Noah Riley, de diecinueve años, se despierta desorientado, empapado hasta los huesos y solo en las costas de Rockaway Beach, Brooklyn.
Después de una petaca de licor Jägermeister, bastante autodesprecio, y muchas malas decisiones borrachas, no tiene...
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—¿Tenemos todo lo que necesitamos, o qué? —Tyler está tan emocionado por el fogón de esta noche que no ha dejado de saltar desde que llegó como un niño insoportable de cinco años en Nochebuena.
—Porque yo estaba a cargo de todo, sí, mi joven Padawan, claramente lo tenemos todo —Ethan gruñe mientras baraja las cosas y marca las casillas de una lista que ha garabateado, bendita sea su alma y su necesidad un poco compulsiva de tener todo bajo control.
—Esta noche beberemos, asaremos y festejaremos —aúlla Simón, como lo haría un maldito lobo a una luna imaginaria, y todos mis amigos idiotas hacen lo mismo.
No puedo evitar reírme de ellos, la forma en que irrumpieron en mi departamento hoy, alegando que no habían podido localizarme por mensajes en días. Así que tomaron el asunto en sus propias manos o, bueno, las llaves que les prestó Jorge el conserje del edificio.
—¿Ya invitaste a tu hermosa hermana, Noah?
—¿Podrías dejar de calentarte con mi hermana, Ethan? Se está poniendo viejo — resoplé.
—Nunca. Un hombre puede soñar, ¿no? —Se ríe de vuelta, con los ojos brillantes, haciéndome sonreír ante su comportamiento descarado. Lo conozco desde que ambos estábamos en primaria. Yo era el niño afligido, y él era el niño tímido. Nos volvimos inseparables. Lo invité a casa una tarde y conoció a Savy. Jugamos a las escondidas juntos y desde entonces ha estado enamorado perdidamente de ella.
—Se va a casar, amigo. Es hora de seguir adelante.
—No termina hasta que canta la dama gorda, hermano. ¿Verdad, Ethan? —Simón se carcajea, golpeando el brazo de Tyler, provocando otro ataque de risa idiota. Juro que su talento es escuchar a escondidas, sin duda.
—¿Y eso qué diablos se supone que significa? —Ethan se ve a la vez perplejo y desconcertado.
—Significa que estoy rodeado por una manada de hienas en esteroides. También es un viejo coloquialismo, que a menudo se usa como proverbio —Lamento mis palabras de inmediato, porque todos me miran como si fuera una enciclopedia ambulante.
Park sabría lo que significa, siendo tan ingenioso. Claro que lo sabrías, bebé.
Maldita sea, creo que este dolor en mi pecho y nerviosismo constante es porque lo extraño demasiado hoy.
—¿Qué? —El cerebro de Tyler está trabajando a doble velocidad, tratando de resolver una ecuación imposible. Simón me mira boquiabierto con ojos grandes y perplejos a pesar de que él fue el que mencionó a la dama gorda.
Suspiro, tratando de no tirarles las latas de cerveza que descansan sobre la mesada de la cocina por la cabeza: sería un desperdicio.
—Significa que una persona no debe presumir de saber el resultado de un evento que todavía está en progreso.
