas en su cama, aprietas el armazón contra tu pecho y te tragas un montón de pastillas que tu madre toma para dormir.
Crees que puedes hablar con Caleb y convencerlo de que regrese. Pedirle que te perdone.
Vuelve, Caleb.
Regresa. Prometo no bromear más. Lo siento.
Te despiertas en una cama de hospital con tubos saliendo en todas direcciones y tu memoria se ha ido.
Te pasas los dos años siguientes preguntándote por qué falta un cuadro en la pared de las escaleras.
Y así como la luz de la tarde comienza a desvanecerse, tú también desapareces.
N/A
;
El punto y coma es un símbolo utilizado como un mensaje de afirmación y solidaridad contra el suicidio, la depresión, la adicción y otros problemas de salud mental.
Estos capítulos están narrados en segunda persona. La narración en segunda persona es una técnica narrativa poco empleada en la que la acción es conducida por un personaje adscrito al lector, conocido como tú.
El lector se sumerge en la narración como un personaje involucrado en la historia. El narrador describe lo que "tú" haces y te deja entrar en tus propios pensamientos.
Mi idea es mostrarles lo que sentiríamos bajo la piel de Noah.
♥︎
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
