Capítulo 7

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—¿Cómo es que conoces a nuestro amigo, Noah? La verdad nunca oímos hablar de ti —Ethan no va a dejar las cosas así. Está atormentando a Park con un sinfín de preguntas como si fuera una entrevista laboral.

Dios, después de su cuarta cerveza, arrastra las palabras y se ha vuelto casi molesto. Nunca fue buen bebedor, creo que se emborracha de solo oler el alcohol. Imagínense el escenario si fuera vodka... Nefasto.

Park y yo cruzamos miradas, parece divertido, cómodo en la situación, como si no se diera cuenta de la maldita inquisición que está sucediendo bajo su perfecta nariz puntiaguda.

Simón, que también está hecho un desastre, se tambalea hasta donde está mi chico misterioso, y le da un codazo como si hubieran sido amigos toda una vida y no simples conocidos de menos de quince minutos.

—Tranquilo, amigo. No queremos que te caigas de bruces. Créeme, este piso no es el lugar ideal para que te eches una siesta —Park sostiene a Simón por el codo y lo ayuda a sentarse a su lado en uno de los bancos largos de madera frente a la barra.

Su risa esta de vuelta, y rebota dentro de mi pecho como los acordes de una melodía que te hace pensar en buenos momentos, luces tenues e intimidad. Me atrevo a echarle un vistazo, ya que está inmerso en una charla con Tyler, que es un aficionado de la fotografía. Están conversando sobre lentes y exposición de la foto... No sé. A decir verdad me cuesta concentrarme en otra cosa que no sean sus elegantes movimientos.

¿Qué es lo que tienes que me excitas tanto? ¿Será que eres tan condenadamente atractivo que con una mirada podrías derretir hasta el iceberg que hundió al Titanic? ¿O son tus modales? Te comportas como si hubieras salido de otro siglo. Pero a la vez, eres atrevido, y sensual. Mierda, estoy hasta las manos. Y tú... tú estás atento a cada uno de mis movimientos.

Ethan sigue parloteando tonterías, más de las que puedo manejar sin mostrar lo nervioso que me estoy poniendo.

—Vamos, Park. No seas misterioso. Solo dinos hace cuanto se conocen —lo presiona Simón.

—Oh, Noah y yo nos conocemos bastante. Casi como si hubiéramos pasado la noche juntos —contesta, pero claro, todos están demasiado borrachos para entender el sarcasmo —. Creo que todas esas orgías desenfrenadas en su apartamento, nos unieron como nada más... Si les contara que había noches en que terminábamos tan enredados que no se sabía quién era quién...

Agrega esa última frase con total naturalidad mientras yo me atraganto con mi bebida. La forma casual en que acaba de decir semejantes cosas me deja congelado sin saber que demonios hacer... Por un loco segundo creo que los muchachos se detendrán en su charla y lo mirarán tan boquiabiertos como yo. Pero los minutos se suceden, y todos siguen charlando animadamente como si nada.

Silba bajito y yo no puedo evitar reír a carcajadas. Él me guiña uno de esos ojazos de cachorro que tanto me gustan, y casi me desarmo aquí mismo, en este bendito pub. Es tan descarado que me encantaría acercarme y acariciar su rostro... Tiene a mis amigos envueltos alrededor de sus largos dedos. Nuestras miradas parecen reticentes de romper contacto, se encoge de hombros y no puedo evitar negar con la cabeza en pleno ataque de risa.

Dueles Tan Bien (ChicoxChico)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora